La actriz ecuatoriana participa hoy (19h00) en el programa de reapertura de Casa Égüez con el monólogo La Venadita, dando realce a un evento largamente esperado.
Confiesa que el teatro es una pasión que la acompaña desde niña, criada en un entorno familiar inclinado hacia las artes, sus padres -Raúl Guarderas y María del Carmen Albuja- estimularon su vocación en el barrio de la plaza Belmonte. El ambiente cultural que la rodeaba determinó su existencia en “un espacio donde compartíamos el amor por la música, la literatura y el teatro”. Entrados los años ochenta su padre crea el Patio de Comedias en un rincón de la casona que habitaban en la calle 18 de septiembre en Quito. Como una aventura, la idea había germinado en los sueños de amor al arte, y Juana con 16 años, aprendía las vicisitudes del primer amor.
-Empecé a involucrarme y aprendí amar el teatro desde la butaca, iba al Prometeo y otros como Malayerba o el Teatro Ensayo. Me encantaba, más aun teniendo un teatro en la casa. En 1981 se pone en escena esa obra infantil en el Patio de Comedias con el personaje de una princesa. Mi padre dice que necesita a alguien joven y yo que era híper tímida levante la mano y le dijo: yo soy. Papá sorprendido, me dijo, hay que probar.
Había sido una decisión paternal importante para la niña que se reusaba a entrar al mundo de los adultos, buscando eternizar su infancia entre mimos y vivencias lúdicas.
-Me resistía a ser adulto, quería seguir jugando y a mis 14 años descubrí que el teatro era un espacio para seguir jugando. Sigo siendo niña de alguna manera.
Impulsado por el tesón de Raúl y María del Carmen, el Patio de Comedias se convierte en un lugar de encuentros culturales con el montaje de obras clásicas y autores nacionales. La primera obra ecuatoriana de un dramaturgo nacional que se pone en escena es Receta para viajar, de Francisco Aguirrez Guarderas, en 1985. El lugar va creando un público que se inaugura con la presencia de damas convocadas por la madre de Juana que dictaba talleres de arte en el lugar. La adolescente seguía en búsqueda de su propio camino.
-Mientras tanto yo viajé y estudié en los EE. UU, hice una licenciatura en Ciencias Internacionales. Luego volví a Ecuador e hice algunos proyectos y post grados en la Flacso.
Pero la vocación estaba por irrumpir. Fue un día que Juana con 24 años de edad acude al llamado para un cargo burocrático en la Cancillería, el momento de rendir la prueba psicológica descubre que ese no es el camino, que es otro su perfil, que lo suyo es la actuación y decide ser actriz.
Iniciado los años noventa, Juana Guarderas toma la posta a sus padres y se hace cargo de la administración del Patio de Comedias. Participa en el montaje de su obra icono, La Marujita se ha muerto con leucemia, de Luis Miguel Campo. Otras obras destacadas son, Monólogos de la Vagina, Diario íntimo de una adolescente y los filmes Entre Marx y una mujer desnuda, Un titán en el ring, Sé que vienen a matarme y María, llena eres de gracia. Participa en un taller de creación del personaje con la técnica del teatro gestual y desarrolla una dramaturgia desde los personajes, con mucha improvisación, escribe obras de teatro y entremeses.
¿Cuál es tu concepto del teatro?
El teatro es un lugar desde donde veo el acontecimiento humano, como ponerme en la otra vereda a observar todo y a mí misma, y convertir esa realidad a través de un lente macro en una provocación que tiene que ser de ida y de venida, un juego escénico en el que el público es un cómplice principal y está muy vinculado a lo ritual y a lo mítico.
¿Qué reconocimiento tiene para ti mayor significado, el del público o los premios?
El del público ha sido más que un reconocimiento, una fuente de amor, algo que emocional y profundamente, ha llenado mi ser y mi alma. Los premios provienen de otro ámbito, he recibido premios y soy grata con esos premios porque son un reconocimiento grato que casi siempre son un certificado una medalla, un trofeo, pero he pensado si en vez de eso ojalá se hubiera construido una buena política cultural en favor de nuestro quehacer.
¿Qué significa ser parte de la reapertura de Casa Égüez?
En un espacio tan bello vale la pena que se entregue ese compromiso tan potente con la cultura en un lugar maravilloso. Me siento encantada y muy agradecida, Ilonka Vargas hizo ese acercamiento. Para mí, es un honor.
Participarás con la obra La Venadita. Háblanos de aquello.
La obra “La Venadita un poema a la memoria y la accesibilidad’, es un monólogo de Susana Pautasso que parte de un testimonio de María Placida Rodríguez, una partera campesina. La obra cuenta que a sus 14 años murió, se fue al cielo y vino de regreso a la tierra para curar con la sabiduría de las plantas. La obra está escrita desde la cosmovisión andina y narra la relación de la curandera con el fuego, el agua, la tierra y las plantas. Todos esos elementos son personajes con los que habla la protagonista. Ese es su universo, donde está todo, no necesita más la Venadita.
¿El teatro y la vida te han dado todo, te sientes una venadita?
Gracias, qué linda pregunta, creo que en gran medida sí. Soy muy grata al teatro porque me ha permitido ser y hacer lo que amo, lo que me gusta, hacer de mi pasión mi vida.
Tomado de Revista Rocinante 155 (septiembre)