Gracias a las nuevas formas de comunicación instauradas por la tecnología en el mundo virtual, la carta en el mundo real pasó a ser un elemento simbólico de la expresión social y política. Algo similar sucede con la Carta de Madrid, documento suscrito por Vox, una organización de ultraderecha española que fue firmado por diversos representantes latinoamericanos de la tendencia cuya preocupación se concentra en la geopolítica sudamericana.
El manifiesto es el resultado diplomático de la invitación hecha a varios políticos españoles encabezados por Víctor González y Hermann Tertsch militantes de Vox, y el rey Felipe VI de España a la ascensión de Guillermo Lasso, al que se adhirieron varios políticos ecuatorianos, entre otros, Otto Sonnenholzner quien sostuvo que «hay personas firmantes de todas las vertientes políticas de diferentes países de la región”.
Los activistas que suscriben la Carta de Madrid tienen en común su lucha anticomunista. El documento fue engendrado por una llamada Fundación Disenso, cerebro ideológico de Vox, bajo la convicción de que algunos países de Latinoamérica se encuentran secuestrados “por regímenes totalitarios de inspiración comunista y apoyados por el narcotráfico”, iniciativa de origen cubano que agrupa a países progresistas de la región. La Carta de Madrid sostiene que el comunismo supone “una seria amenaza para las naciones, libertades y derechos”, agenda ideológica que defienden fundamentos tales como la defensa de la propiedad privada, del Estado de derecho y la ley vigente, independencia de poderes y la libertad de expresión. Dogmas que, según los suscritos, deben ser defendidos por el activismo de la sociedad civil con apoyo de los medios de comunicación y la academia.
De manera explícita la carta se propone “la reivindicación de la herencia de la civilización occidental, el legado cultural de España en el mundo y su vocación europea y americana”. La práctica política de los autores de la misiva se caracteriza por sostener posturas radicales y conservadoras respecto del nacionalismo, armamentismo, racismo y ambientalismo, además del rechazo al aborto. En Ecuador estos postulados conforman la hoja de ruta en común de grupos «provida» y movimientos de la derecha tradicional, muchos de ellos de nombres conocidos como los de Fernando Balda y Esteban Torres, asambleísta militante del PSC.
El lobby político da resultados a la derecha regional. Las coincidencias en torno a la declaración comjunta tuvo origen en Quito durante las reuniones que Guillermo Lasso sostuvo de manera bilateral con varios de sus invitados el 24 de mayo reciente. Un consenso inspirado en la Carta de Madrid firmada originalmente el 26 de octubre de 2020 en esa ciudad, cuyo contenido afirma «defender la libertad y la democracia en la zona iberoamericana en contra de los regímenes totalitarios de inspiración comunista y socialista», poniendo al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla dentro de las iniciativas que marcan esta dirección ideológica. El domingo pasado se hizo público que figuras de la política local se adhirieron a la carta, entre ellos el excandidato presidencial Pedro Freile que terminó cuarto en la primera vuelta electoral de febrero. Bajo el planificado consenso, los contertulios entre los que destacan Pedro Duart, actual gobernador del Guayas; Alejandro Ribadeneira, secretario de Educación Superior y Fernando Donoso, ministro de Defensa, definieron la importancia de sus carteras de Estado en la estrategia regional contra el comunismo clásico que forma “parte de un largo proceso internacional de combate al Socialismo del siglo XXI”.
El foro español es caldo de cultivo para nuevas propuestas ideológicas antiprogresistas acuñadas en la búsqueda de aliados internacionales en la región sudamericana. Quienes se han convocado bajo los términos de la Carta de Madrid niegan toda intencionalidad partidista, contrariamente hablan de una espontánea adhesión suscrita en contra de “un modelo perverso” representado por el progresismo, a condición de que los una la diversidad ideológica en búsqueda de un frente amplio, estrategia de reciente ejecución por las fuerzas conservadoras regionales.
Esto ocurre en Ecuador, mientras en Perú similares estrategias de la comunicación política instan a las empresas de opinión a crear un clima de incertidumbre respecto de los resultados en las elecciones presidenciales del 6 de junio en ese país. Las encuestadoras que ahora crean opinión pública y ya no solo la registran en sus sondeos, hablan de “empate técnico” entre la candidata derechista Keiko Fujimori y el postulante socialista Pedro Castillo, construyendo un clima político en donde todo puede suceder.
La derecha regional aprende tácticamente de lo que la izquierda sudamericana no hace en terminos estratégicos, y la Carta de Madrid calza como perfecto símbolo. La conformación de un frente internacional, aplicación de alianzas coyunturales y la identificación de un solo enemigo, cartas que saca de la manga en la lucha contra el comunismo como su objetivo común.