La lucha contra la violencia de género que se expresa contra la mujer en la sociedad capitalista es una de las causas, sino la principal, de diversos colectivos feministas, sociales y culturales. Poner en su exacta dimensión esta expresión social no es tarea fácil, pero sí urgente. La dicotómica clasificación humana entre sexos, la distancia que media entre la lucha y las conquistas de esa disputa son temas que abordamos con la socióloga Fabiola Ochoa. Especialista en administración pública, ha trabajado con diversos grupos de atención prioritaria en temas de derechos y aspectos de seguridad bajo un enfoque de género. Con lúcida pasión, Ochoa da una mirada a la violencia que una sociedad patriarcal ejerce contra la mujer, en la que esa violencia es otra forma de la lucha por el poder en una sociedad dividida en clases sociales.
¿Cómo caracterizar la situación de la mujer respecto de la violencia de género en el país?
Hablamos de la lucha de las mujeres, un tema un poco efímero. En este tema, la palabra lucha suena a un antes. En este momento histórico se dan muchos enfoques, pero creo sin embargo que es importante hablar también de las conquistas, no solamente en el ámbito económico de la inserción como tal de la mujer, sino frente a la posibilidad de ejercer un derecho a una conciencia de la mujer. Una conciencia social que abarca la generalidad del ser humano como tal. Por qué digo esto, porque parece que se avanza con un pie, pero falta el otro. Falta un trabajo de educación, de estrategia, que no está vinculado, necesariamente a la educación formal, al Estado como tal. Conmemoramos un 8 de marzo vinculado a una lucha que desde muchos espacios esa lucha continuará, y frente a esa lucha es importante ver hasta dónde hemos llegado, qué hemos alcanzado.
No obstante, en cuarentena han aumentado casos de violencia contra la mujer, ¿eso no contradice esas conquistas?
Justamente a eso me refiero, hay momentos históricos coyunturales super fuertes que nos permiten reflexionar no como un tema de no conquista, sino más bien una reflexión que tiene un discurso que va calando ya en el consciente de las personas. Pero ese discurso tiene que trasladare a un tema más práctico. La pandemia nos está dando esa alerta. Es una alerta que no solo está en los discursos, en lo teórico, tiene que volverse práctico. El encierro hace retomar eso. El encierro nos hace ver justamente eso, la violencia está en el ámbito privado. Hay dos tipos de violencia, una violencia que se da en lo privado y se ejerce en ese ámbito y las conquistas que se han dado en al ámbito público.
¿Por qué el encierro de la cuarentena aumentó los casos de violencia intrafamiliar?
Los motivadores no son los mismos. No es lo mismo decir yo golpeo porque tengo celos, porque estoy borracho, etc, que decir estoy en casa, no tengo trabajo. No estoy justificando la violencia, estoy mirando las diferencias que me permiten tener un seguimiento y saber con claridad por dónde tengo que abordar y trabajar el tema. En pandemia subió la denuncia un 30% pero cambia detonante de la violencia y tengo que trabajar esos detonantes que hicieron que la violencia ocurra, porque implica que en cualquier momento bajo una misma circusntancia tengo otras miradas para trabajar dentro de la política pública. No se puede diseñar una política estandar cuando tengo detonantes difrentes de la violencia. Es interesante hacer esa diferencia para que en la política pública se pueda integrar otros elementos que hacen que detone la violencia, eso no quita que el tema tenga otro tratamiento como tal, pero sí frente al activador de esa vilencia.
¿Cuáles son las causas, en general, de la violencia de género?
Creo hay muchas causas, hay una sincronía en varias, obviamente es importante ver que si enfocamos el tema en una conquista por el poder, obviamente no estamos caminando. Las conquistas tienen que ir más allá del poder. El objetivo final es sentir mi derecho como mujer. El derecho no es un poder. En esta relacion intrafamiliar o desde el ámbito público en el trabajo, por ejemplo, no solamente desde la visión de la mujer, creo que hay que tener esa visión masculina también. Cuando hablamos desde una perspectiva masculina o femenina seguimos hablando de cómo tenemos que desenvolvernos como hombre y mujer. Yo estoy hablando mucho más allá, desde el tema humano.
Esa perspectiva masculina y femenina, hace pensar que el feminismo, a secas, soslaya un problema estructural que es ideológico, que va más allá de la reivindicación feminista, y tiene que ver con el poder y los contrapoderes de la sociedad.
Debe haber un momento en que el poder es egoísta, y cuando miras desde ese egoísmo defiendes solamente una postura, y esa postura no necesariamente es la que te está permitiendo caminar, porque son varias miradas que deberían estar conjugadas. La palabra lucha es como una postura de estar alerta a algo que te permite actuar siempre desde la lucha. Creo que no estamos trabajando energéticamente lo que deberíamos hacerlo como conciliación.
¿Qué tipos de violencias contra la mujer identificas?
La violencia contra la mujer empieza por una violencia psicológica. Esa violencia nace de un desajuste, la persona reacciona así sin haber tenido la posibilidad de diálogo, de respeto. Por eso es importante el trabajo que se pueda hacer versus un castigo. Para que esa violencia psicológica verbal fluya, salga y se convierta en un práctica de violencia cotidiana, es porque ese ser humano tuvo prácticas que no le permiten tener una forma diferente de dialogar o de solucionar sus problemas de otra manera frente a su pareja. Esa parte fundamental, el Estado no lo está mirando. El Estado lo que está haciendo como estructura es juzgar y poner una política cuando el hecho se está dando, pero no antes. Para que cualquier persona actúe de esa forma es porque hay algo que está motivando sus pasiones como factor psicológico a esa acción. No se trata de defender la violencia, sino de ir al fondo de porqué se está generando ese tipo de conducta.
Eso hace pensar que un factor de superación de la violencia de género sería la educación.
Si no trabajamos esa parte estructural dentro de la educación, es decir, educación no en función del poder que capacita para hacer ciertas cosas, no. Sino al derecho que tenemos los seres humanos a ser respetados, valorados frente a un igualdad de oportunidades.
Si la violencia se resuelve con educación y la sociedad no resuelve el acceso a la educación, el problema se vuelve más urgente, hay que actuar ya, ¿qué hacer?
Cuando trabajé en violencia de género planteé la necesidad de trabajar con los violentadores. Dentro de los problemas de violencia de género lo que hace la justicia es alejar a la víctima de su victimario, sin embargo, no está tratando la causa real de la violencia. No es solo un tema de justicia, es un tema psicológico, de seguimiento al individuo, porque algo está sucediendo con esa persona para actúe con esa forma violenta, y no lo hace de la noche a la mañana. Ese es el procedimiento que no se está generando. Frente a Estado, la persona va y denuncia, si no denuncia igual sigue teniendo violencia intrafamiliar, sigue teniendo miedo a la denuncia y no hay un real seguimiento al caso. Y termina en un resultado en que el Estado no protegió a la víctima.
¿Por qué no prospera la denuncia, solo un 37% tiene una sentencia condenatoria?
Es que hay un proceso, un círculo en el tema de la denuncia, el círculo de la violencia; se denuncia y no hay rapidez en la justicia para proteger derechos dentro de la denuncia. No existe seguimiento al caso. La persona que denuncia depende de su pareja violenta y tiene que seguir en su núcleo familiar donde hay violencia, y al hacer la denuncia queda desprotegida. Regresa con su pareja al círculo de la violencia, parejas que, además, no tienen un tratamiento psicológico. La violencia no es negociable, por tanto si las mujeres no van a negociar un tema de violencia psicológica o física cuál es la perspectiva que tiene esa mujer para seguir adelante, qué pasa con ese hombre violento que vive ese problema psicológico, solamente queda una mujer en la indefensión.
La ley de prevención de la violencia de género tiene tres años, pero que no se cumple. ¿Por qué?
Por que no hay un Estado que realmente se juegue por esto. Teóricamente hay ley, pero es necesario que lo hagan suyo, que se sienta que conscientemente es importante intervenir y resolver el tema. La víctima y el victimario no deja de ser un ser humano y el ser humano tiene que verse en su amplia complejidad.
Pero no hay igualdad entre víctima y victimario, hay diferencias…
Hay diferencias, lo que estoy diciendo es que se debería tratar a esas dos personas con sus diferencias, pero no puede dejar de tratárselas, de hacer un seguimiento y apoyarlas, no se puede dejar de abrir espacios, no se les puede dejar solos a ninguna de las dos personas porque son dos seres que van a seguir haciendo vida y las mujeres van a seguir siendo víctimas de violencia. Para esa persona victimaria si no hay un tratamiento, no hay un cambio.
Ante esta urgencia, se habla de que falta capacitación al personal de justicia, por ejemplo, de la fiscalía y la policía, para hacer justicia y reposición a las víctimas.
Es importante esta capacitación y sobre todo sensibilización en el tema, no me puedo capacitar si no tengo un don de servicio para trabajar el tema. Esa sensibilidad implica que yo pueda reaccionar con agilidad frente a estos hechos y no implique hacer de esto una tramitología. No puede ser posible que una persona que es víctima tenga que acudir a esos espacios policiales y volver a ser victimizada, mientras vuelve a relatar los hechos frente a una policía nada sensible frente al tema. Muchas veces las mujeres se han visto acusadas de provocar la violencia y esto tiene influencia crucial frente a lo que está sucediendo en ese momento. Por otro lado, fiscalías que están llenas de expedientes y que, posiblemente, lo único que políticamente se piense es cómo trabajar de manera más eficiente esos temas que son la vida para muchas familias. El estado no se está acordando de esta urgencia, que se tiene que intervenir de inmediato.
La fiscalía tiene un déficit faltan 500 fiscales, tiene que haber 8 fiscales por cada cien mil habitantes, según la norma internacional…
Si se reduce el presupuesto para temas que son vitales para la sociedad, cómo hacen los fiscales que tienen sus oficinas llenas de expedientes porque no alcanzan a evacuar con la agilidad que se quisiera, mientras no evacuen esos temas el círculo de la violencia ya está nuevamente en el inicio y vuelve. Es decir, no tengo ayuda, el Estado no me está protegiendo, no tengo la posibilidad de que mi denuncia pueda progresar de manera efectiva, de tal manera de que se si el reloj empieza a girar, no con la velocidad de la fiscalía, sino con una velocidad mucho mayor, ya llega un punto en que ya no necesito del fiscal.
¿Para dar soluciones de fondo, el movimiento feminista debe insertar su lucha reivindicativa contra la violencia de género en la lucha general de la sociedad por la justicia social y luchar junto con los hombres, es posible eso?
Hay un camino que es importante en una lucha que reivindica a la mujer desde una mirada de mujer. Sin embargo, si esta lucha en una sociedad de hombres y mujeres si yo no estoy mirando las dos partes, es decir, en donde muchos de ellos están acompañando se pierde oportunidades. Tengo que unir. Creo que hay más hombres definitivamente conscientes de este tema, de esta lucha, de este conflicto, de este trabajo de las mujeres por ser tratadas como seres humanos, hay más hombres que los que están generando la violencia. Uds también como hombres deben sentirse agraviados en el tema de que todos los hombres son machistas.
La lucha no es exclusivamente de las mujeres, porque eso le resta la mitad de potencia al tema sin que nos sumemos los hombres…
La postura del feminismo nos da esta lectura de tener a los hombres fuera de esta lucha, pero cuando hablamos de género, del enfoque de género, es allí donde se está anclando la posibilidad de actuar y presionar juntos. La idea de recoger el género en esta visión feminista es lo que nos debería anclar a una lucha conjunta. No hay que ver el concepto de género como un concepto feminista. Cuando yo hablo del concepto de género o del enfoque de género, es cómo escucho de lado y lado esa reivindicación por la justicia como seres humanos. Hay que plantearlo muy claramente. Es muy fácil solamente pensar que si el mismo hombre nos ha excluido, pero hay otras cosas que nos están incluyendo. Creo que hemos avanzado en esa conquista, creo que las estrategias van cambiando en la forma de cómo vamos ganando espacios.
¿Qué expectativas existen del tema frente a un nuevo gobierno?
Creo que es importante revisar los planes de gobierno de ambos candidatos, ambos pertenecen a una línea muy diferente. Obviamente a los dos les interesa como candidatos el tema. Creo que hay varias líneas en que debe trabajar un próximo gobierno. La educación es lo más importante, es una inversión a largo plazo, el tema de capacitación; el ámbito legal es la otra parte que se debe tomar, el tema laboral para que las mujeres logremos una reivindicación de derechos y dar a la mujer más oportunidades laborales. Es importante el trabajo que se debe hacer en salud, apoyo psicosocial a la mujer porque despues de un año de pandemia no es fácil reconstruir y volver a la normalidad, volver a tener confianza de que lo podemos lograr como familia, como sociedad.