Por Hugo Guzmán
Al menos ocho consorcios privados controlan producción y venta de vacunas anti Covid-19. Tendrán, a lo menos, utilidades por 50 mil millones de dólares, cuando más de mil millones de seres humanos no tuvieron acceso a vacunarse. 45% de las dosis fueron inyectadas en los países ricos del G-7, pese a que sólo albergan a 10% de la población mundial; naciones pobres sin acceso. Nueve de cada diez vacunas se inyectan en países con recursos altos o medios-altos.
De acuerdo a datos manejados por entidades especializadas, los grandes consorcios trasnacionales farmacéuticos tendrán, a lo menos, ganancias por alrededor de 50 mil millones de dólares por la venta y distribución de vacunas anti Covid-19.
Hay reportes que indican, por ejemplo, que Pfizer alcanzó ya unos 15 mil millones de dólares en utilidades y Moderna sólo en la venta de la vacuna a la Unión Europea obtuvo ganancias por 3 mil millones de dólares. AstraZeneca está entre las que se pueden mostrar conformes, con utilidades por tres mil 200 millones de U$. Por motivos de confidencialidad o que no hay acceso a la documentación de las farmacéuticas, no se sabe con exactitud otros niveles de ganancias de varias compañías trasnacionales, todas pertenecientes a grupos monopólicos privados de naciones desarrolladas. En el caso de las vacunas desarrolladas por Rusia, India y China, no existen datos fidedignos de sus utilidades.
Mucho del juego financiero en torno a las vacunas contra el nuevo coronavirus se realiza en Bolsas de Valores, principalmente Wall Street, lo que reafirma la prioridad en cuanto al negocio en torno de la salud a nivel mundial.
Las gigantes en materia de producción de vacunas son Pfizer, Merck, GSK, Sanofi, Moderna, Novavax, BioNTech, AstraZeneca y Johnson & Johnson.
De acuerdo a revistas especializadas en el tema e informes de prensa, las vacunas se están vendiendo entre 4 a 30 dólares la dosis. Son precios vinculados al esquema de negocio de las trasnacionales y a las tratativas con los gobiernos que las compran. En las últimas semanas hubo denuncias de que varios consorcios habían efectuado maniobras como frenar la producción o aducir retrasos, para que se elevaran los precios.
Olaf Tölke de Scope, ratificó que si se suministrara una sola dosis de una vacuna de entre 15 y 20 dólares a la mitad de la población, “se generarían unos ingresos de 50.000 millones de dólares o más”. El analista indicó que habrá más producción por las necesidades del producto, lo que generará aun mayor ganancia para las grandes compañías que las producen.
Loïc Chabanier, de la consultora Ernest & Young, en entrevista con la agencia de noticias AFP, planteó que si se suman otras vacunas contra el coronavirus, “el mercado podría tener resultados de 30 a 40 mil millones de dólares este año”.
Reportes de prensa permitieron conocer que en el caso de Estados Unidos, 15 laboratorios generaron en conjunto en la Bolsa de Nueva York, 121 mil 224 millones de dólares como valor de mercado. Novavax y Moderna fueron las que más elevaron el valor de sus títulos. El precio de sus acciones subieron 921.86% y 233.23%, respectivamente, logrando ganancias de 17,678 millones de U$ de capitalización para Moderna y 2,229.33 millones de U$ para Novavax. La alemana BioNTech y Jonhson & Jonhson, subieron sus acciones en Wall Street en 88,40% y 1,03%, respectivamente.
Varios analistas apuntaron que muchas trasnacionales pudieron desarrollar los estudios, investigaciones, ensayos y producción de las vacunas por millonarias inversiones de gobiernos que les entregan altas sumas de dinero a las farmacéuticas. Es decir, sus utilidades tuvieron como fuente dineros públicos.
La empresa Airfinity anotó que varios gobiernos entregaron ocho mil 600 millones de dólares a empresas trasnacionales, más mil 900 millones de U$ que llegaron de organizaciones civiles sin fines de lucro. En tanto, los propios consorcios invirtieron en la fabricación de sus vacunas unos 3 mil 400 millones de dólares.
En definitiva, la llegada de la pandemia del Covid-19 mostró de manera más nítida la estructura de negocios trasnacional y monopólico en la industria de la salud, específicamente en cuanto a las grandes corporaciones que se dedican a la fabricación y distribución de vacunas.
Grupos financieros, muchas veces en un enjambre de negocios difícil de seguir, detectar y transparentar, buscan las altas utilidades (en varios casos para familias multimillonarias) en base a la venta de vacunas a gobiernos, lo que implica que un alto porcentaje de esas ganancias provienen de dineros fiscales, de los impuestos que pagan los ciudadanos y de finanzas del sector público de salud.
La inequidad
Una de las consecuencias de ese modelo y estructura de negocio privado y trasnacional, es que muchas naciones y sus habitantes quedan al margen de los beneficios de vacunas y otros insumos para prevenir, erradicar y encarar enfermedades y situaciones de pandemia. Los gobiernos que cuentan con escasos recursos, simplemente no pueden vacunar a los habitantes de sus países. Por cierto, otro botón de muestra de cómo opera la globalización.
Para partir, podría bastar la declaración del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, al decir que más de 130 países no han recibido una sola dosis de las vacunas Covid-19 y que el 75% de las inmunizaciones aplicadas hasta el momento se ha concentrado en tan sólo diez naciones, todas ellas desarrolladas. Un 16% de países obtuvo un 60% de las dosis, advirtieron otros informes.
Uno de los datos relevantes es que de las más de 200 millones de dosis contra el Covid-19, un 45% fueron inyectadas en los países ricos del G-7, que sólo albergan a 10% de la población mundial, según reporte de AFP.
El Banco Mundial informó que nueve de cada diez vacunas se inyectan en países con recursos altos o medios-altos, y al inicio de 2021 había a lo menos una treintena de países donde nadie había sido vacunado, todas naciones pobres, principalmente de África y Asia. Hay cálculos que apuntan a que mil 840 millones de personas están en territorios donde no se vacuna contra el Covid-19.
Hay estimaciones de que cerca del 90% de las habitantes en casi 70 países de bajos ingresos tendrán pocas posibilidades de vacunarse contra el Covid-19 en 2021.
El encargado de políticas de desigualdad de Oxfam, Max Lawson, indicó que “las naciones del G-7 han asegurado suficientes vacunas para que cada uno de sus ciudadanos sea inoculado tres veces, mientras muchos países pobres aún deben recibir dosis única”.
Uno de los paliativos ante esta situación, fue la creación del programa Covax, dirigido por la Organización Mundial de la Salud y la Alianza para las Vacunas, con la idea de alcanzar mayor alcance en la vacunación. Tenía, hasta inicios de este año, alrededor de 8 mil millones de dólares de financiamiento (por cierto, debajo de las ganancias de las farmacéuticas). Desde la OMS se anotó que Covax busca “acelerar el desarrollo y la fabricación de vacunas contra la Covid-19 y garantizar un acceso justo y equitativo a ellas para todos los países del mundo”.
El proyecto busca, en lo inmediato, distribuir vacunas contra el Covid-19 en un 20% de la población de cientos de países. Pero hay tensión respecto a los recursos que existan durante este año. Un objetivo es distribuir 337 millones de dosis en 187 países, adquiriendo lo producido por Pfizer y AstraZeneca.
Se informó que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) notificó a países de América Latina y El Caribe “sobre la dotación estimada de dosis para la primera fase de entrega de vacunas contra la Covid-19, a través de una carta a sus autoridades de salud. Recibieron dicha carta 36 países y territorios que participan en Covax”. Entre ellos está Chile.
35 millones de dosis de vacunas anti coronavirus serán entregadas a 33 naciones de la región, lo que se considera un gran apoyo, sobre todo cuando se registraron atrasos y problemas en acceso en varios países.
Algunas poblaciones del mundo se vieron beneficiadas por la adquisición y llegada de las vacunas rusa y china, Sputnik V y Sinovac, respectivamente.
En este cuadro, el secretario general de la ONU planteó que “en este momento crítico, la mayor prueba moral que encara la comunidad global es la equidad en la distribución de vacunas. Debemos asegurarnos de que todo el mundo, en todas partes, pueda vacunarse lo antes posible”.
Fuente El Siglo