Desde el primer día de campaña electoral, Guillermo Lasso en su intento por alcanzar la Presidencia planteó la oferta de eliminar la Secretaria Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, Senescyt, como una estrategia destinada a captar a un electorado joven que en un 48% conforma el padrón electoral ecuatoriano, grupo etario en el que se encuentra la totalidad de aspirantes a las universidades del país. La promesa de campaña para algunos sonó a tragedia, para otros, a comedia. Tanto por los efectos que produce la decisión en la educación superior, cuanto por la imposibilidad de hacerlo impedido por la propia Constitución de la República.
Al cabo de los años, en el tercer intento por llegar al poder, Lasso reitera la promesa; y ahora, presidente electo, se ve obligado a cumplirla. Sin embargo, luego de la euforia con que fue anunciada en campaña la eliminación de la Senescyt, hoy representa la primera “marcha atrás” del régimen lassista, sin haberse aun posesionado. Hace pocas horas Lasso anunció la decisión de no cerrar la institución educativa, sino de formular reformas a la Ley de Educación Superior en la mira de eliminar mecanismos de selección e ingreso a la universidad. En el intento de reformar una norma que garantiza una educación universitaria gratuita y que regula la gestión de la Senescyt, Lasso manifestó: “En Ecuador existen un poco más de 60 universidades públicas y privadas, en el caso de las públicas, queremos que cada estudiante aplique a cada universidad, la carrera que quiere estudiar. Al eliminar la Senescyt estamos eliminando aquel monopolio estatal, que mata los sueños de los jóvenes ecuatorianos“.
Con el propósito de analizar los alcances de la propuesta del gobierno entrante, conversamos en exclusiva con el economista Pablo Cardoso, ex Director de Becas de la Senescyt, docente de connotada trayectoria en los ámbitos académicos del Ecuador. Cardoso es Economista especializado economía de los saberes, de la cultura y la creatividad. Docente e investigador de la Universidad de las Artes. Doctor en Economía por la Université de París 1 Panthéon-Sorbonne. Sus líneas de investigación son: economía de los conocimientos, saberes, cultura e innovación; políticas Públicas y Sistemas de Gobernanza, y propiedad Intelectual.
¿Qué beneficios representa la existencia de la Senescyt para la educación superior del país?
No solo representa un beneficio para la educación superior sino también para su articulación con el sistema de ciencia y tecnología. La creación de la Senescyt es un parteaguas en la historia de educación superior del país. Ecuador no tenía políticas educativas claras y esto había representado perjuicios; había una exacerbada mercantilización de la educación superior, lo que significó una muy mala calidad en la transmisión de conocimientos. Teníamos una gama de servicios universitarios, algunos con precios bajos y otros más caros para élites económicas y culturales. Este sistema requería cambios para garantizar que la entrega de conocimientos se democratice por un lado y, por otro, mejore en cuanto a beneficios sociales. El rol de la Senescyt se tiene que entender en esta dimensión, aportó en ordenar y hacer más eficiente el proceso de transmisión de conocimientos educativos superiores.
¿Cuáles son los impactos que se producirían en la educación superior con la eliminación de la Senescyt o de alguna de sus funciones?
Eliminar la Senescyt de un plumazo es imposible, el sistema de educación superior se ha consolidado en la ultima década y hay algunos fundamentos constitucionales que lo impiden. Si es que esta idea se mantiene, y el nuevo gobierno logra su propósito de eliminar los exámenes de ingreso y, de alguna manera, las políticas liberales del gobierno entrante logran concretarse, vamos a ver la vuelta de un proceso de privatización de la educación con nuevas instituciones que ofrecerán servicios con distintas calidades. Otro aspecto es que se va a tratar de revalorizar la condición profesional de los entes investigadores, a través de un escalafón con diferentes remuneraciones. Otro riesgo es frenar políticas de innovación, investigación y publicación de los académicos ecuatorianos. El sistema científico es deficiente en el país, y quienes están hablando de investigación científica de calidad son ex becarios de Senescyt, gracias a esas políticas que se venían consolidando en los últimos años.
De última hora el señor Lasso manifestó que no cerrará la Senescyt, sino que planteará una reforma a la Ley de Educación Superior. ¿A qué responde esta iniciativa del presidente electo?
Puede haber algunos intereses privados de grupos que pueden estar representados en el nuevo gobierno, eso lo vamos a ver cuándo se nombre al ministro de Educación. Puede haber intereses privados de ciertas universidades que tienen nombre y apellido y que están interesadas en retomar la hegemonía que tenían antes del proceso de fortalecimiento de las universidades públicas. Podemos hablar de la política de formación y becas del talento humano. Ha existido una confusión entre la beca y el crédito educativo. Es un derecho becar a miles de jóvenes ecuatorianos y hay quienes no creían y pensaban que se les iba a cobrar después como un crédito. No es así. Hay un sentido de complementariedad, tienen que coexistir la beca y el crédito público, cada uno con sus específicos objetivos. Seguramente hay diversos bancos privados que ofrecían créditos educativos y que deben haber visto disminuir su cartera de clientes. Para quienes conformamos un equipo que creó este programa de becas, de alguna manera es bastante satisfactorio, incluso, ver que el candidato Lasso habla de mantener las becas. Esto evidencia que la política fue acertada, y se ve en universidades públicas cómo el caudal de becarios que beneficiaron en los últimos diez años está muy integrados en el sistema educativo. Existe un retroceso en este sentido en los últimos cuatro años, y corremos el riesgo de que se profundice si es que el presidente electo se mantiene en esa miopía al respecto de lo que fueron las becas en universidades públicas y el sistema de investigación e innovación educativa.
¿Es posible la eliminación de la Senescyt, o reformas educativas, cuando el artículo 353 de la Constitución define y precautela las funciones de esta institución?
Sí, efectivamente, como usted lo menciona, no va ser así de fácil. Hay una ley orgánica que se debe reformar y para eso el gobierno entrante va a necesitar una mayoría en la Asamblea Nacional que no la veo tan factible. Además, los actores del sistema de educación superior son fuertes y están generando un freno en referencia a estos temas. Va a ser muy difícil plantearlo como una eliminación de todo, tal como Lasso lo ha planteado en sus ofertas de campaña de eliminar la Senescyt y el examen de ingreso que ha sido el símbolo de las propuestas populistas en el ámbito de educación superior. Ha habido jóvenes que han sufrido con el examen de ingreso, pero no podemos comparar cómo funcionaba antes que era de una manera caótica y un sistema corrupto de asignación de cupos por parte de autoridades de universidades públicas.
¿El sistema de becas de la Senescyt puede ser reemplazado por un crédito bancario privado?
Actualmente el programa de becas está detenido. Los últimos cuatro años han sido bastante pobres en cuanto a convocatoria, y es muy probable que las expectativas de formación sean cooptadas. Cambiar la lógica de becas al crédito educativo sería terrible para una nueva generación de jóvenes. También puede suceder, como sucedía antes, que las becas sean ofertadas por fundaciones privadas o por acuerdos entre gobiernos y esto limita mucho la calidad de becas que se pueda ofrecer.
¿Cómo y qué garantiza que el “libre ingreso” a la universidad amplíe la cobertura educativa, cuando existen 250 mil bachilleres para 90 mil cupos universitarios?
No es un sistema que se pueda resolver de la noche a la mañana. Hay varias acciones que debe realizar el nuevo gobierno para que las universidades aumenten sus cupos. Va bajar el nivel de la calidad de la educación y abre la posibilidad de que grandes grupos económicos sean oferentes de servicios educativos, y en menos de un año se multiplique el número de universidades como empresas y vuelvan las universidades de “garaje”. Esto va a representar un problema para las mismas universidades si es que se elimina el sistema de admisión, porque deben implementar sus sistemas de admisión propios e implementar infraestructura. Las declaraciones del ex candidato Lasso, lo que dejan ver es que esa era una propuesta meramente populista. La Senescyt tuvo un problema de impopularidad con la implementación de los exámenes de ingreso y nosotros entendemos que genere resistencia en la población. Poco a poco el nuevo gobierno se dará cuenta que el manejo de la educación no es así de fácil.
¿Qué otros motivos puede tener el nuevo gobierno en eliminar la Senescyt o parte de sus competencias?
La politica de campaña del nuevo gobierno ha sido la de denostar los servicios públicos. En una entrevista de esta semana, el presidente electo manifestó que el problema del Ecuador “es el servicio público”, y eso incluye a las universidades públicas que, obviamente, contra las cuales ha habido acusaciones de que están “ideologizadas”; y la cosmovisión del nuevo gobierno tiene que ver mucho con el tema de lo privado, y lo que repiten mucho es esto del “emprendimiento”, todo tiene una intención de denostar lo público.
¿El leiv motive de toda reforma es la concepción privatizadora de la vida puesta en práctica en la educación?
Yo estoy de acuerdo con usted en que hay una exaltación de lo privado expresado como la mejor forma de resolver los problemas sociales, esto no es algo nuevo. Incluso, creo que el planteamiento de esta élite que va a entrar al poder ahora, está bastante desactualizado; el neoliberalismo en el mundo ya no tiene esos dogmas tan fuertes porque la realidad ha evidenciado que en aquellos países totalmente neoliberales el rol del Estado es importante. Sucede que esa gestión pública es a veces cooptada por corporaciones privadas.
Si desaparece la Senescyt, o alguna de sus funciones, cómo y con qué se garantiza la calidad de la educación superior?
Ese es justamente el gran problema, aquí no se trata de ampliar la capacidad de ingreso sin garantizar la calidad de la educación. Seguramente, van a nacer nuevas universidades de distinta gama, privadas, algunas interesantes y otras van a ser universidades de “garaje”. Justamente, la lógica de libre albedrio y de libre mercado, es que el mercado va a regular automáticamente la calidad que se ofrecerá a quien quiera pagar para ir a una universidad o aquellos que pagan por un título que no garantiza nada. Van a dejar reposar en la decisión “libre” de cada uno escoger el menú que mejor le convenga.
¿Qué respuesta habrá de parte de la academia frente a la propuesta de eliminar o cercenar funciones de la Senescyt mediante reformas a la Ley de Educación?
El anuncio de la eliminación de la Senescyt cayó como un baldazo de agua fría, ventajosamente el presidente electo se retractó. La academia está expectante viendo quien será el nuevo ministro de Educación. Entre nosotros estamos comunicados para que en los próximos meses existan iniciativas para movilizarnos en defensa de la importancia de una educación pública de calidad, y ahí habrá un debate y un cuerpo de resistencia. Creo que habrá grupos más radicales que irán a las calles a protestar, y otra parte buscará hablar con el gobierno, ver qué propone. No son alternativas excluyentes, sino más bien complementarias de avance en las dos direcciones. Esta situación ha sido provocada en una elección por una mayoría-minoría de la sociedad ecuatoriana, la gente que piense diferente va a tener que poner argumentos que traten de cambiar las decisiones del nuevo gobierno. El contexto en el que vivimos actualmente dificulta todo. Este tipo de acciones deben ser tomadas en un gobierno que tiene a una población en estado de emergencia, en vilo permanente, encerrados sin poder salir a las calles. Este confinamiento favorece totalmente la implementación de esta nueva agenda del nuevo gobierno.
Se puede colegir, a manera de conclusión, en que el anuncio de reformas a la Ley de Educación Superior, manifestado por el presidente electo, cumple con un propósito que conduce a la privatización de la educación y que conlleva a su elitización, a través de la mercantilización del proceso educativo. De ese modo, se limitan mecanismos selectivos de ingreso a la universidad y se debilitan los controles de calidad a la transmisión de conocimientos de educación superior. Este marco estratégico tiene su génesis en principios filosóficos y económicos de la cultura neoliberal, en su concepción educativa. Representa un retroceso importante en cuanto a la implementación de políticas públicas en el país en materia de educación superior. La reacción de la academia en respuesta a las medidas educacionales reformatorias del gobierno entrante, situará a sus miembros en un plano de defensa de los derechos a una educación de calidad, democrático acceso a los centros universitarios y garantía de solvencia académica en los procesos de investigación científica y tecnológica del país.