La desinformación es una pandemia mediática que en tiempos de pandemia viral ha encontrado un presente y un futuro en la era de las redes sociales y las plataformas digitales plateando nuevos desafíos para el periodismo. En un reciente libro, El periodismo ante la desinformación, producido por la Fundación Gabo en el marco del programa Ética Periodistica, se reseña algunas recomendaciones para contrarrestar el virus desinformativo que alcanza cada día nuevas variantes en la red. El texto es un compilado de reflexiones de diversos expertos y maestros internacionales sobre raíces y el funcionamiento de la desinformación.
Entre otras sugerencias destacan algunas soluciones que propone Catalina Botero-Marino, para neutralizar los desafíos de la desinformación. La experta propone recuperar la decencia en la política: “En las redes no pasa algo que esté desconectado del mundo real. Si se pierde la mínima decencia política, se ve reflejado en las redes. Por eso, hay que recuperar la decencia y eso se logra recuperando el valor cívico de la política”.
Respecto del papel fundamental del periodismo, la académica señala que “los medios de comunicación no pueden competir con las redes sociales. Y si lo hacen, les va mal a ellos, a la sociedad, a la conversación política. Deben resistir y mantenerse dentro de los principios de la profesión periodística”. En esa línea es necesario trabajar en la ciudadanía digital, según la cual “hay que trabajar en qué significa ser ciudadano digital en los colegios, en las universidades, en todos los grupos de acción colectiva”, como una necesidad educativa de los públicos. Como una necesidad social la autorregulación es una prioridad, puesto que “es fundamental que las plataformas establezcan reglas de moderación de contenido que sean compatibles con la democracia, que no destruyan la libertad de expresión pero que tengan en cuenta otros valores”. En esa tarea puede intervenir el derecho, a través del Estado “en espacios donde sí puede entrar. Hay discursos que sí están prohibidos. La incitación a la violencia y al genocidio deben estar prohibidas. Ahí sí puede entrar perfectamente el Estado a regular esos contenidos, a limitar esa expresión. Y finalmente, otra vez el derecho entra para meter en cintura a los gobernantes que abusan del ejercicio de su poder y el discurso es una manera de ejercer el poder”.
En la presentación del libro El periodismo ante la desinformación, el experto Jaime Abello Banfi, director general de Fundación Gabo, reflexiona en torno a la función del periodismo señalado que siempre se ha atribuido la tarea de “buscar la verdad” entendida como “fidelidad a los hechos sobre los que se informa al público”. En ese sentido, una de las preocupaciones de Gabriel García Márquez como periodista siempre fue “averiguar la verdad en este caos de mentiras y fantasías en que vivimos”.
La desinformación organizada se ha convertido en un fenómeno masivo que genera impactos a nivel de individuos y grupos y del funcionamiento político y social de las democracias. Existe toda una industria impulsada por “el cambio tecnológico, beneficios económicos ilícitos, intereses geoestratégicos y la validación de líderes políticos que buscan imponerse en la guerra de narrativas e contextos de creciente polarización”. Según el experto, es preciso que “el periodismo reafirme constantemente en la práctica su promesa ética de aproximarse honestamente al relato de la realidad”.
Valiosos aportes recogidos en el libro en mención aclaran el camino y animan a profundizar el compromiso con la verdad y los derechos comunicacionales de la ciudadanía para promover la comprensión, la toma de conciencia y nuevos enfoques de actuación eficaz frente a la desinformación.
Libro digital – desinformación