«Si un pueblo sale a protestar en medio de una pandemia, es porque el gobierno es más peligroso que el virus». Ese es el clamor de los colombianos expresado en una pancarta que encabezaba en Bogotá una de las protestas multitudinarias que vive el vecino país. Fuera de la capital, miles de personas en las principales ciudades del país desafiaron al coronavirus y a las fuerzas represivas que el gobierno de Iván Duque lanzó a las calles para dispersar a los manifestantes.
Detrás de las movilizaciones que pusieron en pie de lucha al pueblo contra el gobierno colombiano hay un documento de 110 páginas llamado Ley de Solidaridad Sostenible, que en realidad es un eufemismo, porque esconde una reforma tributaria con todas sus consecuencias sociales. A la pretendida ley que descarga sobre los sectores medios el peso de la crisis económica, se suma el creciente descontento interno por los efectos devastadores que ha tenido la pandemia de Covid-19 que ya cobró 72 mil víctimas y millones de personas que cayeron en el desempleo y la pobreza en Colombia. Según reportes del Banco Mundial, el crecimiento de la productividad es bajo y ha sido un obstáculo para el crecimiento económico colombiano. Una gran brecha de infraestructura, baja productividad laboral e integración comercial, y barreras a la competencia doméstica son algunos de los factores que limitan el crecimiento de la productividad. Las exportaciones están altamente concentradas en materias primas no renovables (petróleo en particular), lo que aumenta la exposición de la economía a los choques de precios.
Además, Colombia es uno de los países de América Latina con mayor desigualdad en ingresos e informalidad del mercado laboral. La tasa de desempleo venía alta antes de la pandemia: 12,6% en marzo de 2020. En el mismo mes de este año, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), esa proporción llegó al 14,2%, mejor que el 15,9% de febrero. En un año de pandemia, hubo un aumento de 468.000 personas en situación de desempleo. En marzo de 2021 se estima aproximadamente 3.437.000 personas en situación de desempleo cuando en marzo de 2020 había 2.969.000 de desempleados.
Razones de fondo que permiten entender la protesta social contra el gobierno colombiano, bajo una frontal oposición a sus políticas neoliberales. Las decisiones adoptadas por el gobierno son opuestas a la tendencia de decenas de países que aprobaron billonarios rescates de la economía con inyección de capital, mientras que el presidente Duque va en sentido contrario traspasando el peso de la crisis al pueblo con nuevos impuestos. La reforma tributaria que el Ejecutivo envió al Congreso busca mitigar los huecos fiscales y atender las deudas de los mercados con más impuestos a los ingresos medios y a productos o servicios básicos para saldar compromisos de pago internos y externos.
La reacción de la ciudadanía fue inmediata con movilizaciones en todo el país en rechazo al proyecto de ley. Las protestas que cumplen el cuarto día, llevaron a un paro nacional con manifestaciones que han cobrado víctimas entre manifestantes, ataques a edificios del gobierno y al sistema de transporte público, bajo toque de queda en varias localidades del vecino país.
En medio de la pandemia y de la revuelta generalizada con bloqueos de calles y cacerolazos, los colombianos han puesto trapos rojos en las ventanas de sus hogares como alerta para exigir ayudas económicas y alimenticias. La prenda roja es el grito de auxilio en la fachada de millones familias que se convierte en el símbolo de protesta contra la pobreza que vive Colombia.
La dramática realidad de nuestro “aliado” enseña una dura lección que se espera no se replique en Ecuador. El gobierno entrante en su encuentro con un pueblo igualmente agobiado, deberá entender que similar respuesta neoliberal a la crisis suele ser más peligroso que el virus. Experiencia crea ciencia.