Aumenta el distanciamiento social y político entre Yaku y Lasso. En rueda de prensa el candidato ecoindigenista le dio un lapidario rechazo al banquero, mientras cuestionó en duros términos la gestión del CNE que calificó de caricatura de trasparencia: “Ni sueñen que vamos a apoyar a la delincuencia organizada de Lasso, ni sueñen que para evitar que venga Correa al Ecuador tengamos que apoyar al feriado bancario y a la corrupción del señor Guillermo Lasso (…), somos los únicos que podemos ganar”, dijo Pérez y calificó como un “pacto satánico”, la supuesta complicidad entre el CNE y el candidato de la alianza CREO- PSC. Y a reglón seguido, insinuó que del feriado bancario sigue el “feriado electoral”.
El CNE recibe diversos cuestionamientos como diversa es la composición interna de su trilogía principal, con una presidenta Diana Atamaint puesta en el puesto por Pachakutik, que luego mantuvo distancia social y política con la funcionaria. Con un Vicepresidente, Enrique Pita, puesto en el puesto por el movimiento CREO y un consejero, Luis Verdesoto, que lo acolita en sus decisiones, no obstante afirmar que el CNE no ha cumplido con sus funciones, mientras sangra por la herida al sentirse “marginado” de las últimas decisiones del Consejo.
Mientras tanto, la marcha sigue su marcha y los indígenas movilizados se acercan a Quito instigados por su candidato presidencial. Vienen a reclamar derechos, a exigir legalidad y transparencia, dos fundamentos que no necesariamente deben funcionar separados.
El novelón electoral tiene capítulos consecutivos. Yaku exigió al CNE abrir las urnas señaladas por su candidatura y no en forma aleatoria, como había decidido el organismo electoral. No obstante, el CNE no puede administrar un proceso electoral al arbitrio de los candidatos. Y lo hace no porque no tenga autoridad, sino porque la autoridad de sus competencias está secuestrada por los intereses de los partidos políticos representados en su seno. Y como dice la telenovela, sin senos no hay paraíso. Pero el edén electoral se convierte en infiernillo para algunos. Lasso prevé un “electoralasso” en contra el 11 de abril, ante la sentencia de Yaku de desvelar los sueños del banquero de contar con apoyo indígena en las urnas. Yaku, después de exigir abrir las urnas, recibió la respuesta de Lasso: «Yaku debe presentar evidencia de inconsistencias en cada una de las provincias en las cuales exija abrir las urnas», dijo. Hasta ahí llegó el romance del fin de semana del amor y la amistad, entre el ecoindigenista y el banquero. El CNE, en lugar de actuar como autoridad, prefirió el papel de cupido mediador y cometió la imprudencia -¿casual?- de imponer un “acuerdo” llamado al fracaso en lugar de aplicar la ley.
El pacto electoral estaba destinado al fracaso por oportunista, trivial y carente de principios. Las alianzas políticas son genuinas y factibles cuando existe unidad en la diversidad, como punto de encuentros ideológicos. En el caso de Lasso y Yaku, juntar el agua con el aceite, esperar unidad entre un banquero y un ecoindigenista en el Ecuador del feriado bancario y de la histórica discriminación étnica, después que unos mandan regresarse al páramo a los otros, es prácticamente imposible. “Que ni se sueñen los banqueros el apoyo indígena”. La negativa de Yaku se podría traducir como dejar en libertad de elección a sus bases en la segunda vuelta, porque él no controla la voluntad de toda su gente, quienes por natural instinto étnico y de clase, votarán por voluntad propia en contra del banquero, aliado de socialcristianos racistas, regionalistas, que hicieron un inaceptable desaire al movimiento indígena a las puertas de Guayaquil, cerradas en sus narices aquella mañana de octubre en el Puente de la Unidad Nacional.
¿Con qué rostro Lasso puede pedir los votos al movimiento indígena, si de manera natural representa a la banca del atraco bancario que mandó al exilio a millones de hombres y mujeres, precisamente, nativos de las provincias con mayor composición social indígena del país?
Si la dirigencia indígena quiere liderar con sentido histórico a sus bases, pueblos y nacionalidades, debe conducirlas con inteligencia estratégica y consecuencia política por la senda de una justa reivindicación de derechos ancestrales y sociales. En esa línea, buscar la construcción de una agenda factible con el gobierno progresista que asuma el 24 de mayo. Sin temor ni favor, sin renunciación ni presión, con sentido de país inspirados en la diversidad que la propia naturaleza les ha enseñado. Volver al Ecuador profundo y radical, porque ahí surgen nuestras raíces nacionales, de pie sobre la tierra como un árbol, con el tronco de una nación soberana. Todo un país espera ver los frutos.