En un mundo que naufragó entre victorias y derrotas, entre muchos muros y pocos puentes, entre sombras y luces, entre el sentimiento y la razón, a veces nos cansamos. Pero hay cansancios y cansancios. Hay quienes se cansan de la realidad y quienes se cansan de la ficción. Hay quienes se cansan de la vida y quienes se cansan de la muerte. Hay quienes se cansan de vivir y morir todos los días. Hay quienes se cansan de los farsantes y las farsantes nuevas y viejas que caminan por la política, el periodismo, la burocracia, en fin, por la vida real de cada día. Hay quienes se cansan en su esfuerzo cuando hacen deportes. Hay quienes se cansan de creer. Hay quienes se cansan de consumir y consumir pero nunca dejan de hacerlo. Y hay quienes nunca se cansan de consumir por consumir. Hay quienes no se cansan de acumular dinero, y cosas y huecos pensamientos. Hay quienes transforman el cansancio en indignación. Hay quienes superan el cansancio con utopias que nunca llegarán. Hay quienes se mueren de cansados. El mundo está cansado. Buena parte de los habitantes del planeta están cansados pero sobreviven en su camino sin saber a dónde van. Entonces, podríamos irnos a volver por los cansancios del camino.
Vamos y venimos de algunos cansancios. De algunos caminos. Pero, ¿cómo caminar en medio del cansancio? Con el cansancio. Con el violín. ¿Cómo caminar con un violín a cuestas? El violín y el cansancio pueden ser el mismo, o no, en el camino de la música y la poesía Niccolò Paganini podría interpretar el Caprice 24. Entonces, podría quedar de fondo de un poema:
Hay veces que uno se cansa
del desayuno y el almuerzo,
del sol del mediodía y de la lluvia,
de las mentiras y verdades.
Hay veces que uno se cansa
de los amigos y los enemigos
de los revolucionarios de escritorio
y de los escritorios,
de las televisiones en blanco y negro,
sobre todo cuando son a color y digital.
Hay veces que uno se cansa
de los buenos días y las buenas noches,
de construir atajos hacia los sueños
para despertarse después,
de los sueños mal dormidos y mal soñados.
Hay veces que uno se cansa
de las bombas y los camiones matando
con la excusa de un Dios,
Hay veces que uno se cansa
de Dios y sus voceros,
y los cuentos para justificar
la vida y la muerte.
Hay veces que uno se cansa
del petróleo y los supermercados
del consumo y de los consumistas,
de los gobiernos mal encuadernados
y la historia mal contada,
de la geopolítica y las redes sociales.
Hay veces que uno se cansa
de la vida y de la muerte,
de los muertos y los vivos.