“Fue un triunfo contundente” -dijo Andrés Arauz-, pero no definitivo. Ese fue el reflejo preliminar de la voluntad popular de un electorado que, sorteando las vicisitudes del tiempo en largas colas para sufragar, fruto de las improvisaciones organizativas del CNE, la amenaza pandémica y el irrespeto a las medidas de bioseguridad, asistió de manera masiva a votar reduciendo el ausentismo y la abstinencia electoral. Fue “impresionante y masiva”, la participación popular, dijo un observador internacional, confirmando la vocación cívica y el espíritu democrático del pueblo ecuatoriano.
Al filo de la tarde de un día agitado, la voluntad popular expresó con claridad algunas certezas. El binomio progresista obtuvo el primer lugar de manera indiscutible, echando por tierra todo intento fraudulento que bajo las sombras de la duda pudiera haber burlado la voluntad ciudadana. Fue prácticamente imposible que maniobras de apagones, encuestas a boca de urna o interpretaciones mañosas de las cifras, pudieran haber torcido la verdad de los hechos.
Según el conteo rápido -sospechosamente lento- del CNE, al filo de las 3 de la madrugada, escrutado el 97,02% de actas, y 14,04% que deben volver a revisarse por presentar novedades, las cifras indicaron: Arauz 32,21%, Pérez 19,72%, Lasso 19,65%. Blancos 3,06% y Nulos 9,48.
La disputa por el segundo lugar entre Lasso y Pérez mostraba una oscilación evidente. No obstante, los primeros resultados en cifras de las elecciones dejan dos certezas: Arauz irá a segunda vuelta y un sorpresivo auge del apoyo al movimiento indígena. Las primeras certezas políticas indican una consolidación de la izquierda progresista en Ecuador.
Además, es evidente que la dinámica de la voluntad popular muestra al país frente dos alternativas: el modelo neoliberal y el progresismo con justicia social. De cara a este escenario caben dos lecturas gruesas: leer el lenguaje de las cifras y leer el relato de los protagonistas.
En relación con el lenguaje estadistico, hay que distinguir las cifras oficiales de las extra oficiales, que se suman al relato político, emitidas por dos encuestadoras. CEDATOS: Arauz 34,9, Lasso 21,7, Pérez 16,7 y SANTIAGO PÉREZ: Arauz 36,2, Lasso 21,7 Pérez 16,7, resultados que difieren de los entregados por el CNE.
El relato político
La lectura política de los protagonistas muestran interesantes interpretaciones en sus ideas-fuerza. Una primera idea, en la que coinciden todos los actores, es que habrá o debería haber una segunda vuelta, descartando un eventual triunfo de Arauz en la primera vuelta. En relación con esa lectura surgen los cálculos por el que terciaría con Arauz en una segunda ronda electoral. En otras palabras, quién conviene a los intereses del sistema que enfrente al progresismo con mejores posibilidades de ganar. Aquí surge otra certeza: no habiendo alcanzado mejor votación Lasso y cuyos resultados no los esperada, la derecha se muestra poco interesada en las ideas por defender en su proyecto político, y más bien trata de impedir el triunfo del “modelo totalitario y populista que pretende volver”, como declaró el propio candidato banquero. En esa línea estratégica se conjugan los diversos relatos políticos de analistas en los medios informativos que apuntan a una idea fuerza: habrá o deber haber segunda vuelta en la cual hay que derrotar al correismo.
La directora de revista Vistazo, Patricia Estupiñán, dijo que “habrá segunda vuelta y que el correismo casi ha llegado a su techo”. Lo mismo sucede a Lasso, y que ambos tienen el reto de “conquistar al país”, frente a esa eventualidad los votos de Yaku se irían con Arauz y los de Hervás con Lasso. Polibio Córdova de Cedatos, afirmó que “habrá segunda vuelta, ambos tienen que ganar la simpatía de los votantes y que ya hay candidatos que dicen que votarán por Lasso”. Roberto Izurieta señaló que “Arauz tendrá mucha dificultad en conseguir más votos en la segunda respecto a lo que sacó en la primera y Lasso tendría menos dificultad para sumar en la segunda vuelta. Un voto populista de la costa se estaría yendo hacia Arauz, donde la alianza de CREO-PSC no funcionó”. El periodista activista, Jorge Ortiz, mencionó que el resultado “era esperable, pero no se esperaba tanto, es incierto lo que pueda pasar. Falta organicidad partidista que diga a quién apoya”.
El relato político de los intérpretes de la danza de las cifras, debe considerar que la gente prefirió una opción de centro izquierda que de centro derecha, lo que debilitó a Lasso, eso se expresó en la buena votación de Hervás y la votación de Yaku. Además la encuestadora y los publicistas que apoyan a Lasso le dijeron hace dos semanas que estaba primero y se confió. Nunca le confesaron la verdad de la intención de voto o, si se lo dijeron, por eso Lasso le confesó a Carlos Vera que si Yaku va a la segunda vuelta, «desde ya le digo, votaría por él». Lasso tiene que sumar votos en la costa, fundamentalmente en voto rural. Arauz debe penetrar más en la sierra con votos urbanos, considerando que en esta región el correismo tiene más base que techo.
Entre las estrategia de la derecha no se descarta un agudizamiento de una campaña sucia antiprogresista. Remedo de las campañas clásicas del terror: miedo del electorado al fantasma del comunismo en lo político y en lo económico.
No falta quienes dicen que hay un “borra y va de nuevo, que el partido comienza cero a cero”. Esa es una media verdad en tanto que no es muy cierto que funcione tan mecánicamente el endoso de votos de un candidato a otro.
En una eventual segunda vuelta el 11 de abril, es esencial que el progresismo y su contrincante, cualquiera que sea, detecte qué está pidiendo la gente, qué quiere para su futuro y el de su familia. En un país donde hay carencia de ideologías claras, es un buen contraste claro la visión del país sobre cómo salir de la actual pobreza.
Al final del día, una cosa es la realidad de las cifras oficiales y extraoficiales y otra son los deseos expresados por los partidarios de cada tendencia en sus ideas-fuerza.
Como perspectiva futura, en una segunda vuelta el voto se tiende a fragmentar, pero la opción no es entre correismo y el “modelo totalitario y populista que pretende volver”, como sugiere el candidato banquero. La alternativa es entre la opción progresista de justicia social de soberanía e inclusión social o el neoliberalismo de un capitalismo salvaje, y en el caso de Ecuador además dependiente del FMI.
El desafió del progresismo es a quién pedir el voto en la segunda vuelta en un necesario ejercicio de alianzas políticas, frente a la voluntad popular que elige un futuro y no solo un candidato.
La certeza final, acaso, se expresa en la legendaria canción de Víctor Jara: “porque esta vez no se trata de cambiar un presidente, será el pueblo quien construya un futuro bien diferente”.