La política es una ciencia que aun cuando se la quiera presentar como un arte subjetivo, no admite coincidencias inexplicables. En política todo responde a propósitos establecidos que se traducen en hechos que aparentan ser espontáneos a los ojos del ciudadano común, simples concomitancias de la vida que marcan tendencias registradas por los medios informativos como hechos naturales.
En los últimos tiempos, un año a lo sumo, la región latinoamericana asiste a diversos hechos políticos; en unos casos, procesos electorales para elegir presidentes o para reformular constituciones, en otros, jornadas de protesta social exigiendo cambios no conseguidos en las urnas. Tal es el caso de Ecuador, Chile, Perú, Colombia y Honduras, mientras que Nicaragua, México y Argentina se disponen este año a someter al voto popular, el contrato social vigente.
Países de un continente donde los pobres son más pobres que unos meses atrás y millones de latinoamericanos buscan una respuesta a la pregunta: ¿quién puede sacarnos del pozo en que nos encontramos? La respuesta puede acentuar un fenómeno latente, cambiar de gobernantes que pagarán caro el costo de la crisis que llevó a la región a la peor contracción económica de su historia, cercana al 8% en el 2020 con 40 millones de personas caídas en la pobreza.
El malestar social demandando cambios se expresa con violencia en Chile, Perú, Guatemala y Colombia y no es una demanda pasajera que la pandemia transformó en una demanda permanente. Es el clamor de millones de latinoamericanos que padecen en carne propia la descomposición de un sistema que ve agotado un modelo de desarrollo neoliberal. Países como Ecuador, Chile y Perú, además, sometieron a la voluntad popular los anhelos de cambio en elecciones para elegir presidentes y representantes populares.
La respuesta de las fuerzas conservadoras del modelo cuestionado no se hizo esperar con despliegue de un guión repetido en diversos países, argumentos de una derecha política coludida en un frente internacional de alcance regional. No es pura casualidad que las estrategias fueran las mismas: defensa de libertades y democracias formales, campañas del terror para descalificar a sus oponentes bajo un discurso anticomunista, judicialización de la política para sacar del camino a sus contrincantes electorales, montaje de foros y debates presidenciales a la medida de sus candidatos, encuestadores contratados dispuestos a forzar la opinión popular en sus sondeos, amplificación del discurso en medios pautados para el efecto, etc. ¿Simple coincidencia continental o estrategias preconcebidas desde un frente común?
Un informe periodístico del sitio digital Brecha señala que recientemente “comenzó a difundirse en Argentina una investigación sobre la «reacción conservadora», es decir, sobre el entramado de asociaciones, partidos políticos, think tanks, medios de comunicación y corporaciones que forman parte de la nueva derecha en ese país, así como sobre sus vínculos regionales e internacionales”. El think tanks, como se sabe, es un tanque de pensamiento organizado en ministerios y agencias gubernamentales para investigar cuestiones bélicas y políticas públicas. Un laboratorio de ideas constituido por expertos en institutos de investigación, gabinetes estratégicos y centros de pensamiento, cuya función es la reflexión sobre asuntos de política social, estrategia política, economía, militar, tecnología o cultura. Una publicación reproducida en Eldiario.ar y en Página 12, hace referencia, con nombre y apellido, a políticos, periodistas, empresarios e influencers.
La Red Atlas
Entre los citados como parte de la red de la nueva derecha en Argentina figuran personas e instituciones relacionadas con la Atlas Economic Research Foundation (Fundación Atlas para la Investigación Económica), conocida como Atlas Network, una internacional de los llamados libertarians, defensores a ultranza del libre mercado y la propiedad privada que suelen identificarse como “anarcocapitalistas”.
La organización fue creada en 1981 por el empresario británico Antony Fisher, peón del thatcherismo y fiel entre fieles del ultraliberal premio Nobel de economía austríaco Friedrich von Hayek. La Red Atlas es una federación de fundaciones, centros e instituciones académicas que se propone difundir las políticas de libre mercado a lo largo y ancho del planeta. Entre sus postulados destacan la reducción de impuestos para empresarios a fin de estimularlos a crear empleo, la privatización de empresas públicas y del sistema educativo, el achique del Estado, el ataque a la influencia de los sindicatos y el desmantelamiento de los sistemas de previsión social, objetivos que figuran en las agendas de sus dirigentes.
El informe argentino menciona que la Fundación Ecuador Libre, creada por el actual presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, y premiada por la Red Atlas hace algunos años por sus «aportes a soluciones de libre mercado para la pobreza», tiene en su página web un documento que resume el pensamiento de los individuos y las organizaciones relacionados con este entramado. En el documento se lee: “El odio a los ricos y a la riqueza parece ser parte del ADN latinoamericano y contribuye enormemente al retraso de nuestros países (…) Ojalá entendiéramos que la acumulación de la riqueza es positiva y es la única vía segura hacia la disminución de la pobreza», dice el artículo, firmado por Paola Ycaza, una milipili ecuatoriana que dirigió el Centro de Estudios Económicos y Sociales para el Desarrollo de la Universidad Espíritu Santo de Quito”.
La Red Atlas que subvenciona think tanks, financia becas; imparte cursos, organiza reuniones, seminarios, y concursos, bajo el concepto de «proyecto de persuasión», según un documento elaborado a comienzos de 2020. El think tank ultraliberal creado por el Nobel de economía Von Hayek, es muy claro en cuanto a las definiciones de la red: “Somos una organización sin fines de lucro que nació para proponer soluciones privadas a problemas públicos”. Y cuenta con apoyo financiero de grandes corporaciones -Pfizer, Shell, Exxon Mobil, Philip Morris, Procter & Gamble-, a las que retribuye con “encuestas de mercado e investigaciones”. El presupuesto anual asignado de la Red Atlas bordea los 909 millones de dólares y la media de sus integrantes es alrededor de 500 mil.
El modelo exportado
El modelo de la Red Atlas que se disemina por América Latina se basa en un método perfeccionado durante décadas en Estados Unidos y Reino Unido, en el que los libertaristas se esforzaron por contener la marea favorable al Estado de bienestar que se dio tras la Segunda Guerra Mundial, según escribe el periodista estadounidense Lee Fang en la revista digital The Intercept. Para ese efecto la Red Atlas organizó una reunión en el exclusivo hotel Brick de Buenos Aires, en la que participaron exponentes de la nueva derecha política, social y empresarial de la región. Al foro estuvieron invitados el ex presidente argentino, Mauricio Macri; el escritor peruano y presidente de la Fundación Internacional por la Libertad, Mario Vargas Llosa, y el exministro de Hacienda de la dictadura chilena de Augusto Pinochet, Hernán Buchi. Como decisión del encuentro se creó una dirección para esta región del mundo, así surge a fines del 2018 el Centro para América Latina, liderado por el empresario mexicano Roberto Salinas León, propietario de TV Azteca. La expansión de la red ya cuenta con un centenar de organizaciones en América Latina, vinculadas a instituciones asociadas en los países centrales (204 en Estados Unidos y Canadá, y 135 en Europa), constituyéndose la región latinoamericana en uno de sus principales polos de crecimiento.
La red, según el informe argentino, cuida las apariencias y se “mueve discretamente en la órbita de gobiernos liberales, apoyando la implementación de políticas promercado”. Atlas tuvo “estrechos lazos con think tanks y organizaciones relacionados con el golpismo hondureño, venezolano y brasileño; los tiene con el fujimorismo, en Perú, y está ligada carnalmente a la Fundación Ecuador Libre, el macrismo en Argentina, y el trumpismo en Estados Unidos”, en cuya administración había prominentes integrantes del Atlas Network.
En la actualidad mantiene relaciones “con el entorno del presidente colombiano, Iván Duque (…) También apoyó a los gobiernos de Michel Temer y Jair Bolsonaro en sus reformas liberales y sus iniciativas para debilitar económicamente a los sindicatos brasileños”.
Consciente de que “el libertarismo no tenía buena prensa: demasiado evidentes eran sus lazos con los más ricos, había que democratizarlos”. La Red decide entonces transformarlos en una «ideología del bien común, preocupada por la situación de los más pobres», alentando actividades de beneficencia y filantropía de sus miembros, sin dejar, la idea de libertad. El 95 por ciento de las fundaciones de Atlas lleva en su nombre la palabra libertad, como la llevan los eventos, foros y seminarios que organiza.
La cita ecuatoriana
Con motivo del ascenso de Guillermo Lasso a la presidencia de Ecuador en mayo pasado, conspicuos representantes de la Red se dieron cita en Quito. Horas antes de la ceremonia se organizó en un hotel quiteño de la cadena Hilton el Foro Iberoamericano Desafíos de la Libertad, con eventual participación del colombiano Iván Duque, la peruana Keiko Fujimori, la venezolana María Corina Machado y la española presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cordialmente invitados por la Fundación Ecuador Libre, de Guillermo Lasso; la Fundación Internacional por la Libertad, de Vargas Llosa, y la Fundación Friedrich Naumann por la Libertad, de Alemania.
Paralelamente en Quito, en esa oportunidad, se anunció -por parte de su presidente José María Aznar- la creación de una filial latinoamericana de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES). La FAES Latam estará dirigida por el expresidente colombiano Andrés Pastrana que impulsó el Plan Colombia y se opuso a los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Aznar, durante el anuncio, no pudo ocultar “su preocupación por la debacle de la derecha chilena, la situación en Colombia y la posibilidad que entonces se vislumbraba de que Pedro Castillo derrotara a Fujimori en Perú”. Dijo en esa oportunidad que “al gobierno de Duque había que defenderlo con uñas y dientes, y ahora también al de Ecuador, la nueva cabeza de playa del liberalismo en la región”. Aspiracional inocultable de los postulados de la Red Atlas que, con no pocas coincidencias, están ligados a fundaciones afines al think tank neoliberal.