La palabra cultura genera diversas emociones. Algunos cuando la escuchan, en una reacción instintiva de violencia, echan mano a un arma; a otros, en un sentimiento diametralmente contrario nos invade una sensación de paz, armonía y cosa civilizatoria.
De cara a decidir los destinos del país la oferta cultural que propongan los aspirantes al poder, habla mucho de quiénes son, de qué material están hechos y en qué sentido les fluye la sangre por las venas. Es que cultura es realidad inasible que nos define y constituye, más aun en una sociedad de convivencia democrática.
En democracia la cultura nos acerca a la realidad, sugiere un folleto que concentra la promesa cultural progresista de UNES. A diferencia de los artificios que proponen una cultura alejada de los hechos sociales e históricos. Visión que, sin duda, responde a la equivocada concepción de separación deliberada de la cultura material y la cultura espiritual.
Contrariamente, la cultura no puede ser vista independiente de la historia y de la evolución de los medios productivos. En esa perspectiva, la cultura y sus productos en una línea de pensamiento progresista solo puede amparar la construcción de una democracia plena. Como protagonistas de ese proceso, artistas y trabajadores de la cultura resultan forjadores de una sociedad que se forja así misma, según sugiere el folleto de UNES. Consecuentemente, defender la cultura y preservar sus productos, memoria, identidad e idiosincrasia de un pueblo, es imperativo a la hora de defender la democracia y sus formas de expresión: equidad, libertad y desarrollo sostenido.
Esta concepción de cultura propuesta por UNES, de cara a un futuro recuperable, ubica a la cultura en el centro de sus mayores expectativas. En esa propuesta la relacion que prevalece entre ideología y cultura es irreductible, en el espíritu de una concepción humanista del mundo. La recuperación de futuro responde a una acción política inspirada en esos principios. El desglose de estos principios y su aplicación práctica, quedan estipulados en el documento de creación colectiva, La cultura y el pensamiento para una democracia plena.
Vale decir, la cultura es todo. En virtud del criterio del escritor Iván Égüez, la cultura no solo es la transformación de la naturaleza y la formas de ese usufructo; no solo la representación simbólica, filosófica y heurística del mundo, sino una generalidad abstracta y a la vez concreta del proceso civilizatorio en procura del progreso humano. Es historia y presente, cambiante permanente, envolvente y transversal, dinámica y diversa, material e inmaterial, física y virtual.