En viaje de despedida se encuentra Lenin Moreno en los EEUU convocado a participar en el “Foro para la Defensa de la democracia”, que tiene lugar en la ciudad de Miami. El encuentro organizado por la fundación Instituto Interamericano para la Democracia, se propone tratar “acciones concretas para defender la democracia”.
El foro se realiza en un claro contexto latinoamericano cuando fuerzas políticas del progresismo retornan, han retornado al poder o están a punto de hacerlo, como es el caso en Argentina, México, Brasil, Perú, mientras que en Chile y Colombia se libran duros enfrentamientos entre los gobiernos en esos países con amplios sectores ciudadanos de oposición. Ecuador constituye una excepción, país que acaba de concluir un proceso electoral en el que las fuerzas del progresismo fueron derrotadas por la derecha política. Sin duda este hecho de algún modo explica la invitación hecha a Lenin Moreno como orador principal del encuentro de Miami.
La invitación implica mostrar de ejemplo cómo la derecha contiene a la izquierda progresista en tiempos de pandemia, con una crisis social de inusitadas proporciones sobre sus hombros. El paradigma ecuatoriano resulta útil a los propósitos de quienes entienden la democracia como “ausencia de dictaduras”, entendidas en la actualidad como “gobiernos del socialismo del siglo XXI”, estigmatizados como autoritarios o totalitarios.
Estrecho alcance del concepto para un foro regional, puesto que la democracia es una categoría política global que abarca muchos otros aspectos de la vida de una nación. Los que se dan cita en Miami relacionan la democracia con una dinámica de mercado, bajo el economicismo empresarial que caracteriza a las tesis neoliberales de libertad de empresa, desregulación económica, flexibilización laboral, exenciones tributarias, entre otras.
Basta observar los concurrentes al foro para darnos cuenta de que quiénes están más interesados en “defender la democracia” frente a supuestos enemigos comunistas. En el foro participan los mandatarios de Paraguay, Mario Abdo Benítez; de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada; y de El Salvador, Nayib Bukele; el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y varios expresidentes como el argentino Mauricio Macri, el colombiano Andrés Pastrana, el costarricense Luis Guillermo Solís y el ecuatoriano Osvaldo Hurtado. Los invitados, al finalizar el foro, suscribirán el documento Declaración, sobre “Acciones concretas referidas a la aplicación de los instrumentos que tiene la democracia para su defensa y su fortalecimiento”.
Vale recordar que cualquier declaración sobre democracia deberá considerar que el Estado no solo es la representación jurídica de la Nación o un conjunto de estructuras administrativas sino, sobre todo, su máxima representación política. Es decir, una de sus funciones más importantes consiste en garantizar un espacio vacío de poder estatal, una zona propiamente política, que es donde se resuelven las disputas y los conflictos entre los partidos que buscan acceder al Estado.
Una defensa abstracta de una democracia igualmente abstracta, corre el riesgo de que las experiencias liberales, nacionalistas y hasta castrenses, consoliden un Estado “antipolítico” que ponga en riesgo la propia democracia que dicen defender. El camino para dicha opción queda abierto a profetas nacionalistas, caudillos demagógicos y, detrás de ellos, las masas alucinadas por esperanzas y redenciones que, sin salida a través de canales políticos, terminan destruyendo los últimos espacios de acción política colectiva. Esa alternativa cierta está latente a la hora de la desintegración social como camino más corto para la fascistización de la politica.
No sea cosa que los defensores de la democracia, obnubilados en una lucha anticomunista contra un comunismo que no existe, echen mano a políticas que conducen por una senda contraria a la democracia liberal, como expresión del neoliberalismo que toma aliento en los aires fascistizantes que corren en la cuna del golpismo en Miami.