La agricultura tiene una importancia decisiva en las economías gracias a su contribución sustancial al empleo y medios de subsistencia, así como a las exportaciones de productos agrícolas. En el mundo, el 40% de las labores del campo son realizadas por mujeres. En Ecuador, se destaca la labor de la mujer rural como una fuerza laboral que representa el 36% de la población activa en áreas rurales. Sin embargo, existe un 70% de mano de obra femenina no remunerada y en el territorio rural solo el 25% de la tierra está en manos de mujeres rurales, mientras que un 54% de mujeres indígenas son pobres.
A la mujer corresponde la elaboración de alimentos, suministro de atención médica y de vestido para los hijos. La mujer en el campo es transmisora de culturas tradicionales, música, celebraciones, artesanías, costumbres e idiomas. No obstante, la presencia rural de la mujer muchas veces es invisible.
Conversamos con tres mujeres vinculadas al trabajo productivo del sector agrícola, Blanca Chiquito, periodista, Estela Quilumba, lider comunitaria y Lourdes Páez, empresaria, para conocer de fuente directa la situación de la mujer rural en Ecuador.
¿Cómo definiría la situación de la mujer rural?
Blanca Chiquito: La situación de la mujer en el campo es preocupante, no se le da importancia como aporte en el desarrollo del agro. No ha logrado identificarse como una propulsora del tema agrario. La mujer rural no ha podido educarse como debería. Ella tiene una base fundamental en la familia agraria, pero no ha logado liberarse de la sombra del hombre. No tiene bienes propios y siempre depende del hombre. Ya es tiempo que la mujer tenga libertad financiera y económica. Sin embargo, cada día hay mayor participación de la mujer en asociaciones del campo al frente de movimientos rurales.
Estela Quilumba: La mujer rural es fuerza, trabajo y lucha, pero hay muchas falencias, vulneración de derechos, discriminación, desempleo, falta de apoyo. Pese a que ha cambiado mucho el rol de la mujer, y ahora hay más empoderamiento de la mujer rural. En la pandemia hemos liderado el tema de sostener la economía en el agro.
Lourdes Páez: La mujer en el agro es doblemente discriminada en nuestro país por su condición de género y por vivir en el campo. Lamentablemente los gobiernos y la sociedad nos hemos olvidado del mundo rural que es prioritario en Ecuador. Las mujeres rurales son las que cultivan los cereales, los vegetales que se consumen en el país y damos por hecho que es algo que nos merecemos, esa seguridad alimentaria que nos ofrecen día a día, pero ¿qué estamos dándoles a cambio? Hemos olvidado el campo, el desarrollo rural, y por ende a las mujeres agricultoras que trabajan para que nosotros podamos alimentarnos y tener los supermercados llenos de frutas y productos.
¿Cuáles son las necesidades no resueltas de la mujer en el agro?
Blanca Chiquito: La educación es una necesidad prioritaria pendiente de resolver. La mujer rural no tiene recursos propios. Le falta capacitación, tecnificación y acceso al crédito. Falta mejorar la situación de regadío, en semillas y asistencia técnica. Le falta protección legal frente al abuso intrafamiliar, posibilidades para denunciar, y legalizar sus tierras.
Estela Quilumba: El apoyo a la mujer productora, falta apoyo para salir adelante, no es que nos regalen, sino apoyo para sacar nuestros productos, centros de acopio, cadenas de mercados, etc. La mujer de edad no encuentra trabajo pese a eso salimos adelante, somos un eje de la economía. La educación es otra necesidad no resuelta perfectamente en el sector rural. Queremos acceder a la industrialización de nuestros productos. Damos de comer a las grandes ciudades, sin embargo somos olvidadas.
Lourdes Páez. La mujer tiene un sinnúmero de necesidades insatisfechas empezando por la salud reproductiva, la educación básica y la educación técnica, una educación que le permita tener acceso a tecnología agrícola moderna. Las mujeres productoras deberían poder acceder a maquinaria que les permita trabajar con menos dureza la tierra, actualmente casi lo hacen todo a mano. También deberían tener acceso a la propiedad de la tierra que cultivan, apenas el 20% de las agricultoras son dueñas de su tierra. Por supuesto necesitan crédito agrícola con el cual puedan dar valor agregado a sus cultivos e incrementar su productividad. Ellas tienen el derecho de acceder a una vida moderna, a una vida de bienestar como todos deseamos.
¿Qué hace falta para mejorar la condición de la mujer rural?
Blanca Chiquito: Se necesita políticas públicas que permitan transparentar el trabajo de la mujer rural y potenciar sus recursos para mejorar su calidad de vida. La educación es básica para que ella se supere, se requiere que las instituciones apoyen el mejoramiento de la mujer rural.
Estela Quilumba: Nos falta tener una visión de apoyo a la mujer rural en educación, tecnología. Falta apoyo legal contra la violencia de género. Nosotras tratamos de hacer economía solidaria, pero no avanzamos sin apoyo.
Lourdes Páez: Debemos empezar por cambiar la manera de ver el desarrollo, todo está centrado en las ciudades y nos preocupamos muy poco del desarrollo rural que es la base de nuestra vida, de nuestra alimentación. Debemos cambiar este enfoque, para mirar con mayor respeto y mayor valoración lo que es el campo, a la madre tierra. Valorar a las mujeres agricultoras que día a día están trabajando en sus fincas y que merecen una vida de bienestar con acceso a todos los servicios básicos que contamos en la ciudad y la comodidad de una vida moderna. A pesar de estar en zonas aisladas, ellas deberían tener acceso a internet, a tecnología agrícola, a semillas, a una capacitación técnica y por supuesto a créditos y a la propiedad de la tierra. Tenemos una gran deuda con las mujeres agricultoras y con el desarrollo rural de nuestro país.