Es una arenga que refleja una realidad. La cultura suele ser peligrosa por su esencia contestataria a los exabruptos y olvidos del poder. En ambos casos desde el arte simbólico o escénico, el quehacer cultural cuestiona, suscita, propone. Esa es la dinámica en la que se halla el grupo Teatro Ensayo desde sus inicios en los años sesenta cuando nació derivado del quehacer del colectivo cultural Los Tzántzicos, y su posterior reintegración a la Casa de la Cultura desde el año 2003. Teatro Ensayo persiste a través del tiempo creando, montando y difundiendo obras de teatro, dentro y fuera del país, constituyéndose en una escuela de trabajo y educación por el arte dramático. Conformado por 15 actores, dirigido por el maestro Antonio Ordoñez, Teatro Ensayo recorre el país protagonizando una gestión cultural comprometida con los destinos populares.
Como muchos gestores culturales, el grupo ha enfrentado las vicisitudes de la pandemia y de una cuarentena que, momentáneamente, los distanció de su público natural, ausencia que suplen alternando presentaciones virtuales y presenciales. No sin el esfuerzo de enfrentar necesidades económicas, sin seguridad laboral y social que requieren como trabajadores del arte.
Conversamos con Antonio Ordoñez y dilucidamos cómo sobrevive Teatro Ensayo, qué tanto influye en su actividad la pandemia y qué obras tienen en preparación para mostrar al público. Antonio ha dicho que sin mayor apoyo del Estado, con riesgos de todo tipo, este grupo de actores sigue representando la vida sobre las tablas, convencido de su compromiso con los anhelos populares, teniendo la cultura como herramienta de cambio social, gestión que para el poder siempre resulta peligrosa.
¿Cómo ha influido la pandemia en la actividad del grupo?
El grupo Teatro Ensayo viene realizando una labor fuerte en cuanto a difusión, tenemos 10 obras en repertorio que este tiempo hemos estado difundiendo en todo el país. Nosotros decimos que no tenemos tiempo de difundir, es tanto lo que hay que hacer en zonas donde la cultura no llega nunca y con el pretexto que tenemos, con el afán de que la gente asuma conciencia de algunas cosas, hacemos muchos espectáculos de contenido social, un teatro comprometido, de resistencia, pero no tenemos mucho tiempo. Lo hacemos de manera virtual, salvo unas visitas presenciales en plena pandemia, presentamos la obra Las Cruces sobre el agua, inspirados en la novela de Joaquín Gallegos Lara. Hemos hecho un trabajo adicional en el que hemos descubierto posibilidades, pues estábamos sin juntarnos y hemos hecho un trabajo muy interesante en cuanto a encontrar obras que sirvan para nuestros objetivos y que podíamos estudiarlas primero. Escogimos obras que fueron estudiadas por todos, y que nos demuestra cómo el Teatro Ensayo en su creación colectiva, en su trabajo dinámico, desarrolla un teatro donde todos hacen aporte.
¿Eso significa que han logrado sobrevivir laboralmente en este tiempo de cuarentena?
Hemos logrado sobrevivir con una gran voluntad y la decisión de los compañeros que hacen el grupo, y también con muchas dificultades económicas, con aportes simbólicos que no contemplan seguro social. Es muy difícil mantenernos, cada seis meses se hace un contrato con los actores que se paga a través de facturas, no es como se puede pensar que somos los privilegiados de la cultura.
¿De qué manera la pandemia ha condicionado el contenido de las obras elegidas para presentaciones?
Esto ha servido mucho para que nosotros reflexionemos, para que constatemos qué es lo que está pasando en este mundo, incluso para que hagamos reflexiones respecto a que si la pandemia fue provocada o no. Cómo es que nos encierran a todos, nos amarran las manos, y a muchos, el cerebro. Es dramático, es terrible, pero nosotros hemos tenido una actitud bastante positiva, hemos realizado un trabajo muy extenso que podemos resumir en el escogitamiento de cuatro obras con las cuales nos hemos aproximado mucho al cine o a la televisión, porque cada uno ha hecho un trabajo de filmación. Una obra es Los Bajos fondos, de Máximo Gorki donde hago un personaje, está muy relacionada la obra con una condición de pobreza. Logramos filmar y luego editar la actuación en sitios separados y vamos descubriendo una nueva técnica que se aproxima a la técnica audiovisual con la cual tenemos fragmentos de obra, realmente excepcional. Pero siempre nos hace falta la presencia del público.
¿Ha habido algún tipo de apoyo de una entidad estatal para este trabajo cultural de ustedes?
Nosotros hemos planteado una serie de proyectos al Ministerio de Cultura. Este afán de que existan dos o tres grupos de teatro más, parecidos al nuestro. Planteamos un proyecto en el que marcamos cinco zonas en el país, que tengan cada una grupos de danza-teatro y puedan producir en su zona obras, con esto solucionarías problemas respecto al trabajo de la cultura, respecto a la difusión, respecto a que las artes se difundan. Pero no pasó nada, solo quedó en evidencia que hay mucha dificultad económica para la realización de las obras. Si, algunos siempre estamos a las espera de que alguien nos auspicie, pero no hay definitivamente voluntad. Tenemos mucha gratitud con gente de la Casa de la Cultura que incluso hace esfuerzos, pero no hay mayor apoyo de otras instituciones.
¿Cómo han vivido el proceso de elección de nuevas autoridades de la Casa de la Cultura?
Nosotros hemos estado pendientes de qué es lo que pasa, nos ha sorprendido una resolución de la Junta Plenaria, con la cual hemos tenido algunos inconvenientes serios, algún miembro de esa junta propuso que se disuelva Teatro Ensayo porque representa gastos, como si tuviésemos un gran presupuesto. Políticamente, creo yo, hay gente interesada en que Teatro Ensayo desaparezca porque la cultura es peligrosa. Nos hemos sorprendido, -todos los del Teatro ensayo estamos afiliados al RUAC- frente a esta propuesta de que tenían que cumplir con esta disposición para inscribirse previamente para participar en las elecciones. Era un inconveniente bastante serio, no termino de entender.
¿Qué hay en el trasfondo de todo esto, qué pasa en la Casa de la Cultura?
Nosotros hemos hablado permanentemente de la autonomía de la CCE, mientras la Casa de la Cultura no nos obligue, y nos diga monten esta obra o no monten esta obra, nosotros permanecemos en la CCE, si es que ocurriese esto nosotros defenderíamos la autonomía, no pueden condicionarte si eres un creador, si eres un artista. No hay ninguna razón para que se dicten estas nuevas normas que, evidentemente, rompen la autonomía de la CCE. Nosotros estamos realmente indignados, nos duele que esto pase en la Casa de la Cultura, no terminamos de entender por qué, hay intereses que hacen que esto pase como sucede en el país donde ya nada puede sorprenderte. Aquí no hay límites todo vale, es una descomposición total, no podemos aceptar que esto pase en la Casa de la Cultura.
¿Qué obras tienen en preparación en estos momentos?
Tenemos cuatro obras, Ricardo III, de William Shakespeare; Los bajos fondos, de Máximo Gorki; Calígula, de Albert Camus y El gesticulador, del mexicano Rodolfo Usigli. Son obras que hemos resuelto hacer, obras más cortas, hemos escogido algunos cuentos, pero son obras completas. Hemos dividido al equipo en tres grupos, para no estar todos en contacto, y hacemos tres días a la semana trabajo presencial, Hay también El Diálogo nocturno con un hombre abyecto, de Friedrich Dürrenmatt. Hay una obra muy linda que hicimos tomando textos de Eduardo Galeano, Nicolas Guillén y Walt Whitman, se llama Sinfonía de los países pobres, y lo estamos haciendo en teatro y danza. Es importante la participación de la maestra Marisa Créténier que da clases de danza y hace propuestas en coreografía para las obras que estamos haciendo. Estamos montando estas obras en dos aulas de la Casa de la Cultura, ahí tenemos nuestro espacio. Estaremos presentando, simultáneamente, estas obras en dos meses más. En cada grupo hay un responsable de las obras, Carlos Guamán, Giovanna López, Ignacio Donoso y Andrea Estrella. Hay otra obra que es La Muerte del ídolo oscuro, del ecuatoriano César Dávila Andrade, es la historia de los guandos y se trata de una niña bien que necesita un piano de cola que su padre importa, y cuando el piano llega a Guayaquil lo trasladan a la sierra a campo traviesa a lomo de indio.
De cara a un nuevo gobierno, ¿qué requerimientos habría que hacerle al nuevo régimen para una plataforma básica de fomento a la cultura?
Nosotros quisiéramos que se entienda la cultura como una cultura comprometida. Que se asegure el trabajo de actores, bailarines, escritores, para que se resuelva su problema económico. Este proyecto nuestro de dividir al país en cinco zonas y crear ahí grupos de danza, teatro, música o artes plásticas, sería una solución para difundir la cultura, de acrecentarla. Quisiéramos que el nuevo gobierno se centre en esto, por eso vamos a luchar, eso vamos a exigir. Esperemos que el nuevo gobierno esté atento a estas posibilidades y todo sea más fácil, y si no seguiremos luchando. Ojala no gane la derecha de este país, ojalá que los grupos progresistas puedan sumarse a la verdadera cultura.