Estos días un personaje de la vieja política ha cobrado protagonismo, Fausto Cobo, remozado desde los anales de la partidocracia militarizada de los años 2003-2005. Cobo saltó a la vida pública el 21 de enero de 2000, con el golpe de Estado y derrocamiento del entonces presidente Jamil Mahuad. Cobo, junto a Lucio Gutiérrez y otros uniformados, formó parte de los militares que se sublevaron contra el gobierno de entonces. Gutiérrez forma el Partido Sociedad Patriótica (SP) 21 de enero, y gana la Presidencia de la República, Cobo se convierte en secretario general de la Administración Pública y también obtiene una curul para la Asamblea Nacional. Luego se desafilia de SP y postula para parlamentario andino por el movimiento CREO, actual organización de gobierno que llevó al presidente Lasso al poder. En su hoja de vida, Fausto Cobo muestra un pasado como director de la Academia de Guerra del Ejército Ecuatoriano, egresado en el Colegio Interamericano de Defensa en Washington, asesor de la OEA, analista de Inteligencia Estratégica en el IAEN, Subgerente del Banco del Estado, Secretario General de la Administración Pública, presidente de la Comisión de Presupuesto del Estado en el Congreso Nacional y asambleísta por Sociedad Patriótica.
Llama la atención que ninguno de los cargos que forman parte del currículum de Cobo dice relación con experiencia en sistemas carcelarios y rehabilitación social. No obstante, el presidente Lasso lo designó director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores, SNAI: “Esta tarde dimos a conocer al país las acciones frente a la situación del sistema carcelario. La paz, la fuerza de la ley y el Estado de Derecho imperarán por fin en el Ecuador. Estamos seguros que el coronel Fausto Cobo hará un gran trabajo desde el SNAI (…) El coronel Fausto Cobo asumirá la dirección del SNAI (…) las mafias serán derrotadas”.
Inmediatamente luego de su nombramiento, Cobo, se abocó a dar a conocer sus impresiones sobre el sistema carcelario nacional en entrevistas de prensa y afirmaciones en Twitter. Su perfil subió y comenzó a posicionarse sintiéndose un redentor del sistema de rehabilitación social del país. Una de sus sentencias más notables provino de su experiencia militar en servicio pasivo, cuyo criterio sobre las cárceles es que son “zonas de guerra” entre carteles y mafias, declaración que formuló como nuevo director general del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI): “El Sistema Carcelario está controlado por narcocriminales que han convertido a las cárceles en zonas de guerra entre carteles y mafias por disputas de mando, control, mercados y territorios para ejecutar sus actividades delincuenciales”, y agregó: “Lamentablemente, las autoridades no atinan una”. Cobo caracteriza a las cárceles como “centros de operaciones de la delincuencia. De rehabilitación no existe nada. Ahí no mandan las autoridades, los capos disponen las reglas”. En seguida, concluyó: “El Estado es el que debe tener la fuerza necesaria para imponer el orden”. La prioridad es recuperar el control de las cárceles, por el momento no habrá rehabilitación social, concluye Cobo.
La boca del pez
En su locuacidad, Cobo, ha insinuado que vivimos gobernados por un narco Estado: “La crisis carcelaria es un efecto de la contundente presencia en el Estado de todas las actividades, directas y conexas del narcotráfico, con influencia e infiltración en todos sus elementos estructurales: territorio, gobierno, fuerza pública, institucionalidad”
Los comentarios de Cobo publicados en Twitter no dejan de ser misceláneos, son diversos criterios generales que requieren ser puntualizados específicamente para que constituyan un informe técnico, según expertos. Admite debilidades del sector y reconoce que es “una tarea muy difícil”, porque “él no hace milagros”. Hasta la fecha no se logra precisar cuántos reos se fugaron de la cárcel de Latacunga: “No tenemos aun el número exacto de los fugados. Estamos en proceso de hacer un censo”. Y en seguida apunta a las causas que facilitan las fugas: “Aquí hay dos guías por cada 800 privados de la libertad y esos dos guías no tienen armamento”.
Cobo no precisa el monto que se debe invertir en reformar el sistema carcelario y habla de reconstrucción ante los daños provocados en el motín: “Hay que empezar por lo primero y eso son las adecuaciones, la destrucción en el centro de privación de libertad de Latacunga es dramática”. Anunció el “cambio de puertas de acero, cambio de mallas por muros, para que no salgan de ese limite los privados de libertad”. Faltan 4 mil guías, pero “la preparación de un guía no es de la noche a la mañana, no hay escuela, no hay doctrina”.
El pez muere por la boca, dice el pueblo, y quien mucho habla poco hace, son dos sentencias populares que, probablemente, calzan en la impronta de Cobo. Dedicado a verbalizar sus eventuales acciones en la dirección del SNAI, termina alertando a la propia delincuencia de los pasos a seguir en una gestión muy cantada. El “diagnóstico” del director del SNAI deja claro para moros y cristianos cuáles son las debilidades del sistema carcelario, y dónde se encuentran los puntos débiles que, al mismo tiempo, son los puntos fuertes del crimen organizado que domina al interior de las cárceles. Actúa en silencio y deja que tus acciones hablen por ti, parece ser la recomendación pertinente y necesaria a Cobo.
¿No habrá equivocado su decisión el presidente Lasso en su designación, no había otro cuadro técnico para asumir la responsabilidad de administrar el sistema penitenciario del país y rescatarlo de las manos de la delincuencia organizada, de dónde surge la seguridad de la resolución presidencial?