En política suele no haber nada servido, todo está por suceder. Y en ese quehacer las herencias cuentan. Al cabo del gobierno que agoniza, bien cabe preguntarse quién heredó a quien, si Moreno o Lasso, como depositario de una herencia económica y política que hoy vive el país. Visto a la luz histórica resulta ser que ninguno de los dos, que ambos se vinieron pasando la posta, cogobernando. Amerita distinguir qué fue primero, el huevo de Lasso o la gallina de Moreno, de la mano del Fondo Monetario Internacional.
Al término del gobierno del ex presidente Rafael Correa la situación económica del país difería en mucho de la actual. El país salía de una etapa de bonanza para entrar en un periodo de profundización de una crisis económica y social sin precedentes. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, señala en sus estudios que a partir de 2007 el Ecuador “ha transitado, en términos generales, por un sendero de crecimiento económico y reducción de la pobreza (…) luego de crear una poderosa plataforma habilitante, sustentada en el cambio de la matriz energética, y realizar una cuantiosa inversión pública en infraestructura, conectividad y talento humano. En 2015, el Producto Interno Bruto (PIB) por habitante del Ecuador fue de 6.248 dólares. Durante los años transcurridos en el segundo milenio creció a un ritmo más acelerado que la media de la región. La década de los noventa, se había caracterizado por la aplicación de un conjunto de políticas derivadas del Consenso de Washington: apertura externa, liberalización y una sustancial reforma del sector público. Si bien, las medidas lograron reducir la inflación y mejorar la situación de las finanzas públicas, el crecimiento del producto per cápita durante el período fue menor a la media de la región. La sólida expansión del periodo 2007-2013 obedeció al crecimiento de la demanda interna, tanto del consumo privado y público como de la formación bruta de capital fijo (FBKF). En el periodo 2010-2015, una parte muy importante del crecimiento fue responsabilidad de la inversión pública. A partir del año 2008, la formación bruta de capital fijo se ubica en niveles superiores al 26% del PIB. (…) No obstante, la fuerte caída del precio del petróleo en 2014, comenzó a revertir esta favorable coyuntura”.
Diversos indicadores establecen que “la mesa servida” por Correa fue un banquete que determinó la política económica de Moreno. Se trató de desvirtuar logros y profundizar desaciertos. En la década correísta la deuda externa del país aumenta de 10 mil a 43 mil millones de dólares (2009 a 2017). Moreno hace crecer la cifra a 49 mil millones (2018), acompañado de una “fuerte reducción de la dinámica económica” que se refleja en una caída de la inversión y producción, deflación de -0,14%, porcentaje de empleo adecuado del 41,1% y un proceso de fuerte concentración de riqueza en grupos económicos, (una empresa domina el 70% del mercado y un solo banco llegó a controlar el 30% del depósito y el crédito).
Durante el primer año de gobierno de Moreno los grupos económicos se reacomodan y marcan el rumbo de la política económica del régimen que no tenía rumbo. A partir de ese momento el “modelo de Moreno” muestra algunas características claves: “incentivo a la creación de empleo” reduciendo impuestos a empresas y flexibilización laboral; “sustentabilidad de cuentas fiscales”, reducción del 10% del sueldo a burócratas; “reformas tributarias”, incremento del Impueso a la Renta a empresas; “cambio del manejo monetario”, entrega del dinero electrónico a la banca privada y obligación al público de aceptar esa forma de pago; “ajustes tributarios”, perdón del 100% de intereses de la deuda tributaria de empresas y a deudores de aportes patronales al IESS; “ajustes externos”, reducción gradual del impuesto a la salida de divisas; “incentivo a inversiones”, con exoneraciones tributarias a empresarios; “alianza público-privada”, privatizaciones en energía, petróleo, minería, telecomunicaciones, transporte y obras públicas; “reducción del gasto público”, eliminación de instituciones, reducción de asesores, venta de inmuebles; “fomento economía popular solidaria”, incentivos y exoneraciones tributarias.
Moreno tomó partido por un bando que le ayudó a sostenerse en el poder. En esa política de conciliación con grupos dominantes puso en práctica una concentración de ajuste fiscal y dio facilidades a la inversión privada bajo esquemas de un neoliberalismo puro y duro. En mayo del 2018 la política económica del país con Moreno da un giro hacia mayores exoneraciones tributarias y radicalización del enfoque neoliberal. El grupo Nobis (Isabel Noboa) gana protagonismo en la definición de la política económica del gobierno y se define quién maneja dicha política a corto plazo. La deuda externa seguirá siendo un salvavidas para Moreno, el acercamiento al FMI y reperfilar la deuda externa nacional serán los pilares para cumplir y hacer cumplir el Consenso de Washington.
Esa “herencia” es compartida desde el comienzo del régimen de Moreno con Guillermo Lasso. En 2018, a través del apoyo a la Ley Trole, Lasso se pronuncia por limitar el gasto público con masivos despidos de funcionarios fiscales. Al año siguiente, 2019, el acuerdo entre Alianza País y CREO posibilita que César Litardo asuma la presidencia de la Asamblea Nacional, escenario clave de futuros acuerdos en reformas a las normas de contratación laboral. Lasso llegó a decir orondo: “Quienes han cambiado ha sido el gobierno y el presidente, sus recetas han dado un giro hacia la posición de CREO”
Así, a confesión de partes revelo de pruebas y a partir de entonces, diezmaron el sector público, aplicaron la remisión tributaria a los grupos económicos y la flexibilización laboral a los trabajadores, acudieron al FMI y bajo sus recetas eliminaron subsidios y recortaron presupuestos a la educación y la salud. En ese contexto se explica la aprobación a última hora del gobierno agonizante de la llamada Ley de Defensa de la Dolarización, o Reformas al Código Monetario y Financiero, a través de un pacto parlamentario entre Alianza País y CREO que con sus votos reunidos dieron paso a un proyecto rechazado tres veces con anterioridad por su claro sentido inconstitucional. ¿A qué precio cambiaron de parecer? La historia lo dirá.
En tiempo de mutaciones, Moreno es Lasso, y ambos son lo mismo. El país enfrenta una simbiosis política y económica de graves perspectivas: endeudamiento ilegal superior al 40% del PIB, recortes en inversión social, elevado déficit fiscal y debilitamiento de la dolarización. Los indicadores de la herencia de Moreno son claros: deuda de su gobierno con acreedores internacionales por 10.200 millones de dólares, solo al FMI 4.200, deuda pública de 60 mil millones de dólares; descontento popular de un 96%, según encuestas, miedo ciudadano, inseguridad social, corrupción oficial, negociados en el área de la salud, desempleo del 7%, subempleos de 23%, pobreza de 35% y decrecimiento económico del -9%.
¿Hacia dónde va el Ecuador de Lasso?
Analistas económicos auguran una “crisis persistente” por aplicación de medidas que se creían superadas y una dolarización sostenida de forma artificial. La historia juzgará este periodo de la vida nacional en el tiempo. El devenir de esa historia será el resultado de futuras contradicciones sociales que tendrán lugar en el país, con protagonismo de nuevas generaciones que irrumpen de cara a un Ecuador diferente y que, acaso, repitan la historia luego de la tragedia más allá de la farsa, o la transformen decididamente.