El silencio otorga. Callar frente a la campaña de lavado de imagen de Lenin Moreno montada por la Secretaría General de Comunicación de la Presidencia sería convertirse en cómplices de una ampulosa retahíla de afirmaciones que agreden la inteligencia de los ecuatorianos. En honor a la verdad amerita desmitificar la manipulación de la comunicación oficial, a través de invasivas cadenas nacionales que pretenden pasarnos gato por liebre. No hay momento del día, cada corto tiempo, que la televisión no interrumpa su programación habitual para dar paso a comunicados del gobierno en horarios preferenciales, se supone de mayor sintonía. Una campaña con recursos estatales para mentir sin escrúpulos acerca de la gestión presidencial del mandatario despedido con afirmaciones grandilocuentes, imposible de respaldar en cifras veraces y creíbles, que no son otra cosa que el producto de la fantasía desprovista de imaginación.
En uso y abuso de la pantalla de medios privados y públicos los mensajes en cascada quieren hacernos creer aquello que no existe, subestimando la inteligencia del telespectador, pretendiendo hacernos comulgar con ruedas de carreta en impúdica desfachatez. La vocación para mentir de los funcionarios presidenciales resulta estrepitosa, comenzando por el Primer mandatario con mensajes ampulosos y mentiras planificadas. Se afirman hechos inverosímiles en frases como “sembramos futuro”, “no hemos dejado de seguir construyendo escuelas, hospitales, centros médicos, carreteras y mantener la obra física con la que contamos”. En consecuencia que en los hospitales del IESS y del Ministerio de Salud -Eugenio Espejo y otros- la gente muere cada día en trágica cantidad por falta de medicinas y otros insumos médicos, y el personal tiene que hacer plantones en la calle para reclamar sus honorarios. En tanto, las carreteras antiguas sin mantenimiento se las lleva el agua a la primera lluvia provocando inundaciones de caseríos y sembríos con afectación a cientos de ciudadanos.
“La prioridad del gobierno ha sido el bienestar de los seres humanos”, dice una frase colgada en el portal de la Secretaría General de Comunicación de la Presidencia, la misma que es leída en el teleprompter por Moreno en cada cadena oficial de televisión. Sin embargo, el régimen agonizante ha sido incapaz de cumplir con la elemental vacunación a los ecuatorianos en manos de ministros inmorales que prefirieron inocular a familiares y amigos con recursos del Estado, y luego huir del país. El gobierno cita cifras imposible de comprobar: 10.500 kilómetros de carreteras, 150 mil viviendas gratuitas construidas, 1.500 centros médicos “repotencializados” y 1.289.962 vacunados hasta el 9 de mayo, con ofrecimiento de vacunar a dos millones de ecuatorianos hasta el 24 del mes en curso. No obstante que el proceso de vacunación se ha convertido en odiosas jornadas de espera, maltratos y frustración para miles de adultos mayores en todo el país. En contraste la manipulación oficial desde la Presidencia afirma que “la red de protección social más grande del país es un legado social del gobierno”. Se afirma que se abonaron 75 millones de dólares como anticipo para la compra de 20 millones de vacunas y que el incumplimiento en las metas de vacunación masiva “es culpa de las farmacéuticas que han incumplido en la entrega del medicamento”.
Otra ampulosa afirmación dice: “Actuamos de manera correcta”. Sin embargo, queda pendiente de indagación fiscal y juicio de corte la entrega de hospitales a una mafia de delincuencia organizada para el tráfico de insumos médicos con sobreprecio, concesión de falsos certificados de discapacidad otorgados por el Ministerio de Salud, robo de medicinas en hospitales públicas, listas de vacunados VIP adláteres del régimen, tráfico de influencias en contratación pública, desvanecimiento de glosas privadas con la presunta complicidad de funcionarios de la Presidencia y contralor obsecuente, y un largo escandaloso etcétera de corrupción oficial en el gobierno de Lenin Moreno. Régimen catalogado como “el peor de la historia” que termina su gestión con un pírrico 4% de aprobación y credibilidad popular. El inefable Moreno, en justificación, se miente a sí mismo: “Los que actuamos de manera correcta no somos populares”, y a renglón seguido afirma, “mi popularidad es del 30%, en las encuestas no hay que creer mucho”.
Otra falacia: “no queda la mesa servida”, ha dicho Moreno. Pero sí un banquete de instituciones cooptadas, fiscalías portátiles, cortes obsecuentes, contralorías de contralores tras las rejas, puesta en escena de un guión oficial realizado, a partir de una Consulta Popular amañada en el 2018 que otorgó patente de corso a un vergonzante CPCCS y a su presidente, organizados a la medida de un servicio puesto en bandeja para los fines oficiales. Hacer de las suyas fua la carta blanca: nombrar a dedo a funcionarios afines, endeudar al país al chulco transnacional, dejar leyes hechas ad hoc para entregar el BCE a la banca privada, precarización laboral y reformas a la recaudación de impuestos al empresariado.
Luego del banquete, la guinda del pastel. Un azaroso encuentro organizado en Miami, en un lujoso hotel privado, concluye el lavado de la imagen de Lenin Moreno en boca de expresidentes, Secretario de la OEA, burocracia diplomática y medios afines, entre otros aduladores transnacionales. El propósito, sacralizarlo como el “adalid de la democracia y la libertad” continentales, en un montaje que otorga pasaporte a la impunidad al agonizante presidente ecuatoriano. Pese a todo, Moreno se quejó ante sus lisonjeros que no tuvo “un mejor pueblo”. Contrariamente, el pueblo no tuvo un mejor presidente, al que no derrocó por temor o favor.
El silencio otorga y la mentira contribuye. La falsa versión de la verdad acerca del régimen saliente es una subrrealidad posible tan solo en la cabeza de Lenin Moreno, un político obnubilado por el sript de los imaginativos asesores de comunicación de la presidencia.