Una escandalosa desigualdad en la aplicación de las vacunas en países capitalistas fue denunciada en las últimas horas. Según trascendió en un informe de Arirfinity sobre pronóstico y caducidad de vacunas, en dos meses caducarán 241 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19, sin contar los 34 millones que ya se vencieron y fueron descartadas en EE.UU. Esta cantidad forma parte de 1.200 millones de dosis que sobran a EE.UU, Canadá, Reino Unido, Japón y la Unión Europea, las cuales podrían ir a parar al basurero si no son donadas y aplicadas antes de diciembre de este año.
Según fuentes médicas internacionales la situación constituye un escándalo, mientras 1.200 millones de vacunas están venciéndose en países ricos, más de la mitad de la población mundial espera ser inmunizada, una manifestación de las inhumanas desigualdades del sistema político y económico que impera en el 95% de los países del mundo. El fracaso capitalista para brindar una respuesta se agudiza en aquellos países en que regímenes muestran absoluta indolencia frente a la crisis sanitaria, como es el caso de Brasil, ese mismo sistema donde predomina la propiedad privada sobre los servicios de salud, es calificado por algunos como un modelo exitoso por su supuesta eficiencia.
El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, se refirió en recientes declaraciones a que “el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico, y el precio de este fracaso se pagará con las vidas y el sustento de los países más pobres”. Denunció además que diversos países dan prioridad a los acuerdos bilaterales por sobre la solución del mecanismo COVAX, situación que provoca especulación y aumento de los precios del fármaco con el consecuente incremento de ganancias para la industria farmacéutica.
A escala mundial se registran 7.500 millones de dosis de vacunas producidas contra el Covid-19, con una producción mensual de 1.500 vacunas. Si se mantiene el ritmo, en diciembre del 2021 se habrán fabricado 12.227 millones, mientras que el mundo requiere 11.300 millones de dosis para inmunizar al 80% de la población mayor de 12 años. Sin las groseras desigualdades en la vacunación mundial hubiésemos podido alcanzar la meta de inmunización antes de finalizar el 2021, además de evitar 1 millón de muertes de aquí a junio 2022, sobre los 4 millones 757 mil muertos por la pandemia hasta la fecha.
Denuncias sobre el desequilibrio existente en la inoculación mundial hablan de que, hasta el momento se han administrado más de 5.700 millones de dosis de vacunas en el mundo -vacunando a 3.490 millones de personas, el 44% de la población mundial-, pero que el 73% de ellas se aplicaron en sólo diez países. Según esta versión, países de ingresos altos han administrado 61 veces más dosis por habitante que los países de ingresos bajos. Solo el 3% de los africanos se ha vacunado. Los países pobres no han vacunado ni el 2% de su población. Estas escandalosas cifras son concomitantes con otras igualmente vergonzosas: el 1% de la población mundial se apropia del 84% de lo que produce la clase trabajadora, 5 empresas privadas tienen hoy el monopolio y el poder de decidir quiénes viven y quiénes mueren en el mundo, nos referimos a Pfizer/BionTech, Moderna, Astrazeneca, Johnson&Johnson y Novavax que se reparten el 45%, 24%, 12%, 12% y 6% respectivamente del mercado mundial de 100.000 millones de dólares en vacunas contra el Covid-19.
Recientemente, Joe Biden, presidente norteamericano, propuso en la Asamblea de la ONU comprar 500 millones más de dosis de vacunas a la empresa Pfizer para donarlas a los países pobres. Propuesta considerada inmoral y descarada, cuando acaban de botar 34 millones de dosis vencidas y están a punto de caducar 576 millones de dosis que se vencerán hasta diciembre de 2021 en los Estados Unidos. La sugerencia de Biden apunta a garantizar ventas, ganancias y poder de las farmacéuticas norteamericanas.
La solución de fondo a las desigualdades capitalistas en la inoculación contra el Covid-19 pasa por intervenir sobre la causa de la desigualdad en el acceso a las vacunas: eliminar el monopolio del complejo médico farmacéutico que, a su vez, pasa por levantar uno de los mecanismos más inhumanos que inventó el capitalismo para legalizar y legitimar la mayor concentración de capitales y con ésta dichos monopolios/poderes privados: los derechos de propiedad intelectual y las patentes. La inequidad capitalista, hoy expresada escandalosamente en la repartición de vacunas, es recocida por los mentalizadores del monetarismo neoliberal. Friedrich von Hayek, escribió en su libro Los fundamentos de la libertad: “…si existe peligro de que un monopolista adquiera poder de coacción, el método más eficaz para impedirlo consiste, probablemente en exigirle que sus precios sean los mismos para todos y prohibirle toda discriminación entre sus clientes”. El capitalismo no logra inocularse contra el virus de su propia injusticia.