Por Xavier Lasso.
A eso estamos asistiendo en los estertores del gobierno de Moreno, intentar algún calificativo no tiene sentido, a semejante personaje ya nada le cabe, ni siquiera creo que guiñapo lo abarque.
Funcionarios indolentes, como el que fuera ministro de salud, Zevallos, ahora en Estados Unidos, canceladas todas sus cuentas en redes, como queriendo desembarazarce de su nefasto pasado; otras muy cínicas, como María Paula Romo, también en Estados Unidos, dicen que Washington, a la que ahora le invade un profundo silencio; hay también los de mirada abyecta, miserables, como el que fuera ministro de economía, Martínez, ese que le negó recursos a la salud en medio de la pandemia; o los de mirada corta , verborreicos, sin condumio, como Roldán, muy probablemente en España al amparo de su padre, embajador de Ecuador en esa península.
Pero los remolinos de tierra también vienen del remedo de “periodismo” que tanto aupó las tropelías de Moreno. Ha dejado la pantalla Janet Hinostroza, es que ya se le agotó el negocio de las entrevistas.
Mención aparte para Tania Tinoco que ahora se pregunta, ante tanto deterioro: ¿qué nos pasó? Pasó, mientras miraban a otro lado, haciéndose los locos, que el Ecuador se caía a pedacitos, asaltado por Moreno y sus colaboradores más cercanos, Michelena en primera línea.
O la desfachatez de Diego Oquendo saltándose la fila, típico de las inmoralidades cotidianas, amparado en sus dichos lame todo, como Moreno campeón de la libertad de expresión, al recibir la restitución de unas frecuencias, que fueron sometidas a una auditoría que desveló enorme corrupción en su reparto.
¿Qué les pasó? Pasó que se quedaron sin siquiera un mínimo de referencias éticas porque se perdieron en el discurso del odio puro. Mientras todo se hacía añicos, se remitieron a su propio ombligo y, ¡pum! las cárceles estallaron, micro cosmo que, de todas maneras, es el reflejo de la sociedad entera. En las cárceles cercenaron, decapitaron, motosierras, amoladoras fueron usadas; en la sociedad muchos lo perdieron todo, lo más preciado: la dignidad. Ese “periodismo” con dientes afilados, y uñas de colores, muy largas y puntiagudas, fue el arma de todos los días, hasta cosechar las tempestades que nos ha dejado con esta sensación distópica.
Ahora toca, con paciencia, con respeto y solidaridad, compasión también, volver a levantar una idea de patria que se construya desde la rica diversidad de nuestra gente: cholos, negros, indios, mestizos y con la mira fijada sobre todo en los pobres, es que estar con la historia es estar con ellos. Basta de ese suelo expoliados por unos ricachones capaces de todo, violentos, hipócritas, farsantes. Sus afanes de poder, poder total, hasta los ha vuelto esperpento puro, tan ensimismados en su fiesta de disfraces.
No somos eso, y pasa que vamos al encuentro del futuro.