El hombre es la naturaleza que toma conciencia de sí misma. Y ese sentimiento de identidad y pertenencia parece estar más arraigado en quienes viven próximos a su entorno natural. Hay hombres que se identifican profundamente con el terruño que los vio nacer, y ese es el caso de José Vicente Falconí Castelo, joven ecologista que profesó una filosofía de vida inspirada en Cosanga, su tierra natal en la provincia del Napo.
“Mientras pienses que la naturaleza fue creada, jamás tendrás conciencia de ella”, escribió alguna vez José Vicente, con clara razón amazónica. La pachamama “donde nace la vida”, uno de los pocos lugares puros de la tierra, de selva fría, llena de aves, flora y fauna había galvanizado en José Vicente el espíritu aventurero con el que emprendió la difusión del Edén de Cosanga, como el lugar con mayor avistamiento de aves en el mundo.
La parroquia Cosanga, ubicada a 30 minutos de Baeza en el cantón Quijos, fue creada mediante ordenanza el 9 de Julio de 1960. La temperatura promedio anual de la parroquia, oscila entre 2°C en las partes más altas y 19°C en las zonas más bajas. En una extensión de 32 kilómetros cuadrados residen no más de 600 habitantes, en un caserío de viviendas de madera que conservan una arquitectura de las décadas del 40 y 50, y se distinguen por sus ventanales rectangulares. Allí comparten la trucha con patacones, arroz y yuca, fritada, y el choclo con queso, manjares de la zona que acompañan con chicha de yuca.
Un inesperado día, José Vicente se alejó para siempre de su natal terruño, partió en busca de un nuevo paraíso que le fuera tan natural como la selva fría y diversa. Emprendió el vuelo como uno de los pájaros ancestrales dejando tras de sí esa sensación de eterna fugacidad. El valor esencial del individuo es creer en sí mismo, dijo entre sus postreras sentencias, lleno de sabiduría. Con esa convicción que mueve montañas, José Vicente dejó escrito en Facebook: “La mente, es un campo que determina tu realidad. Dependiendo de la intensidad que le des a tus convicciones generas tu milagro”.
Él creyó en el milagro de esa realidad suya donde fue concebido el modelo productivo circular de Consanga en los parques de conservación de biodiversidad Cayambe, Coca, Napo y Galeras. El círculo imaginario de Yanayacu-San Isidro, uno de los más diversos en avifauna del mundo. En diciembre del 2011, la región logró la nominación “Cosanga-Narupa Primeros en el Mundo en Avistamiento de Aves 2011-2012”. Se reconocía de ese modo el mayor avistamiento de aves del planeta en 24 horas en un perímetro de 24 kilómetros. Una pajarera algarabía revoloteó entonces en el Parque Nacional Sumaco, declarado por la UNESCO Reserva de Biósfera.
Por senderos y ríos, José Vicente, anduvo tramos de la selva fría amazónica en busca de la bioruta de las aves para avistamientos de más de 580 especies. Allí habrá avizorado la tangara azul, cuyo nombre deriva de los aborígenes cusingas que formaron parte de la cultura Panzaleo y ocuparon las zonas que hoy son los ríos Quijos y Cosanga, a inicios de nuestra era.
El hombre es la naturaleza que toma conciencia de sí misma. Entre caminos de herradura del Edén de Cosanga, José Vicente dejó sus pasos, que ahora recorren la eterna naturaleza de la que él tomó conciencia plena.
A Valeria y Andrés, hijos de José Vicente.