El conflicto árabe israelí visto a la distancia parece un hecho incomprensible y de nunca acabar. La guerra que enfrenta a judíos y árabes por más de 70 años adquiere actualidad mediática cada cierto tiempo por cruenta y por formar parte ya del paisaje político y militar del Oriente Medio.
Esta semana las maniobras militares han recrudecido con bombardeos a sitios residenciales árabes en la Franja de Gaza y a barrios judíos en Jerusalén. Al menos 24 personas, incluidos nueve niños y un alto comandante de Hamas -organización palestina-, se contaban entre las víctimas, producto de los bombardeos aéreos de Israel en represalia al lanzamiento de más de un centenar de cohetes desde territorio palestino.
Según información de agencias informativas internacionales, el detonante de los enfrentamientos actuales es la amenaza de desahucio contra docenas de familias palestinas en el vecindario de Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este, que se han visto inmersas en una larga batalla judicial con grupos de colonos israelíes que tratan de comprar propiedades en la zona. Los ataques de fuerzas israelíes tienen lugar en días de protestas del pueblo palestino en Jerusalén Este, sector palestino de la ciudad ilegalmente ocupado y anexionado por Israel. La semana pasada, más de 200 personas resultaron heridas en los choques en los disturbios más violentos desde 2017 en este sector.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) encabezada por Mahmoud Abas, denunció la agresión bárbara de las fuerzas israelíes. La orden provino del jefe del Estado Mayor israelí que había dispuesto reforzar las tropas en el sur del país. El ministro de Defensa, Benny Gantz, ordenó movilizar a 5.000 soldados en la reserva para ampliar la campaña “y dar más profundidad al frente de defensa nacional”. Israel ataca a la población palestina provocando muertos, gran cantidad de heridos y una situación dramática para cientos de familias. La organización Hamas reivindicó el lanzamiento de proyectiles hacia Israel como represalia y condena a lo que calificó de “crímenes y agresiones israelíes” en contra del pueblo palestino. Benjamin Netanyahu, premier israelí, advirtió que su gobierno reaccionará con fuerza; “el que ataque pagará un precio alto”.
En la organización de Naciones Unidas hubo condena a los ataques de Israel y se llamó “a buscar una conversación que permita detener la violencia”, mientras que Estados Unidos se opuso a un pronunciamiento del Consejo de Seguridad del organismo. No es la primera vez que la ONU cumple un rol pasivo frente a conflictos armados de la humanidad remitiéndose ha “llamados a la paz” inoficiosos. La burocracia dorada de la diplomacia de una organización supeditada a los intereses norteamericanos ha convertido su labor en una mediación ineficaz frente a problemas como la guerra en Siria, en circunstancias que la ONU no ha podido evitar que se agrave el conflicto. Los derechos LGTB en Rusia que son permanentemente violados. El cambio climático y la negación de potencias como EE.UU, entre otras, de negarse a suscribir acuerdos de protección ambiental. La invasión de Irak y el rescate a Grecia.
En los anales de la historia árabe israelí, el conflicto tiene origen en la reivindicación de ambos pueblos a un Estado independiente, sobre una dimensión territorial soberana que haga posible la convivencia pacífica en la región mesoriental. El Medio Oriente es una región que comprende a Egipto, a las tierras arábigas al este de Egipto, a Turquía e Irán. Incluye también el estado judío de Israel, establecido en 1948.
Al finalizar la primera Guerra Mundial (1918), las potencias vencedoras reorganizaron el mapa europeo con el fin de debilitar a Alemania. En el Oriente medio había “vacíos” que llenar, Turquía se convirtió en república y el resto de territorios de la región fueron repartido entre Gran Bretaña y Francia, excepto el caso de Palestina. Desde 1920 organizaciones sionistas habían pugnado por la creación de un Estado judío en Palestina, territorio habitado por una población de origen árabe. La llegada de inmigrantes judíos a la región provocó las primeras tensiones y enfrentamientos entre palestinos, árabes y autoridades británicas. En la década de los años cuarenta, al finalizar la segunda Guerra Mundial (1945), árabes y judíos reivindicaron el derecho a un Estado propio. Organizaciones como “Amantes del Sión” estimularon la migración judía a la “tierra prometida”, que no era otra cosa que territorios árabes en Palestina.
En 1948 estalla la primera guerra árabe israelí que enfrentó al ejército del recién fundado Estado de Israel y los árabes del Líbano, Siria, Iraq, Reino de Egipto y Transjordania, opuestos a la creación del Estado judío. La guerra terminó en 1949 con la victoria militar de Israel y tuvo como resultado la expansión judía en la región. Como consecuencia de la guerra, el recién creado Estado de Israel alcanzó los 20.000 km² al ocupar la Galilea occidental (Nazareth), el sur de la franja costera hasta Gaza y un corredor a través de los montes de Juedea, que incluía el sector occidental de Jerusalén. Más de medio millón de árabes se refugiaron en Jordania y la franja de Gaza (bajo administración egipcia). Israel hoy tiene tratados de paz vigentes con Egipto y Jordania y tratados de alto el fuego con el Líbano Siria y Arabia Saudí, también existe un acuerdo provisional con Palestina, que supone el establecimiento de una especie de protectorado israelí sobre zona palestina y un alto el fuego parcial.
En la actualidad, las principales cuestiones en discución son la soberanía sobre la Franja de Gaza y Cisjordania, el estatus de la parte oriental de Jerusalén, de los Altos del Golán y de las Granjas de Shebaa, el destino de los asentamientos israelíes y de los refugiados palestinos, el reconocimiento de Israel y Palestina como Estados independientes, el derecho de ambos a existir y vivir en paz al abrigo de amenazas y actos de fuerza, así como la relación de Israel con Siria y el Líbano.
La vigencia de un Estado independiente supone territorialidad, autonomía política y soberanía internacional, lengua, cultura, costumbres y buena vecindad que haga posible la convivencia pacífica. La historia árabe israelí es una historia escrita con sangre, a la sombra del mito histórico de supuestas tierras prometidas, creado ancestralmente y estimulado hoy por el sionismo militarista. Israel se ha convertido en la punta de lanza de la geopolítica norteamericana en la región del Medio Oriente, independientemente de que cada pueblo tenga derecho a un Estado libre y soberano sustentado sobre la coexistencia pacífica entre naciones y no en invasiones territoriales. En la región permanecen en juego intereses geopolíticos de potencias capitalistas que pretenden dibujar un mapa hegemónico por el dominio del mundo.