Además de confinar a la ciudadanía y matar a un gran porcentaje de la población de un país, la pandemia ha botado presidentes, destituido ministros, encarcelado funcionarios públicos y privados. También ha permitido a algunos políticos inocularse contra la crítica social y tratar de mejorar las defensas de su imagen pública. Tal vez este sea el caso del mandatario chileno, Sebastián Piñera, que aprovechó la vacunación para mostrar diligencia en el manejo de la crisis y obtener de ello un rédito político.
A una semana de que los chilenos concurran a las urnas para elegir a los miembros de un organismo Constituyente que cambie la Constitución heredada de la dictadura pinochetista, el régimen decide aplazar las votaciones para el mes de mayo como una forma de darse tiempo de recomposición política que le permita enfrentar con mayor inmunidad los comicios constituyentes.
Sin embargo, la estrategia no cambia la realidad del Chile de Piñera. El crecimiento de la pobreza y el desempleo, baja de ingresos y vigencia de malos salarios, deficiente acceso a la salud, aumento de campamentos de hacinamiento, son realidades imposibles de ocultar en el país de la pandemia, la miseria y el cambio constitucional.
Los chilenos viven una realidad a diario expresada en cifras imposible de soslayar. Un panorama de pobreza, desempleo y enfermedad que afecta a millones de personas y que ha recrudecido con la pandemia sin que se avizoren soluciones a un problema estructural del país. A las funestas estadísticas que arroja la pandemia se suman cifras de una realidad social insostenible. Según el informe Panorama Social de América Latina 2020 de la CEPAL, el índice de pobres en Chile creció a un 10,9% durante 2020, casi dos millones de personas. Las cifras reconocidas incluso por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia indican que un 4,5% de la población no cuenta con servicios higiénicos, un 9,8% vive hacinado, y los índices de pobreza monetaria han disminuido de un 39% en 1990 a un 8,6% en 2017. Según estudios oficiales al menos 3.500.000 personas viven esta situación. En Chile hay 4.500.000 de personas (26% de la población) que son pobres de alguna forma, mientras que 600.000 (3,4%) viven la pobreza en todas las formas multidimensionales en incapacidad de resolver necesidades básicas.
La situación de precariedad de millones de peronas se incrementó a partir de la revuelta social de octubre de 2019 y se agravó con la pandemia al perder el empleo o ver reducidos sus ingresos. En forma simultánea aumentaron los precios de productos y servicios básicos, mientras no se detiene el cobro de deudas, créditos y cuentas por pagar. Tomando en cuenta los indicadores de vivienda, alimentación, vestimenta y transporte, el 25% de los habitantes en Chile vive en la pobreza.
Desempleo, drama chileno
Según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) el desempleo en Chile en el trimestre diciembre 2020-febrero 2021 alcanzó el 10,3%. Es decir, registró un incremento de 2,5% en doce meses, producto de la reducción de la fuerza de trabajo (-7,4%) menor a la disminución presentada por los ocupados (-9,9%), y el incremento de 22,2% en los desocupados, incididos únicamente por los cesantes (26,6%). La tasa de desocupación de mujeres se situó en 11,0% y la de los hombres en 9,8% aumentando en 2,2 y en 2,7, respectivamente, en doce meses. En definitiva, formalmente hay casi dos millones de cesantes en el país, provocando un grave impacto social. Algunos datos hablan de 3 millones de personas realmente cesantes en Chile, también se habla de cientos de miles de personas que buscan trabajo y no lo encuentran. En esta realidad se mantienen cifras de más de un millón de trabajadores con el empleo suspendido, además del alto porcentaje de empleo informal, lo que implica que entre 4 y 5 millones de asalariados del país están cesantes, en la informalidad o buscando trabajo. Dos millones de personas en empleo informal o autoempleo existe e Chile, cifra que se disfraza de emprendimiento, un precario emprendimiento de baja inversión, sin contrato formal, sin previsión social, sin opción de seguro de desempleo y desprotegidos en caso de enfermedad o accidente.
La mitad de los asalariados en Chile gana menos de 600 mil pesos y otro importante porcentaje algo más de 300 mil pesos, en el borde del salario mínimo legal. El 64% gana menos de $400.000 líquidos, lo que dicho de otra manera, significa que solo 1 de cada 3 trabajadores en Chile gana más de $400.000 líquidos”. Inclusive, el 70% de los trabajadores dependientes del sector privado gana menos de $455.000 líquidos. La mitad de los chilenos gana menos de 500 mil pesos mensuales, unos 697 dólares. En medio de la pandemia, muchos empleadores comenzaron a pagar menos de 300 mil pesos mensuales y mucha gente, ante la necesidad urgente de un ingreso, está laborando por 150 mil o 250 mil pesos aproximadamente. A esta dramática realidad laboral se suma el despido de miles de trabajadores durante 2020 y la congelación de la relación laboral, así como la suspensión o rebaja del sueldo, que puso en una situación de inestabilidad social y familiar a muchos trabajadores.
Según la Encuesta Social Covid, realizada por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, en 2019 el 16,5% de los hogares chilenos consideraba que sus ingresos no alcanzaban a cubrir los gastos, hoy lo cree el 31%. Luego ese porcentaje llegó al 48,8% en julio del año pasado. La encuesta reveló que en 2019, el 22% de los hogares contaba con un ingreso mensual per cápita de hasta 100.000 pesos chilenos (137 dólares). En julio de 2020, esa proporción ya era del 41,1%, ahora es del 31,6%.
En otras realidades, un 20% de la población accede a la salud privada y un 80% al sistema público a través del Fondo Nacional de Salud (Fonasa). Los chilenos, a través de los años, fueron abandonando las privadas Isapres (instituciones de Salud Previsional o Isapres, encargadas de financiar las atenciones y beneficios de salud), al no poder pagar los planes de salud o no poder acceder a seguros y condiciones en caso de enfermedades muy graves. Dos de cada 10 chilenos pueden pagar planes de salud consistentes que les garantiza buena y eficiente atención. Son diversos los estudios que hablan de mujeres y hombres jubilados que llegan a percibir 100 mil, 150 mil pesos al mes. El 80% de los jubilados reciben mensualmente un ingreso igual o menor al salario mínimo, y nueve de cada diez pensionados tiene un ingreso mensual bajo los 300 mil pesos.
Pese a los anuncios oficiales de crecimiento de la economía entre el 6 y el 7 por ciento, nada apunta a solucionar problemas estructurales que hacen sostenidas las malas cifras sociales. Son cifras relacionadas con una realidad personal, familiar, social, de millones de chilenos. Es evidente que el problema social de Chile es estructural y de modelo económico heredado de la dictadura militar amparado en la Constitución vigente redactada por Pinochet, en un país que está muy lejos de ser desarrollado.
Los chilenos tienen una inmejorable oportunidad de cambiar en las próximas elecciones la realidad imperante, cambiando la Constitución pinochetista, madre de todos los males del país.