Las elecciones presidenciales peruanas son el nuevo laboratorio en el cual el país sudamericano ensaya antídotos para sus males sociales bajo fórmulas que lo inoculen frente a la miseria y la injusticia social. Los peruanos buscaron crear defensas frente a la crisis en alternativas disimiles, propuestas por la derecha y la izquierda políticas representadas por las candidaturas de Keiko Fujimori y Pedro Castillo, respectivamente. La primera agrupa a la derecha tradicional unida bajo Fuerza Popular, organización liderada por la hija del ex dictador Alberto Fujimori, preso por juicios de corrupción; el segundo, un profesor de primaria que forjó su trayectoria política como lider del magisterio en las luchas gremiales.
El proceso electoral del Perú evidenció un conocido guión ejecutado en otros comicios presidenciales latinoamericanos con similares componentes a los de Ecuador: unidad electoral de la derecha bajo la bandera del anticomunismo en supuesta defensa de la libertad y la democracia formal amenazadas, fórmulas económicas del recetario neoliberal fondomonetarista con propuestas de reforma a los sistemas laborales y tributarios, privatización de servicios y reducción del rol del Estado frente a necesidades sociales, apoyo irrestricto de los medios de información tradicionales, montaje de debates electorales concebidos a la medida de la candidatura conservadora, encuestadoras que crearon un clima de incerteza posicionando la idea de “empate técnico” entre las candidaturas finalistas.
Opciones finalistas
Keiko Fujimori Higuchi, Administradora de Empresas fue primera dama en los años 1994 al 2000 durante la presidencia de Alberto Fujimori, en uno de los gobiernos más corruptos de la historia del país, acusado de violaciones de los derechos humanos y del autogolpe de Estado de 1992 con apoyo militar. Lideresa de Fuerza Popular, buscó sin éxito llegar a la presidencia en las elecciones de 2011 y 2016, en ambas ocasiones resultó derrotada. En octubre de 2018, es detenida por cargos de lavado de activos en el marco de investigaciones de aportes irregulares de campaña y de escándalos de corrupción siendo liberada a fines de 2019, regresa a prisión en enero de 2020 y es liberada en abril de ese año.
Durante la huelga del magisterio peruano en el año 2017 emerge la figura de Pedro Castillo, profesor de origen humilde nacido en la localidad de Cajamarca. Castillo fue rondero durante su juventud y llegó a ser dirigente nacional de la Organización de Rondas Campesinas. Como docente de primaria y presidente del Comité de Lucha de las bases regionales del SUTE, Castillo se hizo conocido a nivel nacional por ser el principal dirigente en la huelga magisterial de 75 días y como miembro del comité de Cajamarca de Perú Posible. En 2020 anunció su postulación a la presidencia de la República por el partido político Perú Libre.
El nuevo Perú
Conocidos los resultados del balotaje, Keiko Fujimori denunció un supuesto “fraude electoral”, recurrente táctica de la derecha cuando pierde una elección. “Existe una clara intención de boicotear la voluntad popular”, afirmó sin pruebas Fujimori. Esa misma voluntad popular daba como ganador con el 50,19% a Pedro Castillo, sobre el 49,80% de su oponente, habiéndose escrutado oficialmente el 99,8% de los votos. El candidato de la izquierda rechazó las acusaciones de fraude lanzadas por Keiko Fujimori. En un mensaje publicado en Twitter, Castillo consideró una provocación de su rival para generar el caos el pedido de nulidad de los votos emitidos en 802 mesas en todo el país.
Perú se dispone a emprender un nuevo derrotero político liderado por Castillo, una propuesta de cambio estructural con matices diversos al reformismo progresista. Se trata de una visión ideológica que se propone una transformación radical de la sociedad peruana caracterizada por una crisis que profundizó la pandemia y que corresponde a la vigencia de un modelo neoliberal impuesto por la derecha peruana en la fase del capitalismo “salvaje” de los años noventa y vigente hasta el día de hoy en el país sureño. Contra ese modelo considerado agotado en el Perú, el hoy presidente electo Pedro Castillo, militante de Perú Libre de orientación marxista, se dispone a iniciar una Reforma Agraria en el campo de una economía agrícola, estatización de empresas estratégicas del país en los rubros mineros, gasíferos y petroleros, replantear el sistema de pensiones de la seguridad social privada de las AFP, reformar los tratados internacionales de comercio suscritos por el Perú, fomentar una “economía popular con mercados”, incrementar los presupuestos de Salud y Educación, entre otras políticas públicas, en la perspectiva de una nueva Constituyente que deje atrás la Constitución de Fujimori de 1993.
El proceso político peruano amerita especial atención, puesto que se trata de un viraje hacia el socialismo del siglo XX que hace cuatro décadas se expresó en Chile por la vía electoral con el triunfo del presidente Salvador Allende. Una tendencia que se creía superada por la historia, y que hoy en el Perú irrumpe con clara visión de clase, cuya plataforma desplaza y reemplaza a la visión anti “oligárquica” progresista del llamado socialismo de siglo XXI, con una proyección histórica de cambio social estructural.
El fenómeno peruano introduce nuevos elementos ideológicos en el debate por el poder político en la región y que para la derecha constituye la “pérdida de libertad y democracia formal”, afirmación infundada y desmentida por Pedro Castillo, que luego de declararse ganador se ha comprometido a respetar los valores libertarios y democráticos en una nueva era política de su país.