La pandemia que azota al mundo plantea un desafío a las fuerzas productivas del planeta de manera especial a las vinculadas con la producción de medicamentos y vacunas. La tarea contra el tiempo de producir un antígeno confiable contra el coronavirus develó el modo de producción y distribución del sistema vigente. Diversas empresas privadas transnacionales dedicadas al desarrollo de productos farmacéuticos entraron en una guerra comercial por la vacuna contra el virus, mientras sus países libran una guerra fría tecnológica que refleja la concepción ideológica que cada cual tiene respecto de la realidad que vive el mundo.
Ese componente ideológico va ligado a la propiedad privada de los servicios de salud y a su noción de comercialización monopólica. Ya no importó tanto la capacidad de producción de la vacuna cuanto los fundamentos, la ideología que hay detrás de su fabricación que, evidentemente, emana de una concepción neoliberal de la salud que la convierte en negocio particular por sobre el derecho humano de acceso a la medicina .
Al fragor de la guerra comercial librada entre laboratorios transnacionales que pugnan por ser los primeros en producir la vacuna y captar el colosal mercado demandante internacional, en la etapa de distribución se ha develado el ADN monopólico de estas empresas que, sin escrúpulos sociales privilegian a los países capitalistas desarrollados de mayores recursos para comercializar su producto. Incluso negándose, explícitamente, a vender la vacuna a estados pequeños o gobiernos seccionales de países latinoamericanos.
Esta realidad de injusticia ha desafiado las potencialidades de países como Cuba que se ve en la obligación de desarrollar y producir su propia vacuna y establecer estrategias de inoculación masiva de su población y la de países amigos. Se trata del más grande reto enfrentado por la comunidad de investigadores cubanos e instituciones científicas de ese país que une esfuerzos apelando a su creatividad, talento y perseverancia, en el diseño de nuevos antígenos contra las nuevas cepas del SARS-COV-2 que surgen en el mundo
El científico cubano Eduardo Martínez Díaz, presidente del grupo empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica, BioCubaFarma, señala que la estrategia cubana de desarrollo de vacunas contra el Covid 19 se inspiró en la necesidad de tenerlas en el menor tiempo posible, y responde a “la capacidad, vocación de lucha y victoria de los cubanos”. Dicha estrategia -puntualizó Martínez a la prensa de su país- ha estado basada en cuatro pilares fundamentales: “el alto nivel alcanzado por la Industria Biofarmacéutica, con gran experiencia en la investigación y producción de vacunas; la fortaleza del sistema nacional de Salud Pública, disponer de científicos y tecnólogos experimentados, comprometidos con la Patria y la Revolución, y la unidad e integración que han caracterizado a todo el proceso”.
Los resultados no se han hecho esperar y hoy Cuba se encuentra en el camino para desarrollar este año una vacuna entre cinco de 40 variantes de candidatos vacunales identificadas, que pone al país latinoamericano a la cabeza en el avance del tema en la región, y en capacidad de inmunizar a toda su población antes de fin de año. El trabajo realizado hasta el momento -indica Martínez., se ha caracterizado porque “de forma sistemática, el personal involucrado compartía ideas, se socializaban los conocimientos adquiridos de las informaciones públicas y las experiencias propias, todo en el marco del Consejo Científico de BioCubaFarma, y articulado con el Grupo Técnico Nacional para la lucha contra el Covid 19”.
En el desarrollo de la vacuna Cuba, luego de concluir los análisis teóricos y las evaluaciones de los resultados prácticos, concentró sus esfuerzo en las opciones más viables hasta llegar a definir que el antígeno que utilizarán las vacunas cubanas será el Dominio de Unión al Receptor RBD (por su sigla en inglés) de la proteina de la superficie del virus (proteina s, o espiga). Este proceso científico tecnológico posibilitó contar con cinco candidatos vacunales: Soberana 01, Soberana 02, Soberana Plus, Abdala y Mambisa, que están siendo evaluados en estudios clínicos en seres humanos. Los médicos cubanos que integran los sistemas productivos de la vacuna esperan contar con millones de dosis en mediano plazo, una vez demostrada la seguridad y eficacia del producto. Para el mes de agosto de este año se plantea la meta de inocular a toda la población y continuar la producción a gran escala para suministrarla a otros países amigos. Se trata de una meta realista, respaldada por las significativas capacidades disponibles en el país isleño habituado a enfrentar, colectivamente, enormes desafíos contra el bloqueo económico bajo una constante agresión política. “No hemos podido disponer de grandes recursos financieros y, debido al férreo bloqueo de EE.UU, varios países nos negaron el suministro de materiales y equipo”, denunciaron médicos cubanos.
Cuba transparenta sus estrategias sociales y tecnológicas en la lucha contra la pandemia venciendo obstáculos, sin los cuales hubiera avanzado más rápido gracias a la fuerza y el empuje con la que ha trabajado por la salud y la vida de su gente.