El odio en política es un mal consejero. La política es una acción que se la debe hacer con el cerebro, en última instancia con el corazón, pero jamás con el hígado. Los “expertos estrategas” que asesoran actuar con odio, enturbiar el panorama y hacer campañas sucias -como suele hacer Durán Barba-, son suicidas con muertos ajenos, es decir, llevan al desastre a sus asesorados (Macri, Rodas, entre otros). Y ahora Lasso, asesorado por el experto marketinero, da un paso suicida y lidera la antropofagia política con que la derecha inaugura su gobierno del desencuentro.
El odio, y no otra cosa, explica que la derecha económica y política se haya convertido en antropófaga devorándose a sí misma, mediante un acto de traición a sus propios aliados de la tendencia.
Todavía no asume el poder y Lasso ya tiene enemigos caros -no gratuitos-, sus asociados a quienes mintió y terminó traicionando. La derecha antropófaga da un mal paso por sus apetitos desmedidos y se autodevora políticamente. Los banqueros han hecho su peor negocio: traicionar a los cófrades que los llevaron al poder. Se acabó la gobernabilidad de su presidente y se abre la posibilidad de una caída a corto plazo o el sustento en el poder mediante la fuerza. La antropofagia política de la derecha no tiene otro nombre que la felonía que demuestra quiénes realmente son, su verdadera estirpe de mercaderes.
¿Cómo creer a Lasso el cuento del encuentro cuando se desencuentra y traiciona a sus propios aliados que lo ayudaron a encumbrarse en la presidencia? El traidor electo ha mostrado su verdadero rostro de mercader sin principios, de traficante de la palabra y de embustero a ultransa. Con él la tendencia neoliberal derechista se ha desenmascarado, una vez más para los incrédulos, como una ideología perversa, amenazante para la convivencia social de una nación. Mentirosos y oportunistas que no creen en otra deidad que no sea el dinero, la democracia es una espina atravesada en su ávida garganta, la libertad el trapo que manosean cuantas veces sea necesario. Son una especie mal concebida y mal engendrada en el ejercicio de una política convertida en basura.
Cualquiera sea la salida de la confusa componenda parlamentaria lo hecho, hecho está. Sea que el PSC consiga votos para un candidato de sus filas a la presidencia de la Asamblea Nacional, sea que CREO aglutine a PK e ID con algunos independientes, Lasso ya perdió toda gobernabilidad a priori. Con una salvedad. Pachakutik y los suyos anunciaron “un pronto acceso al poder”. ¿Cómo lo conseguirán, con una revuelta indígena y el golpe de Estado fraguado en el parque de El Arbolito, bloqueando carreteras, incendiando Quito? El país ya aprendió la lección de los golpistas sin claros destinos políticos y de los románticos socialdemócratas que siempre terminan traicionando a la izquierda y a la derecha.
En política todo puede suceder. ¿Cómo explicar al país que la traición es una de las opciones posible, que la antropofagia política es una innovación criolla de vieja data?
Lasso y su bancada no solo traicionó a su aliado PSC, además se descompone ante UNES -a cuyo candidato injurió de mentiroso-, resulta que ahora hay que pedirle al banquero que no mienta ni traicione otra vez. UNES, aun en incómoda posición mantuvo su palabra mostrando consecuencia pese a la “alianza” parlamentaria con sus contrincantes. Lasso llama a un encuentro con dios y con el diablo y termina traicionando a ambos. Ahora el país será regentado por un político sin palabra, convertido en presidente sin firma válida, a la cabeza de una nación tantas veces traicionada. ¿Hasta cuándo?