Una vez más, la cultura estuvo ausente en la campaña electoral de la segunda vuelta. No nos sorprende. Ningún candidato presentó su programa de gobierno para la cultura y los patrimonios. Apenas si los candidatos dedicaron un par de referencias, en una entrevista radial, muy al paso, en un caso; y en el otro, solo unos cuantos tuits en sus redes sociales. Y pare de contar.
El Ecuador es un país resquebrajado; que se desmorona aceleradamente. Los índices de desempleo, de pobreza y de pobreza extrema, así como el desmantelamiento del Estado y los servicios públicos han determinado que la mayoría de ecuatorianos tengan que vivir en condiciones de gran precariedad y sufrimiento; sobrevivir. La pandemia y la pésima gestion del gobierno han agravado a un grado extremo esta precariedad; solo 3 de cada 10 ecuatorianos tiene empleo adecuado. Todo esto, que tanto nos duele y nos afecta, está atravesado por la cultura. La cultura es un ecosistema que implica a todas las actividades humanas, como hemos podido constatar durante esta emergencia sanitaria. Sin embargo, los candidatos la han ignorado y solo ha sido un aspecto marginal y prescindible.
Tampoco en el debate presidencial los temas de cultura y patrimonio fueron incluidos. Así mismo, los medios de comunicación no se interesaron ni dieron cabida a estos temas. La excepción fue Alondra Santiago, en Un café con JJ, quien si exigió al candidato Andrés Aráuz un pronunciamiento sobre la cultura.
Tampoco los candidatos aceptaron invitaciones para abordar exclusivamente temas de cultura y patrimonio y, a pesar de haberse comprometido en la primera vuelta, tampoco fueron a la Silla Vacía, un proyecto creado por el Observatorio de la economía de la cultura de la Universidad de las Artes con la finalidad de hacer seguimiento, en la campaña, a los temas de cultura y patrimonio. Así, los artistas y gestores culturales y, sobre todo, los ciudadanos no hemos podido conocer en profundidad cuáles son los planes de gobierno para la cultura y los patrimonios. Los trabajadores de la cultura fueron, una vez más, ignorados y menospreciados.
Es cierto que el país vive una gran fractura. Somos un país fracturado. Pero esa fractura no es, como se repite cotidianamente, generada por la supuesta “polarización” del correismo y el anticorreismo. No. Esa fractura es generada, precisamente, porque ignoramos la estructura solcial y cultural de un país plurinacional y multiétnico. Y como bien dice el director escénico Santiago Ribadeneira: “la cultura y la acción social son capaces de construir universos de sentido que encuentran coincidencias o no en las propuestas de cada uno de los candidatos.” De ahí que, al ignorar y prescindir de la cultura, los candidatos no son capaces de generar certidumbres en sus potenciales votantes. Y esa es la otra horfandad que se ha visibilizado en la campaña electoral. De ahí que la mayoría de votantes ejercerán su derecho al voto con una profunda incertidumbre, y ahí cabe perfectamente incluso el derecho a anular su voto. Es esa incertidumbre la que lleva a plantear dicotomías como: la banca o la vida. O, como afirma el otro candidato, la libertad o el autoritarismo; o como ciertos periodistas, justicia o venganza. Dicotomías falsas y perversas. Dicotomías que evidencian, justamente, la ausencia de ese eje transversal e imprescindible, la cultura.
Por todo esto, resulta muy difícil hacer una valoración del contenido de las propuestas de gobierno para la cultura de cada uno de los dos finalistas presidenciales. Simplemente la ignoraron. Y este hecho, el ignorarlo, es la primera y, quizá, mas importante valoración. Esa ausencia es aún mas lamentable cuando escuchamos decir que no abordan estos temas porque no dan votos. Ese es el problema, creer que un proceso electoral o, lo que es más, un proceso de cambio se puede hacer sin tomar en cuenta la cultura y los patrimonios. El resultado será siempre la mas burda confrontación o polarización que nos devolverá , de nuevo, al manido “correismo o anticorreismo.”
Pero vayamos a las propuestas, que en verdad son apenas esbozos, presentadas por los dos candidatos, y que son la clara evidencia no solo de dos modelos económicos opuestos, sino de dos formas de entender la gestión pública. Y revela también que un candidato está informado y el otro desconoce e ignora el sector de la cultura y los patrimonios.
La propuesta del candidato Andrés Aráuz
El candidato Andrés Aráuz si bien no ha presentado su plan de gobierno específico para la cultura, como si lo hizo con otros temas, tampoco se dio tiempo para juntarse con los numerosos colectivos culturales que solicitaron una reunión. Su candidato a vicepresidente Carlos Rabascal, si sostuvo un encuentro con actores culturales en Portoviejo, sin embargo no han trascendido los planteamientos que el candidato realizó en este encuentro.
Para analizar su propuesta, tomamos la respuesta del candidato Aráuz al medio digital Un café con JJ, en la que incluyó los siguientes planteamientos concretos para su gestión en caso de ser gobierno:
-La cultura vive una situación de extrema vulnerabilidad, con la destrucción del Sistema Nacional de Cultura que construimos. Vamos a ser contundentes, vamos a recuperar el Instituto de Fomento y Creatividad, IFAIC; y el Instituto del Cine y el Audiovisual, ICCA, (que fueron fusionados por el gobierno de Moreno). Y vamos a recuperar los fondos para la producción cinematográfica.
-El sector audiovisual es muy importante porque no tiene solo pantallas, sino los video juegos, los programadores, el talento humano de las artes y la ciencias que se juntan.
-Vamos a impulsar la cultura como un derecho, porque los artistas tambien son trabajadores y merecen tener un seguro social digno, mixto y con un esquema propio que garantice mejores condiciones.
-Vamos a recuperar la politica pública para invertir recursos y regular a los medios de comunicación para que vuelva el art. 98 de la Ley de comunicación y tengamos de nuevo la creación de piezas comunicacionales y de publicidad hechas en el Ecuador, lo que va a generar trabajo para el sector.
El candidato Araúz también aseguró que cumplirá la Ley orgánica de cultura y su reglamento; redistribuirá y descentralizará los presupuestos de la Casa de la Cultura para los Núcleos provinciales. Además, se comprometió a recuperar el Tren de Alfaro y evitar su liquidación y chatarrización, y también anunció que garantizará la conservación de los bienes patrimoniales y documentales.
A partir de estas propuestas del candidato Araúz, claramente podemos deducir que es una concepción opuesta a la mirada neoliberal de la cultura, y que su gestión estará encaminada en devolverle la institucionalidad que ha sido desmontada por el gobierno de Moreno. Así mismo, revela que está enterado y conoce lo que sucede en el sector de la cultura y los patrimonios, pues no olvidemos que fue Ministro encargado de Cultura en el último ves del gobierno de Correa y fue él quien expidió el Reglamento a la Ley orgánica de cultura.
El primer aspecto importante de la propuesta de Andrés Aráuz es el hecho de entender que los artistas son también trabajadores que necesitan que se respeten sus derechos laborales y culturales. Y, sin duda, además de ser un elemento clave en sus enunciados marca una diferencia sustancial con las propuestas neoliberales del candidato Lasso. En las condiciones de precariedad que vive el sector cultural, este hecho es muy decidor y, efectivamente, debe ser un pilar imprescindible en la gestión cultural del nuevo gobierno.
El 59% de los artistas y gestores culturales no tienen acceso a la Seguridad social. De ahí que Aráuz consiente de esta realidad, plantea un sistema mixto de Seguridad social , lo cual será una enorme contribución para garantizar los derechos de acceso a la salud, a la vivienda, e incluso a una vejez y a una muerte dignas de un importante número de trabadores de la cultura que ahora mismo viven en condiciones de vulnerabilidad, como se ha evidenciado en esta emergencia sanitaria.
El hecho de plantear que revertirá la fusión del ICCA con el IFAIC revela también la decisión de respetar los mandatos de la Ley de Cultura. Pero sobre todo revela una concepción que le permite entender que el sector audiovisual tiene un enorme potencial para dinamizar la economía y generar fuentes de empleo. Los grandes ingresos, efectivamente, están ahora en el campo de la programación digital, de la virtualidad y en esa necesaria e inevitable conjunción de la ciencia, la educación y la cultura. Eso si, ojalá no sea en desmedro de otros sectores de la cultura.
De la misma manera, la decisión de ejecutar el art. 98 de la Ley de comunicación está vinculada a una necesidad urgente de recuperar la producción nacional de publicidad y afines que, lamentablemente, fue ignorada en estos últimos 4 años, y es, por las inversiones técnicas que se hicieron, una fuente de importantes recursos.
La decisión de volver a recuperar el Tren patrimonial de Alfaro y los Correos nacionales no solo tienen una gran connotación simbólica y de ejercicio de soberanía nacional sino también de frenar el desmantelamiento de los servicios públicos y dinamizar la actividad económica ligada a las diferentes rutas del tren, pues conecta a un gran número de pequeñas poblaciones y comunidades del país.
Finalmente, comprometerse a garantizar la conservación de los bienes patrimoniales y documentales es responder a un clamor nacional, puesto que el riesgo en el que ahora se encuentran ha generado indignación en historiadores, investigadores, museólogos y en la propia ciudadanía.
La propuesta del candidato Guillermo Lasso
De su parte, el candidato Guillermo Lasso publicó en su cuenta de tuiter algunas propuestas, específicas, para el sector de la cultura. A partir de esta escasa información disponible vamos a intentar un breve análisis.
El candidato Lasso propone lo siguiente:
-Espacios públicos de entretenimiento y cultura. En coordinación con iniciativas privadas crearemos espacios especializados con programación de artistas locales con RUAC activo.
-Carrera en administración y gestión de negocios musicales, atísticos y culturales. Los artistas también son profesionales.
-Arte y entreteniminto y cultura sin trámites, reduciremos los aranceles para la importación de artículos para la creación artisitica. Eliminaremos impuestos y la excesiva regulación y trámites.
-La adquisición de derechos de autor y propiedad industrial y derechos conexos.
-Sistema nacional impulso creativo; incentivos creativos a empreasas para financIar proyectos culturales e investigación en ciencia y tecnología: migrar del estractivismo a una economia con riqueza cultural y creatividad.
-Préstamos y fondos concursables; financiar obras a cambio de conciertos pùblicos y gratuitos.
-Fondos para impulsar carreras de artistas de todo tipo.
-Incentivos, exoneraciones y beneficios tributarios y fiscales.
Estas propuestas contienen una evidente y clara mirada neoliberal de la cultura. Y ésta entendida como mero entretenimiento, como pasatiempo. De acuerdo a Lasso, los artistas están para llenar una programación y entretener al público. Una mirada vinculada a la denominada Economía naranja, y la continuidad de lo que fue ya el proyecto Ecuador Creativo, impulsado por el ex ministro de cultura, Juan Fernando Velasco, y que -como sabemos- es un rotundo fracaso. Incluso el candidato Lasso evidencia, con el nombre de la propuesta “Impulso Creativo”, la continuidad del proyecto de Moreno-Velasco denominada “Ecuador Creativo.”
En cultura, como para el resto de sectores productivos, el candidato Lasso propone las mismas medidas que se han tomado en los últimos 4 años de gobierno: eliminación de impuestos y acceso a beneficios tributarios. Que son también las medidas que se imponen desde la Economía naranja, y que permite entregar privilegios a las grandes transnacionales y empresas culturales en desmedro de los medianos y pequeños artistas y gestores culturales. En la misma línea va su propuesta de adquisición de los derechos industriales, y sus conexos. Y, por supuesto, su alianza con la empresa privada.
De hecho, también en cultura se propone entregar el uso de los recursos del estado para que lo administren los privados; el tren de Alfaro, los Correos nacionales, e incluso los museos, y otros bienes culturales y patrimoniales públicos, tal como lo anunció en su momento el entonces Alcalde Nebot con el MACC de Guayaquil. Y además, tal como se evidencia en el decreto 0035 que acaba de firmar el Ministro de Cultura, Julio Bueno, y que supone el fin del acceso gratuito a museos, centros culturales, etc. y el retorno de los servicios públicos tarifados.
El candidato Lasso no se refiere para nada a la necesidad de mitigar la precariedad del sector y menos de entender que los artistas son trabajadores de la cultura y, por tanto, necesitan, respeto a sus derechos laborales. Su propuesta propone financiar a los artistas a cambio de presentaciones gratuitas. Es ese concepto de mercado y de rentabilidad y, por supuesto, de asistencialismo desde el Estado.
Tampoco el candidato se ha enterado que los materiales para el arte y los instrumentos musicales ya tienen IVA CERO. No tiene idea de la Ley orgánica de cultura y menos del Sistema Nacional de Cultura. Asume que los artistas ecuatorianos no son profesionles y para eso anuncia que se crearán carreras universitarias, pero recalca que serán de administración y negocios culturales. Es decir, que la cultura sea simplemente un negocio rentable.
Esta mirada neoliberal de la cultura supone la pérdida de soberanía nacional, pérdida de empleo, y la desaparición de espacios culturales como pequeñas librerías, cines de barrio, o centros culturales tradicionales, tal como ya sucedió en ciudades como Madrid con el gobierno de Aznar, o Buenos Aires con el gobierno de Macri, o ahora en Bogotá y otras ciudades de Colombia con el gobierno de Duque, uno de los mayores promotores de la Economía naranja.
En defitivica, es un modelo excluyente que privilegia el mercado y que terminará por precarizar aún más a los artistas y gestores culturales.
Así, están claramente definidas las propuestas para la cultura de los dos candidatos. El 11 de abril nos corresponderá a todos los ciudadanos y ciudadanas elegir al nuevo presidente. Seguro lo haremos con sabiduría.