Por Carlos Lasso Cueva*
Nadie respeta y admira más a una serie de mujeres que yo. Nadie está más de acuerdo con la igualdad de todas las personas que yo. Nadie es más solidario que yo con los que sufren escarnio, explotación, abuso. A lo largo de mi vida siempre he estado con el dolido, con las víctimas, nunca con los opresores (jamás he sido empleado de ningún gobierno, nunca he sido áulico de ningún régimen, nunca he trepado a algún cargo público en base a obsecuencias o servilismos).
Creo que la lucha por la justicia social es vasta y múltiple, siendo la principal contradicción la que se da entre explotados y explotadores. No he torcido nunca mi línea ideológica y humana en este aspecto. Jamás me he vendido por un sueldo ni nada parecido. Nunca he sido corifeo de ningún poderoso, ni tampoco cómplice o aupador de abusos e injusticias cometidas contra nadie.
Estoy completamente de acuerdo con las luchas sociales en búsqueda de la equidad social, cultural, económica. He mantenido firme mi postura anticapitalista en medio del maremagnun de confusiones y transfugios que hemos presenciado en el transcurso de los años de la vida.
Apoyo la causa de las mujeres pobres, de las madres de familia desamparadas, de las mujeres humildes que son víctimas del sistema oprobioso al que estamos sometidos. Hace mucho que entendí y asumí que en la relación de los dos sexos debe haber absoluto respeto, democracia interna y tareas compartidas.
Nadie tiene derecho a abusar de ninguna manera de nadie. Condeno con indignación cualquier abuso o atropello machista en contra de cualquier mujer.
La naturaleza diseñó ambos sexos -es mi opinión y mi forma de captar las cosas- para que nos complementemos y seamos constructivos compañeros en el camino. En todos estos puntos tengo muy clara la película y no necesito que ningún comedido me venga a explicar el procedimiento correcto en todos estos asuntos. Esa ha sido una práctica de vida.
A menudo en mi poesía he cantado al amor y me he inspirado en dignas mujeres a las que profeso profunda admiración. En nuestro país han habido heroínas de la vida diaria, personalidades femeninas que han liderado transformaciones socio-políticas, mujeres de cultura respetabilísimas. Hablo de Alba Calderón, Rosa Borja de Ycaza, Luisa Gómez de la Torre, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña, María Teresa Solá, Piedad Larrea Borja entre otras decenas, cientos y seguramente miles de mujeres de pro, ejemplares seres humanos que han irradiado luz en su peregrinaje. Que han contribuido de una forma u otra a la lucha por humanizar la vida en este mundo.
Muy lejos ha estado de mi modo de pensar o de actuar el machismo, al que considero una escala inferior en la conducta humana.
En cuanto a Marx (ilustre pensador y trabajador intelectual que vivió en la mayor pobreza toda su vida) creo que, de vivir en esta época, coincidiría con todo lo que aquí digo. Con lo que no puedo estar de acuerdo es que aparezca una nueva teoría que generalice y que eche la culpa a TODOS los hombres de los males que aquejan a las mujeres. No puedo estar de acuerdo con la tesis de que el “hombre malo en general” es el enemigo de “la mujer buena en general”. Este es un estereotipo antojadizo disparatado que -para mí- tiene el objetivo de sembrar la confusión entre quienes deben luchar juntos contra la injusticia de toda clase.
No puedo estar de acuerdo con que aparezca una teoría -sediciosa y anormal- que pretende dividir a la gente de ambos sexos que luchan juntos por la causa de la justicia integral para todos los seres humanos.
Estoy consciente de los basamentos estructurales en que se ha fundamentado la opresión a lo largo de los siglos. Engels es el que mejor ha explicado la causa de estas inequidades en su libro “El Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, al que no se ha referido nadie -que yo sepa- entre las filas de quienes se han abanderizado con esta corriente que considero proterva.
En nombre de la justicia no se puede, además, buscar privilegios especiales para unos seres humanos en desmedro de otros. No se puede buscar perseguir o aprobar una patente de corso para que unos se encaramen encima de otros buscando remediar así antiguas injusticias originadas en la estructura del sistema que aqueja por igual a la gente pobre, humilde y trabajadora de los dos sexos.
No se puede abrir un frente específico y arbitrario que pretenda abolir la lucha contra el sistema creador de atropellos y sufrimientos, creando uno dedicado exclusivamente a zaherir y denostar a los hombres en general, ubicando como verdugos de la humanidad a todos. Esto es torcer las leyes de la historia social, es una distracción alienante que impide divisar a la contradicción principal del mundo de hoy, que se da entre opresores y oprimidos, entre los que nada o muy poco tienen contra los usufructuarios planetarios de la riqueza que se acumula y concentra en transnacionales y monopolios cuyos accionistas suelen ser personas de ambos sexos. Es curioso: ahora hay mujeres que han llegado a la presidencia en algunos Estados capitalistas, y desempeñan las obvias funciones que les toca con una eficiencia que envidiarían los hombres más imbuidos de machismo. Algunas han defendido y defienden la injusticia social con un ahínco que envidiarían y aplaudirían los más malos potentados del planeta. Lo que pone de relieve que no podemos ser enemigos quienes defendemos la tesis de la justicia social, independientemente de nuestro sexo.
Creo que la lucha social no tiene sexo ni género. Los oprimidos, las víctimas, los desposeídos, de ambos sexos, deben marchar juntos en pos de un futuro mejor, ajenos a falacias estrambóticas que quieren hacerles creer a una porción de ellos que el enemigo está en otra parte: en sus compañeros varones.
Esta tesis irracional tuerce el camino de las mujeres que anhelan justicia y las induce a enfrentar no al aparato estatal mundial sino a odiar y combatir a los hombres en general. Asi, ya no es el sistema capitalista el causante de los sufrimientos y las tragedias humanas sino el hombre varón, simplemente, por antonomasia.
A quién beneficia esta teoría errática? Qué se propone con tesis irracionales como la “lucha contra la dictadura histórica del falo”? Es un secreto que en los estratos altos del feminismo no encontramos precisamente mujeres proletarias sino burguesas y pequeñoburguesas que predican radicalmente el lesbianismo?
La sociedad patriarcal tradicional fue un engendro de factores sociales que se formaron a lo largo de la historia. Su basamento fue económico, como claramente lo enuncia Engels en su libro. Hay un hilo histórico en el camino de la humanidad doliente que parte del comunismo primitivo -sin propiedad privada, sin Estado, sin familia-, a la comunidad humana mundial del futuro en que para que brille la justicia no ha de desaparecer un sexo para que sobreviva dichosamente libre el otro -cosa imposible- , en la que todos los seres humanos vivirán en paz, cuando se haya abolido el Estado de clase y sus fundamentos económicos que han sido y son el dinero, la dictadura del valor de cambio, el trabajo asalariado, el Estado, junto a toda esa superestructura cultural, ideológica, religiosa (nadie ha sostenido más el machismo y el patriarcalismo que las religiones: soy ateo) que han sido la raíz y la causa de que la vida humana haya tenido que permanecer alienada -por muchos factores desprendidos de esta causa fundamental- durante tantos siglos.
Creo que al nacer todos los seres humanos son inocentes y puros. Es al crecer en un medio inhumano, cosificado y corrupto… en el que las mercancías valen más que las personas que son sometidas a un proceso de deshumanización evidente, que se contagian de modos de pensar que este sistema ha engendrado. La parafernalia del sistema ha producido una serie de mecanismos para negar la condición humana, corromperla, destruirla, dividirla, enajenarla, con el fin de que sea útil a sus fines aviesos. En ese transcurso el ser humano ha encontrado la negación de su esencia humana. Esto ha producido hombres y mujeres ROTOS en su dimensión interior, víctimas de un orden de cosas negativo y oprobioso.
Vencer y destruir estas estructuras del capitalismo en el mundo es la tarea unificada elemental que se debe realizar para conseguir lo que siempre ha sido el sueño de la humanidad: una sociedad justa, armoniosa, humanizada, sin explotación. Todo lo que conlleve a oscurecer o torcer este objetivo es negativo, reaccionario, contrarrevolucionario.
*Carlos Lasso Cueva, Loja 1951. Poeta, periodista.