La sabiduría popular sabe que pasar gato por liebre, es un engaño. Y también sabe que las apariencias mienten cuando hacen aparecer una cosa como otra que no es. Algo similar ocurre con la Consulta Popular propuesta por el gobierno. Se la quiere presentar como el mecanismo democrático que hace posible la expresión plena de la voluntad popular, en consecuencia que se trata de un subterfugio político oficial para imponer el modelo de país neoliberal que Guillermo Lasso, desde su oficina de banquero, viene mentalizando desde hace décadas.
Entre el gato y la liebre no existe nada en común, como entre la expresión popular democrática y los intereses de grupos económicos que quieren consolidar su modelo de gobierno, nada en común entre la verdad y la mentira, excepto la ingenuidad del engañado. El pueblo, antes de aceptar la consulta debe preguntarse para qué el gobierno quiere la consulta y cuál es, o serán, las preguntas de fondo.
En primer lugar, hay que reconocer que la Consulta Popular, según el ordenamiento jurídico ecuatoriano, es un recurso constitucional. Una prerrogativa que tiene el Presidente para dirimir conflictos políticos, y en estos momentos Lasso tiene más de uno como papa caliente entre manos.
La Consulta Popular es esa interrogante del mandatario al pueblo en la que las preguntas pierden protagonismo y se convierten en un referéndum para medir la aprobación y legitimidad del régimen de turno. Y en este caso existe, potencialmente, la posibilidad de que el actual gobierno pierda la consulta en opinión del pueblo, muy a pesar de los encuestadores que dicen que el presidente tiene 70% de aprobación popular. Y esa posibilidad es cierta por el sentido que el régimen quiere dar a la consulta, por las preguntas que impondrá a sangre y fuego, y acaso porque quiere materializar un capital político que empieza a perder. Recién el pueblo empieza a caer en cuenta de las consecuencias de haber elegido a un banquero neoliberal y privatizador de hasta el aire que se respira en el país.
La consulta la quiere Lasso para, supuestamente, resolver el bloqueo político en la Asamblea Nacional, por eso al perder gobernabilidad en el parlamento la busca en la calle, pero -una vez más lo decimos- la gobernabilidad se pierde en las calles cuando se calientan con el descontento popular. Y este comienza a ser el caso.
De fracasar en la Consulta Popular el régimen echaría mano a la llamada “muerte cruzada”, otra aventura política criolla que brinda escasas seguridades a sus promotores. Este mecanismo constitucional, por más legal que aparezca, es vergonzoso porque implica el reconocimiento de fracaso de la clase política que entrabada que se «suicida» mutuamente de cara al pueblo. Por un lado, el Presidente cierra la Asamblea Nacional, y en una semana debe convocar a nuevas elecciones que se deben realizar en un plazo de seis meses, hasta entonces el mandatario gobierna “dictatorialmente”, por decretos presidenciales, dictando leyes, aprobando resoluciones e imponiendo un modelo de gobernanza totalitario, unilateral, conforme sus intereses y el de los grupos de poder político y económico que lo secundan. La muerte cruzada de ambos poderes, es una muerte directa de la democracia en su expresión real y formal. Así la Consulta Popular es un hecho político que genera nuevos hechos políticos, con anuencia de la Corte Constitucional que debe verificar la legitimidad y legalidad de las preguntas.
¿Qué temas interesan al Presidente consultar a pueblo?
Por declaración propia, Lasso ha confirmado que consultará al pueblo acerca de la reforma laboral, reforma tributaria y régimen de seguridad social en el país. En el primer caso, el régimen tiene planeado hacer aprobar doble código laboral, que coexistan ambos, uno para trabajadores formalmente contratados según el actual Código del Trabajo vigente, y otro con nuevas normas para trabajadores informales contratados en tiempos parciales, sin estabilidad ni derechos reconocidos como utilidades por cargas familiares, tiempos de permisos por maternidad, 35% de sueldos actualmente vigentes. En el caso de las reformas tributarias, el gobierno busca reducir el Impuesto a la Renta, pedir solidaridad a los ricos y alinear los impuestos internos con sistemas tributarios internacionales. En otras palabras, el gobierno pretende legitimar su estilo e imponer el modelo neoliberal de país que tiene preconcebido.
¿Qué posibilidades tienen el gobierno de ganar una Consulta Popular?
Hay que decir que la Consulta Popular durante cuatro décadas de democracia formal, demuestra que ha sido un mecanismo utilizado por gobiernos de diversa naturaleza política, desde León Febres Cordero hasta Rafael Correa. Cada cual con un interés específico lograron ganarla y perderla indistintamente, por tanto, es un albur político.
En los actuales momentos el régimen apela a la Consulta Popular buscando gobernabilidad en las calles, habiéndola perdido en la Asamblea Nacional. Una Asamblea en franco desprestigio por signos de corrupción, traición y falta de propósitos políticos nacionales. Desprestigio que ya está en el ADN de la clase política ecuatoriana. Sea por su falta de principios y fines, inconsistencia ideológica, oportunismo y demagogia, ambiciones desmedidas, traición y defección frecuente, todo lo cual redunda en un estilo corrupto de hacer la política que el país castiga con el rechazo popular. Con esa clase política pactó el gobierno, formando parte de la misma calaña, en procura de controlar la Asamblea Nacional para imponer leyes a su imagen y semejanza. El desprestigio legislativo en este gobierno ha sido vertiginoso debido al pacto de CREO con Pachakutik y la Izquierda Democrática, dejando fuera por orden de Lasso a socialcristianos y progresistas de UNES. En ese ínterin ha ocurrido de todo, desde la traición hasta el trueque de cargos públicos por gobernabilidad que, como era de esperarse, generó entendimientos frágiles, mayorías debiluchas y defecciones posibles. Las principales dignidades femeninas de la Asamblea Nacional se ven envueltas en sospechas de tráfico de influencias y son señaladas por sus propios asesores de cobrar diezmos y comienza una polémica entre el denuncista Fernando Villavicencio que destapa escándalos y Pachakutik que lo desacredita. En definitiva, pierden todos porque el poder legislativo se ha vendido, corrompido y traicionado a sí mismo en manos de CREO, Pachakutik y la ID, una clase política periclitada por motu propio, mientras que los hechos y las encuestas confirman el desprestigio.
Allí nace la Consulta Popular concebida por el régimen en incestuosas relaciones, como una medida amenazante de presión contra una Asamblea Nacional adversa, donde ya no le funciona al gobierno el pacto CREO PK e ID, porque se da cuenta que sus socios defeccionan y los chantajea con la Consulta Popular. Lo ha dicho Lasso con sus propias palabras: “Que el pueblo decida su futuro, porque si tenemos obstáculo en la Asamblea Nacional iremos a la Consulta Popular y existe otro camino que es la “muerte cruzada”. Guillermo Lasso quiere mediante Consulta Popular desarmar a la Asamblea Nacional para hacerse con el poder total, sin legislativo. O en su efecto, reducir el número de asambleísta o convocar a una doble cámara, legado como vergonzante propuesta del trujillato.
Por lo demás, el gobierno sabe que tiene a la mitad del país en contra. Las cifras hablan por si mismas, el régimen bajó 30 punto en credibilidad, y está con menos del 50% de aceptación, según sondeos que las encuestas reconocen a regañadientes. No hay que tener una bola de cristal para percibir que el gobierno puede fracasar en su tentativa de aprobar el presupuesto de la proforma anual, en aprobar la ley de comunicación, la ley de educación superior, y con todas posibilidades, las reformas laborales y tributarias. Lasso no tiene mayoría para aprobar sus proyectos en la Asamblea y ahora buscar retomar relaciones con el PSC y trata de encontrar entendimientos con UNES. El país asiste a un espectáculo faradulezco, circense, con políticos que sucumben ante la corrupción, la traición y el desbarajuste que han creado en el país del desencuentro.
El gobierno quiere la Consulta Popular para legitimar su estilo de gobernanza y modelo neoliberal de país. Lo hará por angas o por mangas, si para ello tiene que incurrir en una dictadura “legal” echando mano a preguntar al pueblo, o a la muerte cruzada de la política vigente, ambas formas engañosas de hacer que las cosas sucedan. La sabiduría ciudadana sabe, o intuye, que la Consulta Popular, como engaño y amenaza, es el gato que el régimen nos quieren pasar por la liebre.