El futuro de la región latinoamericana se decide en México este fin de semana. Hoy sábado tiene lugar la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la capital mexicana con asistencia de 16 jefes de Estado de la región. En la agenda se encuentran puntos de vital importancia: el combate al Covid-19 y estrategias ante desastres, agencia espacial regional y vinculaciones diplomáticas.
La CELAC fue concebida en febrero del 2010 como un espacio propio, puramente subcontinental de concertación y representación regionales con proyección global. Desde su creación, todos los líderes y presidentes latinoamericanos han reivindicado la visión de unidad heredada de precursores y próceres de nuestras independencias.
Una cita crucial
Un asunto crucial de la cita de México es la posibilidad de avanzar hacia la desaparición y sustitución de la Organización de Estados Americanos (OEA), para el surgimiento de otra instancia continental que represente a las naciones latinoamericanas y caribeñas. Esto, ante serios cuestionamientos de muchos países a la labor que ha realizado la OEA, sobre todo de injerencia en golpes de Estado y desestabilizaciones de gobiernos. Existe un clamor regional por unir esfuerzos para consolidar la CELAC, sin descartar la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo e igualitario, sin necesidad de un árbitro o mediador que imponga sus condiciones o politice asuntos de derechos humanos y democracia.
A la cita continental en México concurren 16 jefes de Estado y de gobierno confirmados: Argentina, Barbados, Belice, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, Guatemala, Guyana, Honduras, Paraguay, Perú, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Uruguay. Concurren las vicepresidentas de Colombia y Venezuela, y los ministros de Relaciones Exteriores de Antigua y Barbuda, Chile, El Salvador, Granada, Haití, Jamaica, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y Trinidad y Tobago.
El tema de fondo con el que se busca enrumbar por otros derroteros los destinos de la región es “la reforma a fondo de la OEA o la creación de un nuevo organismo que la sustituya”. La iniciativa para terminar con la Organización de Estados Americanos (OEA), es respaldada por un grupo de países de la región, en base a un cuestionamiento al papel que ha cumplido ese organismo hegemonizado históricamente por Estados Unidos. Más aun durante la gestión del actual secretario General de la OEA, Luis Almagro, ultraconservador y contrario a administraciones progresistas y de izquierda, y protagonista de operaciones diplomáticas, políticas y conspirativas en contra de las administraciones de Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Argentina y otros países. Almagro fue denunciado y quedó en evidencia con investigaciones de organismos internacionales, “de manejar datos falsos y tergiversados de situaciones en Ecuador, Bolivia, Venezuela y Nicaragua, para agredir a los gobiernos de esos países, respaldando planes de desestabilización y convocando a asambleas de la OEA para obtener el rechazo a administraciones progresistas y de izquierda”.
Sin embargo, frente a situaciones de violencia masiva con centenares de muertos en Colombia, Luis Almagro no abrió la boca, y tampoco hizo nada frente a denuncias en contra del Gobierno de Brasil de actos criminales por negar asistencia contra el Covid-19 y ordenar represión en sectores populares. Tampoco dijo nada y mostró total pasividad frente a los acontecimientos ocurridos en Chile en 2019. El actual Secretario General de la OEA ha jugado un rol sumiso, con total falta de sentido de soberanía frente a intereses estadounidenses, como un lacayo regional al servicio de la geopolítica norteamericana, según observadores. Almagro ha llevado al organismo latinoamericano a una total dependencia y alianza estratégica con el Departamento de Estado de Estados Unidos.
La idea es que concluya el funcionamiento de la OEA, y sea reemplazada por la misma CELAC u otro organismo de nueva creación que reúna a las naciones de América Latina y El Caribe. Un organismo regional en el cual no estarían Estados Unidos ni Canadá, considerando la política de hegemonía y presión que EEUU ha impuesto en la OEA. Para reformar, desaparecer o sustituir a la OEA se necesitan los votos a favor de 26 de los 34 países que integran el organismo, quienes tendrán que decidir si dejan atrás el papel ineficaz, parcial e intervencionista de la OEA, con una preponderancia de las políticas estadounidenses hacia la región y se avance hacia un nuevo organismo continental, similar a la Unión Europea. La propuesta impulsada por México representa una posibilidad real de decir adiós “a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos; y aplicar en cambio, principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias”, reemplazando a la OEA por un organismo “verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador, a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia”.
Servil a los EEUU
La historia de la OEA tiene capítulos oscuros, particularmente cuando expulsó de su seno a Cuba, a inicios de los sesenta, a instancias de Estados Unidos como medida para presionar y derrocar a la Revolución Cubana, y cuando se abrió la posibilidad de que la isla retornara, el Gobierno de esa nación rechazó esa posibilidad. La OEA en esa oportunidad haría honor a sus apelativos más representativos de ser “el patio trasero de los EEUU”, o “el prostíbulo de América”, como la calificara Fidel Castro en su momento.
Ecuador estará representado por el presidente Guillermo Lasso, quien asiste a la CELAC en calidad de miembro oficial. Se espera una definición del gobierno ecuatoriano en relación a la posibilidad de reemplazar a la OEA. No sería extraño que el mandatario ecuatoriano apoye la permanencia de dicho organismo, siguiendo la tendencia de los últimos gobiernos ecuatorianos alineados con regímenes de la región que “han sido aliados de acciones desestabilizadoras e injerencistas contra los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, y políticas promovidas por el Gobierno de Estados Unidos”.
El presente y el futuro de la región latinoamericana no son circunstancias históricas inamovibles o anquilosadas por un pasado. Por el contrario, su dinámica apunta hacia la urgente necesidad de repensar el porvenir con nuevas expresiones de integración democráticas y soberanas. Único camino para honrar el sueño libertario de Eugenio Espejo, Simón Bolívar y otros forjadores de la patria americana.