El sociólogo Fernando Cerón, con trabajos vinculados a la gestión cultural, desde 2017 realiza una gestión como principal directivo del Núcleo del Tungurahua en la CCE. En los actuales momentos, ha sido elegido Presidente de la Sede Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y en su condición de primer funcionario cultural dialogamos con Cerón acerca de las perspectivas de su gestión y el futuro institucional de la casona de Carrión.
¿Cómo recibe la institución cultural en términos administrativos y financieros, luego de ser elegido Presidente de la CCE?
Nosotros siempre hemos dicho durante la campaña que la CCE atravesaba una serie de problemas, entre ellos, que había sido incapaz de entender la modernización del Estado ecuatoriano y los insumos para comprender un nuevo marco estatal, ahora eso se ha evidenciado. Cuando nosotros llegamos a la Casa de la Cultura nos topamos con una absoluta desinstitucionalización y ninguna división articula con ninguna, funcionarios que no saben quiénes son, no se encuentran en Talento Humano y cobran sueldo, una casa con problemas de organización complejos realmente y, claro, sabemos que ir arreglando eso nos va a tomar varios periodos de tiempo para poder dar forma a la institución.
¿Existen irregularidades en la asignación de recursos a los núcleos, y en el caso de ser así, usted estaría dispuesto a entregar un informe la Fiscalía o la Contraloría?
Hasta el momento en que hemos podido revisar los contratos no existe ningún indicio, sin embargo, estamos dispuestos a apoyar a los organismos encargados del control en caso de que existiera alguna irregularidad.
¿Qué políticas cultuales que haya identificado usted están ausentes en la CCE que recibe?
Bueno lo que pasa es que la CCE, en términos de política cultural, ha hecho muy poco o nada. Realmente hay un poco de lineamientos que me parecen que fueron trazados por Benjamín Carrión, como la gran política editorial, la concepción para la construcción del Estado mestizo, la noción de la democratización de la cultura, son nociones interesantes pero que ya el debate conceptual, teórico, práctico, ya ha superado ampliamente.es decir la CCE, hoy en día tiene muy pocas políticas que sean adecuadas a la actual realidad.
¿Cuál es, en pocas palabras, el concepto de cultura bajo el cual usted cobijará su gestión en la CCE?
Nosotros entendemos la cultura desde la visión antropológica, desde la comprensión amplia de entender de que la cultura es toda manifestación de la humanidad. Me suele gustar la definición que ha hecho Bolívar Echeverría de la cultura, como “una huida hacia delante de la naturaleza”. Me parece que esa apreciación es bastante compleja, polemizante, me parece que tiene algunos elementos que nos permite comprender mejor el concepto de cultura.
¿Podría usted enumerar los principales planes institucionales que impulsará desde su gestión que comienza?
Nosotros lo primero que tenemos que hacer es cumplir la ley de cultura y trabajar sobre la descentralización de la Casa de la Cultura, cómo construimos las redes de bibliotecas, las redes de museos, las redes de espacios públicos, cómo construimos circuitos de artes, cómo vamos articulando la CCE a la modernidad y a la contemporaneidad de la producción artística, etc. Ahí está el camino.
Entre aquello que hay que cambiar en el ámbito de la cultura, según amplios sectores culturales, está la propia Ley de Cultura. ¿Qué aspectos de esa ley considera usted necesario reformar?
La ley tiene varios procesos de cambio y en marcha ahora están tres. Me parece que los puntos neurálgicos sobre la Ley de Cultura tienen que ver, en algunos articulados, sobre el funcionamiento de la CCE que la dejó desmembrada por varias objeciones políticas a los articulados, lo que dejó una institucionalidad bastante poco proclive a poder articularse y organizarse desde un marco administrativo. Me parece que hay que complejizar la noción de los sistemas y los subsistemas del manejo cultural, que hay que irlos pensando desde otras formas. Ahí hay puntos clave, pero también hay un debate importante desde el cumplimiento de la ley, que en su mayor parte no ha sido ejecutada.
La confrontación entre sus gestores no contribuye a la cultura, es hora de la unidad en torno a un gran frente o movimiento cultural que genere criterios que reflejen y aterricen en políticas culturales. ¿Está usted dispuesto a promover ese movimiento cultural?
Es absolutamente necesario el construir los caminos desde donde los gestores se puedan articular y vayamos fortaleciendo el tejido organizativo para la cultura. Ese es el único blindaje que puede tener el sector frente a la complejidad de recortes presupuestarios, falta de políticas culturales. Le apostamos a eso y vamos a trabajar para fortalecer las estructuras organizativas de las artes en el país.
La cultura puede ser un espacio de confluencia de múltiples sectores políticos en torno a un consenso por renovar sus instituciones cuestionadas. ¿Cree usted en esa confluencia política por sobre las diferencias, es posible aquello?
Sí, me parece que en esta misma semana se ha evidenciado eso, al ver un poco la actitud que ha tomado el Ministerio de Cultura respecto a ciertos puntos frente a los que antes no estaba dispuesto a dialogar y a observar. Por ejemplo, ahí las fuerzas diferentes, el Ministerio y organizaciones sociales y la CCE, lograron hacer una articulación frente a lo que estaba sucediendo y, en términos ideológicos, hay la necesidad de reconstruir la CCE.
¿Cómo concibe usted las relaciones de la CCE con el Ministerio de Cultura, rector de la política cultural?
Me parece que es una relación tensionada debido a que el Ministerio no resolvió varios puntos que tiene que resolverlos y eso genera un conjunto de tensiones siempre entre el Ministerio y la Casa de la Cultura. Sin embargo, me parece que es necesario entender el sentido del sistema de cultura, el rol que cumple el Ministerio al ser el ente que se encarga de la rectoría y la construcción de políticas, y el espacio de la CCE para resolver esa transferencia de políticas a la ejecución, como ejecutores de política pública. Me parece que el modelo está bastante claro, pero también es necesario poder hacer un proceso de diálogo permanente.
Uno de los aspectos recurrentes de la CCE ha sido el tema de la autonomía ¿Cómo concibe usted la autonomía de la institución?
Bueno, es un concepto complejo, un concepto que sustenta el sentido mismo de la Casa de la Cultura. Para nosotros, debemos entender la autonomía dentro del marco de la ley. Porque existe la autonomía no se es una república independiente, sino que es parte de un sistema nacional, es parte de un Estado con ciertas leyes y uno tiene que estar obligado al cumplimiento de esas leyes.
Existe una deuda cultural de las instituciones de la cultura, por ejemplo, en la ausencia de una expresión cultural diversa e intercultural, o el derecho que tiene la ciudadanía de disfrutar de las manifestaciones de la cultura. ¿Cómo contribuirá usted desde la presidencia de la CCE a que las instituciones culturales respondan al imperativo de saldar esa deuda?
Es un momento muy complejo para el tema cultural, me parece que hay que trabajar en reinstitucionalizar varios elementos, y eso va a permitir a la CCE tener una mayor capacidad de poder garantizar los derechos culturales, algo que fundamentalmente necesita recursos porque es muy complejo la construcción. O poder ejecutar políticas culturales sin un presupuesto adecuado, y eso implica efectivamente una reingeniería de la CCE e ir rearmándose un manejo administrativo, aparte de otros elementos que tienen que ver con políticas para garantizar los presupuestos adecuados para el sector.
Ecuador se proclama constitucionalmente país intercultural ¿cómo gestionará usted la interculturalidad desde la presidencia de la CCE?
Como hemos planteado siempre, la Sede Nacional de la CCE lo que hace es construir un conjunto de lineamientos nacionales, y uno de los lineamientos nacionales puesto como primer eje transversal de nuestro trabajo, es la interculturalidad. Para nosotros es prioritario poder hacer una articulación que comprenda la diversidad cultural en este país, no en el sentido de folclor sino realmente como una forma de vivencia particular de los pueblos. Estamos construyendo una agenda que pueda construir una política nacional sobre el tema de interculturalidad, y además un proceso de capacitación respecto a los diálogos sobre la interculturalidad en este momento.
¿Podemos, en las actuales condiciones del país en crisis, con depresión anímica, cumplir el sueño de Benjamín Carrión de ser una potencia cultural?
Me parece que hoy en día esa frase de Carrión tiene más vigencia que nunca, recordemos que la Casa de la Cultura se creó en medio de una profunda crisis que fue la pérdida de la guerra con Perú, y la respuesta que tuvo el país frente a la crisis que vivíamos fue decir: bueno, vamos a potenciar nuestra cultura y nuestra identidad. Me parece que hoy en medio de la crisis actual, eso está absolutamente vigente y se tiene que trabajar con ese sentido.