El Covid-19 desafió al planeta a una guerra sin tregua la misma que a partir de mutaciones y rebrotes virales no sabemos con certeza si la estamos perdiendo o ganando. Lo que sí sabemos es que en una guerra lo primero que muere es la verdad y con ella se pierde la información en boca de agoreros o negacionistas que proclaman desastres más allá de los existentes. En esa labor se destacan presidentes, ministros de salud, analistas voceros, comunicadores para generar un escenario apocalíptico. Tal vez sea una forma de justificar su incapacidad para manejar la crisis sanitaria, la carencia de políticas públicas de salud y hasta un manejo irresponsable anecdótico de la estadística.
También es cierto que el coronavirus puso a elegir al mundo entre la vida y la muerte, en diversas formas. El personal médico, en primera línea, libra una batalla sin igual pero la verdadera guerra está en la población. Ambos, médicos y pacientes, ponen los muertos, engrosan las cifras en todos los continentes. Y para muchos resulta ser la batalla final. Esa batalla se la libra en dos sentidos, enfrentando la muerte que da capotazos en una sala hospitalaria de espera, en una UCI sin oxígeno o en el hogar abandonado cada cual a su suerte. La otra manera de que la batalla contra el virus tiene carácter de finiquito, es reduciendo la incidencia de contagios para evitar que hospitales, funerarias y cementerios colapsen.
Es una guerra donde muere la verdad y también muere la bondad, esa capacidad de seguir siendo solidarios. En ambos casos se observa un sistema de relevo inadecuado, y gobiernos que responden a la crisis conforme su ideología neoliberal o social, el virus los hace mas indolentes y egoístas y saca lo peor de nuestros sistemas de vida.
Es el caso de EE.UU con Trump, de Brasil con Bolsonaro y de la India con un sistema ancestral basado en mitos e ignorancia colectiva, estos gobiernos olvidaron que la guerra se la gana ganando la paz, fortaleciendo los servicios públicos de salud y educación, potenciando la soberanía alimentaria y la economía solidaria. O la democracia sirve para la vida o no sirve para nada. En El Salvador el Congreso destituyó a jueces que mostraron indolencia frente a las necesidades sociales de la población. En Ecuador debemos seguir el ejemplo y mandar a la cárcel a ex ministros de salud fugados y responsables del peor manejo de la pandemia en el mundo.
Hay una verdad que agoniza: el coronavirus es el virus de la pobreza. A un gobierno debe irle bien en el manejo de la crisis, pero mejor debería irle al pueblo con el gobierno de turno.
La vacunación denostada por intereses económicos y políticos se ha convertido en el escenario de una batalla donde está, literalmente, en juego la vida. Los negacionistas se rehúsan a vacunarse y de ese modo son portadores del contagio de millones de personas. En los Estados Unidos los sitios de vacunación pública lucen vacíos, lo mismo en Israel y Brasil, producto de campañas mediáticas insólitas que desestimulan a la población frente a la inoculación masiva. En Ecuador tres cadenas de television se han dedicado a desprestigiar el sistema de vacunación del IESS con el propósito de crear condiciones de privatización institucional.
La verdad es una sola. Toda la población debe vacunarse, aun cuando ya le haya dado Covid. Ecuador, con una inversión de 266 millones de dólares financiados se dispone vacunar a 10 millones de personas, pero muestra un lento proceso de inmunización colectiva desde el Ministerio de Salud. Existe población de mayor riesgo frente al virus, adultos mayores, enfermos catastróficos, mujeres embarazadas que deben vacunarse a la brevedad posible.
Cierto es que ha aumentado la desconfianza y el miedo frente a la vacunación por el mutuo desprestigio entre las marcas y eso ha hecho que el interés por la vacuna disminuya, con grave riesgo de que el virus se extienda con nuevas cepas por toda la población. Los sistemas de vacunación forman parte de la salud pública y no son optativos, debe ser obligatorios. Ecuador necesita implementar una campaña masiva que indique reacciones y beneficios de la vacunación y luego realizar un seguimiento al proceso después de la segunda dosis.
El Estado debe actuar con datos reales de nuestra comunidad local no con juegos matemáticos provenientes de otras realidades. La verdad en la guerra es la primera que muere, y esa verdad está gravemente herida por la irresponsabilidad de los juguetones con cifras como en un bingo mortal.
Los especialistas han identificado cuatro factores del repunte e incremento de contagios: las super reuniones con aglomeraciones en sitios cerrados, la existencia de nuevas mutaciones del virus más agresivas con doble capacidad de contagiar y matar, desinformación de la población que le hace creer en mitos relacionados con el tema. La verdad que aún prevalece: o te vacunas o te mueres.
Los mismos especialistas han detectado que por sobre los efectos secundarios que puede provocar una vacuna son muchos los beneficios que proporciona en función de la vida. El doctor Mauricio Valencia, Máster en Salud Pública y Salud Global, en entrevista para Radio La Calle, puntualizó varias recomendaciones una vez que se haya recibido la vacuna contra la COVID-19.
¿Qué es aconsejable hacer tras recibir este medicamento?
–Toda vacuna tiene un grado de reacciones: algunas frecuentes, infrecuentes y otras raras. Las vacunas de Sinovac, Pfizer y AstraZeneca pueden generar reacciones similares a cualquier vacuna: dolor en el punto de vacunación (brazo), fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular y dolor de articulaciones. Hasta ahora, no existe un estudio que evidencie que alguna de las vacunas genere reacciones adversas con mayor frecuencia. Sin embargo, como se trata de vacunas de emergencia, lo que sí producen es malestar general. Todas las reacciones duran entre uno a tres días máximo. En caso de presentar fiebre intensa es aconsejable tomar Acetaminofén o Paracetamol, señala el especialista, ingerir estos medicamentos sin tener fiebre, es inútil. El galeno aconseja además no hacer esfuerzo físico extenuante, tener buena hidratación y reposo relativo. Pero en ausencia de síntomas, la persona debe seguir su rutina diaria.
¿Qué tipo de reacciones infrecuentes existen?
-La posibilidad de presentar trombos o coágulos es de 0.0003 %. Hay más probabilidades de sufrir complicaciones al contagiarse de COVID-19, el beneficio es mucho mayor que el riesgo de ponerse la vacuna. Por eso, es recomendable inocularse contra el virus. En caso de sentir fatiga, es recomendable no exponerse de forma exacerbada al sol, es mejor descansar. Siempre debemos estar atentos a cualquier signo de alarma, pero en general no se presentan eventos raros. Quiero señalar, sin embargo, que la vacuna AztrasZeneca ha provocado casos mínimos de trombos, 17 días después de la inoculación en mujeres en edad fértil.
¿Vacunas en personas en período de gestación?
-No hay evidencia, aún, sobre la seguridad de inocular a mujeres embarazadas; hacerlo no sería responsable porque el metabolismo de una persona embarazada es muy diferente. Por otro lado, en mujeres en período de lactancia sí se ha puesto la vacuna y no ha generado reacciones adversas. A través de la leche materna se transfiere anticuerpos a niños y niñas, incluso ahora, los científicos ya aprobaron la vacuna en menores de 12 años.
Yo recibí la vacuna Pfizer el día de ayer por la mañana en un centro de salud del IESS, de manera organizada y rápida. Esto desmiente la campaña mediática de desprestigio del Seguro Social en su plan de vacunación de adultos mayores, con el protervo fin de privatizarlo.
Solo en la noche se presentó un dolor agudo en el sitio del pinchazo, además de un leve malestar general con decaimiento, eso es todo. Por sobre estos mínimos síntomas siento alegría de haber sido vacunado y desear que todos los ecuatorianos, a corto plazo, sientan similar alegría de estar protegidos. Es un derecho elemental en esta batalla final.