Los murales con frases literarias contratados por la Dirección de Cultura del Municipio guayaquileño se han convertido en un grito en la pared. Un grito por el escándalo desatado ante diversas irregularidades, presuntamente, cometidas para contratar la pintura de 50 muros conteniendo frases de autores locales a un costo de $ 389.350 dolares, más IVA, bajo el proyecto denominado Letras Vivas. El escándalo denunció la falta de transparencia en la negociación, a través de la cual se habría pagado un sobreprecio por Mt2 de pintura que en el mercado se cotiza en 9 dólares y se contrató en 15. Tampoco se habría reconocido derechos de autor a los escritores que fueron citados en sus obras que no fueron mencionadas en los murales. La poeta guayaquileña, Andrea Crespo, manifestó su indignación porque su obra fue “usada como ornato” urbano, si haber sido remunerados sus derechos de autoría.
El municipio justifica la contratación de los murales argumentando que sería parte de una campaña cívica, habiendo otras prioridades en el contexto de la crisis sanitaria que asola a la ciudad. Se dice que la contratación está dentro de parámetro regulares, no obstante, la Directora de Cultura municipal fue destituida del cargo aun cuando el contrato lleva la firma de puño y letra de la alcaldesa Cynthia Viteri.
El negociado denunciado refleja la herencia del “modelo exitoso” de negocios privados impuesto por Jaime Nebot durante dos décadas en la institución municipal, y convierten hoy al Municipio de Guayaquil en un “centro de negocios en lugar de ser una institución al servicio de la ciudad”, según manifestó el comentarista de TC Televisión, Rafael Cuesta. La crítica del antiguo alfil del socialcristianismo de viejo cuño nebotista a su coidearia Cynthia Viteri, deja al descubierto la división interna del PSC con una alcaldesa, aparentemente, hoy desprotegida por el caudillo histórico de la tendencia, Jaime Nebot. La crítica frontal de Cuesta, disfrazado de pintor de brocha gorda ante cámaras, tuvo mucho de histriónica alocución, sin embargo, apuntó a denunciar “contratos de negocios entre la Municipalidad guayaquileña y privilegiadas empresas, que pasarán factura a la Alcaldesa y al partido que representa”. Cuesta se refirió a la “falta de empatía” con la cultura con frases que “casi ni se ven ni invitan a leer las obras de sus autores que no recibieron un pago. El Municipio no estaba en la obligación de hacerlo”, concluye Cuesta.
El comentarista prosigue su cuestionamiento a contratos con “rubros que no están claros”, y citó de ejemplo a una curaduría contratada en 3 mil dólares por seleccionar 50 frases de las obras de los autores copiados. Su crítica se enfoca en la contratación de los murales a “un ingeniero civil quiteño especializado en la construcción de caminos y carreteras” a quien se le pagó $ 389.350 dólares en “un acto grosero en plena pandemia”, cuando existen otras prioridades de la ciudad. “En el Municipio es escandaloso y todo se va a saber, pronto saltarán escándalos relacionados con el círculo más allegado a la Alcaldesa», dice Cuesta. Contrataciones polémicas: planta de tratamiento de aguas servidas, contratos de concesiones de Interagua, licitaciones de los pasos a desnivel, construcción del mercado municipal, permiso a cooperativas para que realicen viajes sin estar autorizadas, entre otras.
Autoridades municipales guayaquileñas justifican la contratación de los murales señalando que se trata de una campaña de “motivación anímica a los ciudadanos”, y la intención de hacerlo como manifestación artística de muralismo urbano, está en discusión. El artista grafitero guayaquileño Daniel Adum manifestó que “Guayaquil tiene su corazón como su estero Salado: putrefacto”. Adum es un artista que fue enjuiciado por el Municipio por su iniciativa denominada LitroxMate que convocaba a los ciudadanos a contribuir con un litro de pintura “por cráneo” para realizar grafitis, una forma originalmente considerada ilegal en los años 90 y que, con el tiempo, es vista como “arte urbano”, una necesidad de comunicación y expresión aceptada culturalmente, luego de superar el vandalismo. Los crews de Adum reflejan un estilo de vida de jóvenes citadinos que manifiestan inconformidad ideológica con su entorno y que reclama un espacio en la ciudad.
Si se pensó que los murales “poéticos” contratados por el Municipio de Guayaquil son una expresión cultural, debió pensarse en el contenido y la forma de esa manifestación. El plagio a frases literarias que fueron reproducidas en los muros, fueron citadas con falta de lógica: “El cielo es agua que está en tiempo pasado”. Aun siendo así, al Municipio de Guayaquil y su Alcaldesa, les llueve hoy sobre mojado.