En medio del silencio electoral un fantasma recorre el país, el fraude, que como todo fantasma cuenta con crédulos a quienes se les aparece en las sombras, y los escépticos que niegan su existencia.
Para mayor claridad la entidad fantasmal del fraude electoral tiene rasgos definidos, es una “conducta por la cual, a través del engaño, la manipulación, la falsificación, la distorsión, el despojo, la elusión, obstrucción o la violencia ejercida en cualquier fase del proceso electoral se busca impedir la celebración de elecciones periódicas, libres y equitativas o bien afectar el carácter universal, igual, libre y secreto del voto ciudadano”.
Según los creyentes en fantasmas, el fraude electoral que recorre el país se manifiesta en una violación contra la libertad electoral y la transparencia de los comicios, destinada a ejercer el libre ejercicio del sufragio, y por ende, la directa expresión de la voluntad popular en las urnas. De acuerdo con los teóricos del fraude electoral éste no sería obra de un autor único, sino un contubernio colectivo que proviene del Estado y en el que pueden participar grupos o individuos, empresarios, movimientos políticos, autoridades locales, funcionarios estatales, policías, militares y fuerzas extra gubernamentales.
Esta teoría conspirativa alimentó la desconfianza en el Consejo Nacional Electoral, CNE, con sospechas no infundadas por manejos truculentos en procesos electorales y el desprecio a la norma. En la cruda realidad esta percepción se continuó nutriendo de la improvisación, desorganización y una serie de cuestionamientos contra candidaturas progresistas que mostró en su gestión el CNE durante el proceso, incluido el uso inédito de recursos públicos para tratar de favorecer a candidatos del oficialismo. No se descarta tampoco las denuncias provenientes de la Contraloría General del Estado sobre irregularidades y pedidos de investigación por instituciones frente a las cuales no se ha hecho nada. Las denuncias en diversos tonos aluden a impunidad y complicidad de la autoridad electoral con ciertos dirigentes políticos que guardan incómodo silencio con el fin de favorecer candidaturas de derecha y centro derecha.
En medio de la opacidad fantasmal del proceso electoral ciertas luces dejan entrever hechos que algunos han caracterizado como el intento de perpetrar un “golpe blando” en el Ecuador. Por cierto, estos indicios que son parte de un relato coherente, estructurado, son hechos inconexos en el tiempo y el espacio que, no obstante, permiten una asociatividad que conduce a la conclusión de que en el país se ha puesto en marcha un plan para determinar el rumbo político del Ecuador, incluso pasando por sobre el orden constitucional y la voluntad mayoritaria de la ciudadanía.
Un resumen de prensa cuya fuente es el portal RutaKritica, establece que el golpe blando se caracteriza: “desde la guerra de desinformación orquestada por la derecha ecuatoriana que incluye el uso masivo de trolls y fake news en contra del candidato Andrés Arauz; las irregulares decisiones de último momento por parte del CNE sobre algunos procedimientos electorales; los obstáculos puestos a algunos observadores internacionales, hasta las recientes denuncias en Twitter del prestigioso periodista español, radicado en México, Katu Arkonada”.
El fantasmal panorama delinea ciertos hechos reales, cuya interpretación queda en la versión del periodista en mención. Entre esos hechos se hace alusión a la visita de Lenin Moreno a los EE.UU en medio de la cual, según su agenda, sostuvo reuniones con Juan Sebastián González, recientemente nombrado por Biden, Director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca para “vigorizar la lucha contra el tráfico ilícito de drogas, así como la delincuencia organizada transnacional”. También se hace mención a la reunión de Moreno sostenida con el Secretario General de la OEA, Luis Almagro (cómplice del golpe contra Evo Morales en Bolivia) en la que intercambiaron elogios (defensor de los derechos humanos, la democracia y las libertades, calificó Almagro a Moreno), y se habría diseñado la agenda de los observadores de la OEA al proceso electoral ecuatoriano.
Las reuniones no terminan ahí. La agenda presidencial habría incluido reuniones con participación de la ex ministra de Gobierno ecuatoriano M. P. Romo, quien según movimiento migratorio, viajó a Washington en vuelo de United Airlines 2083, el 27 de enero a las 5.28 am. El objetivo de la reunión de la comitiva presidencial, según fuentes de Arkonada, sería “orquestar una estrategia para impedir la victoria de Arauz, coordinado acciones de desinformación: lo publicado por Semana respecto al supuesto financiamiento del ELN, así como una supuesta injerencia de Venezuela, Cuba, Irán y Rusia, pero también asegurándose de que una encuestadora cercana al candidato de la derecha cree el clima propicio para legitimar al menos una segunda vuelta y, eventualmente, suspender la segunda”.
Estos acontecimientos tuvieron seguimiento luego en Ecuador con la reunión sostenida por Moreno, en el aeropuerto de Quito, con la Jefa de la delegación de Observadores de la OEA que vino al país y con la revocatoria de estatus a 2 observadores electorales europeos por acción del CNE, bajo acusación de injerencia política en el proceso electoral.
De este modo, el fantasma del fraude tomaría cuerpo en un golpe blando, con duras consecuencias en la vulneración de la voluntad popular que, según 9 de 10 encuestas, perfilan un triunfo electoral del progresismo en el país.
Fantasma o no, el fraude con cuerpo de golpe blando no debería sorprendernos como una aparición metafísica.