Luego del debate presidencial del domingo 21 se ha inaugurado una suerte de media cleaning televisivo en el afán de limpiar la imagen de los candidatos. Diversos espacios de televisión, informativos y de opinión, hacen lo imposible por lavar la imagen, pulir aristas, corregir errores del candidato Guillermo Lasso, mientras que se esfuerzan por negar, tergiversar y desacreditar lo dicho por Andrés Arauz. No faltó tampoco el esfuerzo por explicar el sacrificio que habría hecho por el país una moderadora que no moderó y, en su lugar, leyó un mal libreto sacrificando su espíritu periodístico crítico y/o analítico. Piruetas tras piruetas de limpieza, mientras las encuestadoras libran su propia batalla entre cifras.
Los medios de comunicación son un elemento conspicuo en las campañas electorales. Un acontecimiento mediático de especial relevancia es el de los debates televisados entre candidatos de las organizaciones políticas enfrentadas. El posible efecto sobre el voto que tienen estos debates ha sido objeto de análisis, cuyas conclusiones no siempre son coincidentes. Sin embargo, existe una significativa relación entre el resultado de los debates, según sea la percepción del “ganador”, y el voto final de los encuestados. La mera exposición a los debates, sin embargo, no parece favorecer a un partido por encima de otro.
Incidencia de los debates
Análisis académicos coinciden en que el debate electoral es una pieza clave en el modelo de comunicación política de las democracias. La exposición de ideas, plataformas electorales y propuestas de los participantes, supuestamente resultan fundamentales, no solo como una estrategia de propaganda, sino como una forma de crear un espacio para el flujo desinhibido de la información y la deliberación. No obstante, es primordial que los formatos de debate permitan la libre discusión de plataformas mediante la participación de la ciudadanía en la elaboración de un modelo flexible que configure los debates como herramientas importantes para incentivar un voto más informado y razonado. Precisamente aquello no ocurrió en el debate del domingo pasado.
Para lograr un diálogo flexible, el formato de debate debió estar previsto de forma que permita, más allá de la simple exposición y repetición de la plataforma electoral de cada candidato, el libre contraste de ideas y la diversificación del diálogo. El debate del domingo presentó un formato de regulación que no permitió crear una verdadera incidencia en la reflexión del ciudadano al decidir el sentido de su voto.
Según estudios sobre el impacto de los debates en la decisión electoral, los individuos no siempre tienen en cuenta la información disponible a la hora de decidir porqué alternativa votar. La complejidad de los asuntos de gobierno explica el escaso esfuerzo empleado en la decisión electoral. Conforme el concepto del voto probabilístico, los individuos cuando se enfrentan a una decisión de voto no evalúan toda la información disponible, sino que determinados aspectos tienen más relevancia y son tenidos en cuenta a la hora de decidir. La mayor fuerza en la decisión la tienen los valores ideológicos y la percepción global de la imagen del candidato. Los electores se dejan llevar más por claves heurísticas relacionadas por aspectos generales del candidato y el propio posicionamiento ideológico, y así evitan llevar a cabo un procesamiento central de la información suministrada por los candidatos. Por tanto, el debate en sus objetivos de informar sobre propuestas de campaña habría equivocado su estrategia, porque las propuestas no serían relevantes para el electorado a la hora de decidir el voto basado en los argumentos expuestos porque obliga al votante a la memorización de estímulos previo a la elección.
Las encuestas
Preocupadas las empresas mediáticas por los efectos que puede producir, electoralmente, un debate han silenciado los informes de las encuestas que reflejan una intención de voto favorable al candidato del progresismo.
Una encuesta realizada antes del debate por el consultor y catedrático universitario Omar Maluk, mostró que Andrés Arauz, candidato de UNES, sería el ganador del balotaje con el 58,7 por ciento de votos válidos, mientras que, Guillermo Lasso, del Movimiento CREO, obtendría el 41,3 por ciento. No obstante, según la propia encuesta la indecisión llegaría al 11,7 por ciento y los votos nulos al 21,6 por ciento; todo ello de acuerdo a los datos ofrecidos por 8.504 encuestados en 12 provincias del país, en 48 cantones y 160 sectores, con la técnica cara a cara, la cual se realizó del 5 al 20 de marzo del 2021. En un sondeo electoral posterior al debate, el candidato Andrés Arauz, lidera la intención de voto con el 43,15% frente al 23,75% por ciento de Guillermo Lasso, según estudio realizado por la encuestadora Perfiles de Opinión. Esta encuesta evaluó a 4.056 personas en Pichincha, Guayas, Manabí, Azuay, Los Ríos, Tungurahua, una parte de la región Serra, Costa y Amazonía.
Cabe notar que en una encuesta, la intención de voto, es la respuesta simple y directa que los encuestados dan cuando se les pregunta por qué candidato o por cuál partido votarán en los comicios. En el caso de la estimación de voto, además de preguntar por quién votaría, se le suman aquellos que no han decidido, es decir, los indecisos. Estudios confirman que el llamado efecto bandwagon sostiene que una parte de los votantes, al ver una encuesta, apoyará la opción electoral que aparece en los sondeos como favorita para ganar las elecciones, es decir, que se subirán al “carro ganador”. El efecto underdog, por el contrario, afirma que movilizaría a una parte del electorado hacia la opción que las encuestas dan como perdedor o más débil para intentar convertirlo en ganador. Según lo expuesto se podría concluir que existe una fuerte influencia de la publicación de las encuestas. No obstante, en un estudio realizado el 68% dijo no haber estado expuesto a una encuesta y recordar qué partido iba ganando. Del 32% restante, el 17% dijo que la encuesta no le produjo ningún efecto saber quién iba ganado, el 12% señaló que pensó en votar por el partido que siempre vota. El 1% pensó en votar por el ganador que señalaba la encuesta.
Mas allá del vaivén de las cifras, el media cleaning electoral y el criterio de los opinólogos, será el pueblo ecuatoriano quien, en su decisión suprema, una vez más ponga las cosas en su lugar. Enhorabuena.