La derecha es una tendencia política que gusta de las apariencias. Y en ese afán busca eludir la esencia de la realidad, no decir las cosas por su nombre y construir eufemismos. Por eso recurre a frases manidas de aparente sentido simbólico, creaciones semánticas desprovistas de imaginación. Recientemente nuestro vecino colombiano pasó a ser “nuestro aliado”, declarado por el presidente Guillermo Lasso en visita a su homólogo Iván Duque.
El pueblo es más directo, dice las cosas por su nombre y utiliza aserciones fruto de un anonimato que hace gala de sabiduría popular: dime con quien andas y te diré quién eres, es un ejemplo de esa penetrante lucidez que hay en los dichos en boca del pueblo.
Colombia es nuestro “aliado”, ya no es nuestro “hermano” y en esa afirmación protocolar durante un encuentro entre pares, Lasso quiso enfatizar en la coincidencia ideológica que aproxima a ambos gobiernos. La hermandad existe entre pueblos, entre gobiernos solo puede existir alianzas. La primera se afirma en una relación de consanguinidad y de confraternidad; la segunda, en la conveniencia de intereses políticos y económicos coincidentes. “Seremos aliados, trabajaremos juntos para defender la seguridad en la región, la democracia y la libertad», declaró en su visita a Colombia el presidente electo de Ecuador.
Nuestro “aliado” está en problemas. Dime con quien andas y te diré quién eres. El gobierno electo de Ecuador declara alianzas con el gobierno de Iván Duque que busca imponer en Colombia una Reforma Tributaria, merced a una misma ideología que los asocia al neoliberalismo, bajo premisas de “libre comercio, apertura económica y libre tránsito de personas y capitales”, según afirmó Lasso en Bogotá.
En las últimas horas el país vecino vive un paro nacional con jornadas de protestas populares en contra de una Ley tributaria que pretende imponer el gobierno a los colombianos, en plena tragedia sanitaria, para que sean las clases más golpeadas por la pandemia quienes financien la crisis. Aunque la mayoría de naciones buscan ayuda económica con el financiamiento multilateral, el gobierno de Duque espera que los estratos populares y medios paguen más impuestos en un país que – según el Banco Mundial -, es “el más desigual de América y el séptimo del mundo”.
Nuestro aliado regional parece no percatarse de esa realidad y, en lugar de atender la demanda popular, el gobierno de Duque apela a la represión callejera en medio de la paralización nacional. “La responsabilidad del paro del 28 de abril es del gobierno de Duque que se niega acoger un clamor nacional para retirar ese nefasto proyecto del Congreso de la Republica”, señaló Francisco Maltés, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). El paro nacional en Colombia en 24 horas ha dejado dos muertos, decenas de heridos, 24 detenidos por la policía y cuantiosos daños materiales.
Durante las protestas que tuvieron lugar en las principales ciudades – Bogotá, Medellín, Cali, Popayán -, entre otras, sectores populares marcharon por las calles y en el Valle del Cauca se decretó toque de queda. Colectivos sociales y étnicos respondieron con acciones de rechazo y gestos simbólicos en contra del gobierno. En una plaza un grupo de indígenas de la comunidad de Misak tumbó la estatua de Sebastián de Benalcázar, colonizador español. Un simbolismo que reemplaza a las denotaciones políticas: “Tumbamos a Sebastián de Benalcázar en memoria de nuestro cacique Petecuy, quien luchó contra la corona española, para que hoy sus nietos y nietas sigamos luchando para cambiar este sistema de gobierno criminal”, manifestó un líder comunitario del Movimiento de Autoridades Indígenas del Sur Occidente (AISO).
La real politik nos está dando claves para comprender la realidad de las apariencias a los hechos. Dime con quién andas y te diré quién eres. Solo entonces sabremos, sin ambages, quién es objetivamente quién.