Llama la atención la cifra liberada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), 650 mil millones de dólares en derechos especiales de giro, una unidad de cuenta que puede ser canjeada por divisas. La cantidad suena exagerada, pero es real, y consta entre los acuerdos establecidos por los 24 miembros del directorio del FMI que a su vez son los representantes de los países más ricos del mundo. Ellos son la élite económica que toma decisiones sobre sus recursos y, en este caso, la cantidad de 650 mil millones de dólares es un mínimo de las reservas monetarias de esos países, pero un volumen desmesuradamente elevado de recursos a liberar entre 191 miembros del FMI.
Incluso se habla de un supuesto Plan Marshall global, pero es una suposición inexacta porque no hay globalidad ni un supuesto plan de desarrollo en esa repartición dativa del FMI, sino una evidente desigualdad, una vergonzante muestra de la pésima distribución universal de las finanzas, la riqueza y la brutal concentración del capital.
Según el discurso justificativo del FMI, liberar esos ingentes recursos tienen como objeto «proveer liquidez adicional al sistema económico mundial mediante el fortalecimiento de las reservas internacionales de los países miembros». Pero en el fondo el fondo practica solo retórica: el propósito es fortalecer las grandes economías con la mezquina justificación de que la asignación es proporcional a las cuotas de los miembros.
En la realidad, el 58% de esos recursos van a las “economías avanzadas”, 38,8% a las emergentes y solo el 3.2% para naciones de bajos ingresos, que son la enorme mayoría. De los 650 mil millones de dólares, apenas 21 mil millones se reparten entre más de un centenar de países pobres, 417 mil millones a los ricos y 212 mil millones a los emergentes. No se trata entonces de un salvataje para un mundo quebrado por el fracaso del neoliberalismo y los efectos de la pandemia de Covid-19, sino para los ricos. No todo lo que brilla es oro.
El mundo se pregunta cuál es la razón del desembolso del FMI, qué hay en el fondo del fondo. Una eventual causa es que la profundidad y gravedad de la crisis obliga a una inyección amplia y emergente de recursos para activar de ese modo las reservas internacionales estancadas. Otra razón puede ser el afán de beneficiar a las grandes economías que se quedarán con casi todos los recursos. Ambas causas representan lo mismo: el colapso de la economía global. Esa es la razón de fondo.