Época de carnaval y la política adopta rasgos carnavalescos, no por lo festivo sino por lo alegórica, por la simulación que la muestra ser lo que no es. Algunos actores políticos en lugar de jugar con agua, juegan con fuego. De cara a la segunda vuelta el tema no puede ser otro que las opciones de las fuerzas políticas en juego.
Los candidatos finalistas para la segunda se enfrentarán «dorando la píldora» por captar votos de los perdedores de la primera. Arauz tendrá que imponer una agenda progresista, la pregunta es si eso es suficiente para seducir a la izquierda radical y a los electores de la derecha, anticorreístas.
¿Funcionará un pacto electoral Lasso-Yaku contra el correismo? Algunos observadores creen que depende de la campaña de Lasso, quien deberá cambiar la agenda. La campaña sucia en torno al tema de Venezuela no funcionó. Yaku dijo en la cara a Lasso: «Usted y yo no queremos ser otra Venezuela, pero usted quiere que seamos una Grecia de rodillas ante el FMI».
El correísmo tratando de mostrar una agenda -progresista- más allá de lo que es, busca captar un electorado que está por la libertades sexuales, el anti extractivismo, derechos de género, derechos generacionales y reivindicaciones indígenas.
¿Quién está, naturalmente, más cerca de ese electorado? ¿Se harán alianzas y a qué precio de autenticidad, la tolerancia está por sobre las divisiones ideológicas?
Dime con quién andas
Frente al mapeo qué muestra cada una de las candidaturas finalistas, el pueblo plantea, dime con quién andas y te diré quién eres, y a quién daré mi voto. Nadie puede hacer nada solo, debe buscar alianzas. Lasso debe entender una agenda que nunca entendió: anti extractivismo, derechos sexuales y derechos indígenas. Yaku debe acercarse a la agenda neoliberal de flexibilidad laboral y reformas tributarias de menos impuestos, fin de los subsidios y leyes de seguridad social. Arauz deberá acercarse a la agenda indígena, de derechos de género, ecologismo juvenil. Bajo la aparente superficie de la campaña existe una realidad en cada una de las opciones políticas.
El analista Alejandro Moreano en el portal Línea de Fuego, señala a las elecciones del 7 de febrero «como una contundente derrota del neoliberalismo (…) en el Ecuador, la derecha abiertamente neoliberal tuvo apenas el 20 % de los votos. El progresismo, Pachakutik e Izquierda Democrática suman 95 asambleístas; la Derecha, PSC y CREO, 30 legisladores». No obstante, la derecha más recalcitrante hizo sus propios cálculos «y vociferó que el gran derrotado fue el correísmo”, pues los votos de Lasso, Yaku Pérez, Hervas y de los otros doce candidatos suman cerca del 70% del total. El sentido de estas elecciones y de la política de la última época está marcado por la hegemonía de una contradicción fundamental: antineoliberalismo o anticorreísmo.
El considerable triunfo electoral del 7 de febrero -según Moreano- “fue la concreción de las grandes jornadas de Octubre de 2019 que tuvieron al movimiento indígena como actor fundamental, y a los trabajadores, estudiantes, profesores, pobladores de barrios y ciudades pequeñas, izquierdistas radicales y progresistas incluidos, que lo acompañaron y convirtieron al Ecuador en una sociedad plurinacional y una fiesta insurgente”.
El apoyo a Yaku Pérez no se debería al candidato por Pachakutik, sino a un apoyo al levantamiento popular de Octubre. Sin embargo, Moreano insiste, “la posición de muchos dirigentes y activistas populares, escritores, intelectuales, feministas, ecologistas y otros luchadores populares, discrepa de Yaku Pérez por sus diversas ambigüedades, por su tibia posición en el Paro de Octubre”.
Las “debilidades” de Yaku Pérez, para Moreano, han sido entre otras: el apoyo a Lasso en la segunda vuelta de 2017, y su rechazo a la figura de Evo Morales. Sus fortalezas: el reconocimiento de Yaku como nombre político es uno de los aciertos. Y es que el movimiento indígena -concentrado en la Conaie- «es el sujeto histórico fundamental de nuestra historia y de nuestro porvenir. Siempre ha mostrado, una extraordinaria inteligencia política». Y concluye Moreano en que las maniobras sobre todo del vicepresidente del Consejo Nacional Electoral, Enrique Pita García, partidario de Lasso, por manipular el recuento final de los votos para promover la candidatura de CREO, y la firme respuesta de Yaku Pérez, han gestado la perspectiva de un eventual nuevo levantamiento indígena que transformaría de raíz estas elecciones.
En el análisis de Moreano los pronunciamientos programáticos de Yaku Pérez muestran que “ha sido figura indiscutible en la lucha contra el extractivismo llevada a cabo por el movimiento indígena”. La campaña de Pachakutik “ha logrado expresar y fortalecer el sentido de identidad racial. En esa perspectiva, su particular importancia ha sido postular acciones a favor de la producción de medianos y pequeños productores y comunidades, proponiendo varias medidas, entre ellas, la exoneración de impuestos a la importación de equipos para la producción agraria y artesanal”. Entre los planteamientos discutibles, Moreano señala “el respeto al Estado de derecho dentro y fuera del país, el respeto a la propiedad privada, oponerse a la presión para imponer la repatriación de todo o parte de los 30 mil millones de dólares que los gran millonarios tienen en los paraísos fiscales, el ofrecimiento de eliminar el Impuesto a la Salida de Divisas, llamar a la banca extranjera como mecanismo para presionar la baja de los intereses para préstamos», que son postulados inequívocamente neoliberales.
El sociólogo Stalin Herrera, de la Universidad Central, tiene matices en su visión cuando se pregunta, ¿cuáles son las posibilidades reales de Yaku Pérez?, responde: “Yaku es un dirigente que creció en la lucha antiminera y en ese proceso se convirtió en un actor protagónico en la oposición a las políticas extractivistas del gobierno de Rafael Correa. Yaku es el candidato que recoge el espíritu de las movilizaciones de Octubre del 2019, coyuntura en la cual no solo se rompieron las expectativas electorales de Jaime Nebot y con eso el tablero electoral de la derecha. Octubre del 2019 nos mostró la aprobación y simpatía de la sociedad por el movimiento indígena; y, reafirmó una agenda anti-neoliberal”.
Para este analista, la polarización izquierda-derecha, correísmo-anticorreísmo pierde capacidad para captar el voto.»UNES tiene un tercio de los electores y eso hay que respetar. Además, el correísmo mostró que no es solo el líder carismático y sus seguidores; si bien no logran componer una organización de masas, tienen estructura y militantes, son la primera fuerza en la Asamblea Nacional. El correísmo, simbólicamente, ocupa un lugar en el espectro de izquierda, es su versión progresista, es una apuesta por la reforma y renovación del capitalismo, más que por el cambio estructural. Pero eso significa una apuesta por el estado de bienestar y la ampliación selectiva de derechos, tienen la experiencia y ese es el eje de su campaña. En el marco de la crisis económica, la expansión de la pandemia y el empobrecimiento al que la población ha sido sometida por el gobierno de Lenín Moreno, es una oferta sugerente”. La herencia de Correa parece que llegó al tope y ahora deben salir a buscar nuevos votos, manifiesta Herrera. Pachakutik tiene más espacio hacia donde crecer, pero debe resolver varías de sus debilidades que serán un elemento en contra: Hay que contener las presiones y ofertas de la derecha, Lasso ya ha manifestado su apoyo y abrazo. Este tipo de declaraciones traen más dificultades que beneficios a Yaku Pérez. Una parte del electorado de Lasso votaría por Yaku, por la ciega oposición al correísmo. El resto no votará por él, porque su composición es de clase, es un lugar y una subjetividad que impide darle el apoyo a un indígena.
El que se alía con la derecha pierde, considera Herrera. Los indígenas y ecologistas, según su análisis, necesitan “reabrir el debate por el agua y los derechos de la naturaleza, el Estado Plurinacional, la educación popular. Pero también los movimientos sociales y sectores de izquierda: los trabajadores que necesitan cambiar la reforma normativa que los aplasta, los campesinos que perdieron la posibilidad de afirmar su dignidad en la soberanía alimentaria, los movimientos feministas que vieron sus consignas escatimadas por la posición ultraconservadora del líder progresista”.
Cualquiera sea la alternativa viable en la segunda vuelta deberá mostrar, en todo terreno, la suficiente capacidad movilizadora de la voluntad popular. El próximo gobierno deberá gobernar con la anuencia de las bases de la sociedad, más allá de las agendas burocráticas, los pactos de gobernabilidad bajo la mesa, lo políticamente correcto, que no es otra cosa que sintonizar con los intereses populares. La sociedad y el pueblo que aspira trabajo estable, acceso a la salud, seguridad social, educación, cultura, vivienda y no vivir en una sociedad saqueada por la corrupción, necesita mensajes claros, un programa de gobierno que le devuelva la esperanza, con políticos que reafirmen un lugar contra el neoliberalismo y dé respuestas a sus necesidades.
Quitadas las máscaras de carnaval los políticos mostrarán su verdadero rostro, y es entonces cuando las decisiones populares marcarán el rumbo del nuevo país.