En estos tiempos la política es geopolítica, aquello que sucede aquí influye allá, y viceversa, en un mundo pandémico y global. Varios indicios de la eventual victoria electoral del binomio Arauz-Rabascall enciende las alarmas en los Estados Unidos y pone a Joe Biden frente a una nueva disyuntiva latinoamericana.
Los indicios son claros, la mayoría por no decir todas las empresas encuestadoras nacionales dan por ganador de la primera vuelta a Andrés Arauz, incluidas algunas investigadoras internacionales. Los signos de inquietud y, a ratos, desesperación de los candidatos de la derecha política ecuatoriana, son otra señal de una eventual derrota. El candidato banquero ofrece demagógicamente promesas en una campaña que adoptó el tono populista: mil millones de créditos al 1% de interés y a 30 años plazo. El bloque de candidatos de centro derecha promete traer vacunas o fabricarlas en el país, otorgar créditos sin intereses a cinco años, crear tres millones de empleos, regalar semillas a los agricultores, dar internet a todo el país, bajar el IVA, eliminar pruebas de ingreso a la universidad, entre una retahíla de ofertas de baratillo. Otra estrategia del bloque del candidato banquero tuvo problemas esta semana, cuando su aliado socialcristiano -Jaime Nebot- presentó su propuesta de consulta populista con preguntas que forman parte de las misma demagogia, y la Corte Constitucional que califica el pedido lo rechazó porque “no se adecúa a la Constitución ecuatoriana ni a los parámetros de control”.
En el marco de las estrategias de la derecha ecuatoriana, se maneja la teoría del “voto útil” representado por el candidato banquero. Es un voto que busca apoyo del elector a un candidato con más fuerza que su preferencia sincera para evitar un resultado indeseable. Si teóricamente en las encuestas, Lasso -en segundo puesto después de Arauz- registra más de un 20% de intención de voto, votar por otro candidato afín a la tendencia derechista genera dispersión del voto y debilita el segmento. Si la votación de Lasso se reparte entre el resto de candidatos, se abre la posibilidad de que el tercero, Yaku Pérez, alcance la votación necesaria para llegar a la segunda vuelta.
Todos contra el progresismo
El candidato del progresismo, Andrés Arauz Galarza, quiteño de nacimiento tiene una licenciatura en Matemáticas y Economía en la universidad de Michigan, Estados Unidos, una Maestría en Economía del Desarrollo en la Flacso y postula al doctorado en Economía Financiera, por la Universidad Nacional Autónoma de México. El joven postulante a la presidencia de Ecuador enfrenta una campaña orquestada a nivel local e internacional, lo que evidencia el temor ante su eventual triunfo.
La desesperación de la tendencia derechista a nivel latinoamericano, muestra campañas mediáticas en Colombia y Argentina en contra del binomio progresista ecuatoriano. En Colombia, la revista Semana publicó un reportaje con la versión de que el ELN prestó dinero -80 mil dolares- a la campaña de Arauz. En Argentina, diario Clarín dijo que Arauz compra votos ofreciendo 250 dólares a los votantes.
El panorama electoral ecuatoriano ante a un eventual triunfo del progresismo, impone que en los EE.UU exista una definición clara del gobierno de Biden frente a Ecuador y a la región latinoamericana. Un primer elemento geopolítico de una victoria de Arauz, señalado por analistas, es que supone el restablecimiento del bloque de izquierdas que ya desafió la hegemonía de EE.UU en Sudamerica. Esta postura geopolítica que asumiría Ecuador en la región, es concordante con el rechazo que ha expresado Arauz a los acuerdos del actual gobierno de Moreno con el FMI, en un pacto que se ha dejado imponer duras reformas de mercado y privatizaciones. El candidato de la lista 1 ha manifestado en diversas oportunidades su decisión de aplicar un programa político desde un Estado fuerte y soberano y, en esa línea, restaurar las alianzas y bloques subregionales progresistas.
Esta perspectiva ya la conocen en los Estados Unidos y fue el propio Trump que poniéndose el parche antes de la herida, en abierta injerencia en la campaña ecuatoriana aprobó un préstamo de 3.500 millones de dólares de la Corporación para la financiación del Desarrollo, DFC. Se trata de otro elemento geopolítico creado para frenar la influencia de China en América Latina y “ayudar” a Ecuador a marcar distancias con la potencia asiática. El préstamo de 3.500 millones de dólares tiene efecto carambola: también condiciona a Ecuador a alinearse con el FMI en sus imposiciones al país en un plan de privatizaciones -monetarización de activos estatales como le llaman eufemísticamente- de empresas públicas rentables en sector petróleo, transporte, electricidad y telecomunicaciones.
¿Qué actitud adoptará Biden, con relacion a Ecuador, ante un eventual triunfo de Arauz? Los observadores coinciden en que es difícil prever. En una publicación en el Finantial Times, hace unos días, aparece el criterio de Adam Boehler, consejero norteamericano del DFC, en el sentido que el equipo de Biden apoya un programa contra China en Ecuador. Consecuentemente, todos los esfuerzos gringos de colaboración económica hacia nuestro país responde más a la geopolítica estadounidense que a un financiamiento para el desarrollo en la región.
Esta visión es corroborada por Alex Main, miembro del Centro de Investigación sobre Política Económica en Washington, quien ha manifestado que la estrategia de EE.UU en América Latina “es anti China y anti Venezuela; la victoria de Luis Arce en Bolivia se percibe como una amenaza en Washington y si se suma Ecuador, pues, habría otra vez un bloque consolidado que se opone a la estrategia estadounidense en la región”.
Esta óptica no es compartida por Andrés Arauz quien espera que Joe Biden sume esfuerzos, con los gobiernos europeos, por respaldar un plan de dos billones de dólares, destinado a fortalecer las economías en desarrollo, incluida la de Ecuador, en tiempos de pandemia. Sería un primer paso de un diálogo de nuevo tipo con los Estados Unidos que alejaría cualquier intento desestabilizador norteamericano contra un futuro gobierno del binomio Arauz-Rabascall. Debería primar la convivencia armónica convertida en colaboración internacional por el desarrollo.
Es de esperar que se imponga la política por sobre la geopolítica.