Los debates electorales entre los candidatos resultan ser una fotografía nítida de aquello que interesa y desinteresa a los aspirantes al poder. Entre los desintereses de campaña está la cultura, notablemente, en una amnesia cultural de los políticos solo equivalente al desprecio que sienten por esta actividad esencial del ser humano. Se diría, insensibles iletrados para leer las aspiraciones de un pueblo escritas en sus obras literarias, cinceladas en el quehacer de sus escultores, armónicas en su música tradicional, modeladas en arcilla y mimbre por las manos de sus artesanos.
Los olvidos de esa supina amnesia se expresa en la ausencia abrumadora de propuestas para el ámbito de la cultura. Si bien los productos culturales no han sido para los candidatos un consumo de primera necesidad, como se pone en evidencia, en vivo y en directo en cada debate, en cada entrevista, en cada silencio. Pedir peras al olmo no es de sensatos.
La cultura, contenido y forma de ser de un pueblo, evidencia ontológica de un país, no es parte de las preocupaciones de quienes aspiran a dirigir, legislar, peor transformar, los destinos del Ecuador. Pero toda regla tienen una excepción.
El aspirante a una curul en la Asamblea Nacional por la lista 1, Kintto Lucas, se proyecta como el candidato de la cultura. Ex vicecanciller de la República, periodista, docente universitario, escritor, aquilatado poeta, Lucas es acaso el único candidato en mostrar un afán por modificar nuestra condición cultural, nuestros hábitos de lectura y sentir fruición ante una obra de arte o el disfrute que provoca el acceso a las expresiones y servicios culturales de un país tan diverso como el nuestro.
En su mensaje a la cultura, Kintto nos ha dicho: «Quiero decirles que estoy al tanto de lo que ocurre con las bibliotecas del país y conozco que muchas se hayan desactualizadas y sin equipamiento suficiente. Un gran número de bibliotecarias que trabajan en las bibliotecas escolares han sido desplazadas a otras funciones, atentando con ello contra uno de los pilares del desarrollo como es la lectura y la formacion integral que nos brindan los libros. Eso no puede volver a ocurrir, las bibliotecas y sus funcionarios deben ser consideradas y respetadas. Desde la Asamblea Nacional voy a impulsar la Ley del libro y la Ley de Bibliotecas; buscaremos actualización de los conocimientos de los bibliotecarios con seminarios, cursos y actividades académicas, e impulsaremos la profesionalización de este sector, exigiendo la creación de carreras a distancia de tercero y cuarto nivel. Velaré por el Cumplimiento de la Ley Orgánica de Cultura, que está clara, y establece que se debe conformar la Red Nacional de Bibliotecas. Recuerden, las bibliotecas y la lectura son parte del futuro de la nación”
Consciente, Lucas, de que sin cultura no hay educación transformadora, enfatiza en el significado de esta dualidad, conversando en un canal manabita.
-¿Qué ha significado la lucha por un cambio cultural y educativo’?, que muchísimos estudiantes de los sectores populares llegaran a la educación superior, y eso significa que esos sectores populares tienen la posibilidad de progresar a nivel de la vida en general.
Echadas las bases culturales y educativas que auspician el cambio, Lucas define la forma que adquiere en una nueva legislación sugerida al país.
-Ecuador tiene una institucionalidad rota, pero también tiene una convivencia rota, creo que debemos entrar en un proceso constituyente, es un intercambio entre los que haremos un pacto social para ir a soluciones de fondo, en cómo hacemos las leyes y cómo fiscalizamos.
No obstante, ese peso de constituir un nuevo país no es labor de una persona sino de un colectivo amparado bajo las políticas públicas del Estado.
-Sin políticas públicas la economía no funciona si no hay un apoyo del Estado. Y políticas públicas que tienen que ver con la salud y con la educación que son inversiones. Las politicas públicas son las que generan el desarrollo del país.
Y en el meollo del programa de gobierno progresista delinea esos ribetes que la gente llama el derecho a la esperanza.
-Un punto fundamental de nuestro plan de gobierno es tener el empleo y asumirlo como un derecho humano que no es solo el hecho de poder tener una remuneración, la posibilidad de no trabajar destroza la posibilidad de la gente de seguir su vida, se destroza moralmente. La generación de empleo es un derecho humano.
En esa alusión sensible a los más vulnerables radica el destello humanista de su campaña.
-Algunos se mueren de hambre después de haber sido grandes deportistas, grandes escritores. Gente que ha aportado a la cultura, al deporte, que están en una situación límite, esas son negligencias que también nosotros tenemos que ver, la Ley de cultura es una buena ley pero no se cumple. Solo con un proceso constituyente se puede cambiar esto con el vínculo con la participación de la gente.
Y porque lo más revolucionario es rescatar del pasado lo mejor, ver el revés de las cosas y multiplicarles el porvenir, Lucas habla de un cambio posible, casi como un movimiento astral que engendra el día en la noche, junto a la gente y sus esperanzas.
-Si se puede lograr el cambio dependiendo de la actitud que nosotros tengamos, un legislador que no está vinculado con la gente no es legislador, es un burócrata, las leyes no son inventadas por iluminados, tienen que nutrirse de lo que dice la gente, de lo que dicen las provincias, de lo que dicen los involucrados.
Lucas recorre parroquias, barrios, comunidades del país, llevando la palabra, pero también las letras, como candidato a asambleísta nacional, haciendo una campaña por la lectura, repartiendo libros propios, de su autoría y de escritores nacionales como Abdón Ubidia y Huilo Ruales. ¡Vaya forma cívica de hacer campaña!
En ese encuentro de palabras y letras escritas con pasión y lucidez, reafirmando la esperanza a través de la cultura, que es la forma más cierta de creer en el futuro, Kintto apuesta al porvenir. Y en un austero canasto de ofertas lleva las promesas de luchar en el parlamento por los derechos culturales, por aplicar la Ley Orgánica de Cultura, para que la red de bibliotecas que falta en el país se haga realidad. Y promueve su candidatura cultural, como dice el pueblo ,“hablando y haciendo” y, a la postre ha dialogado con más de cinco mil personas, y entregado más de diez mil obras literarias durante la cuarentena. Lo hace sin aspavientos con un libro en la mano, convencido -como dice Borges- de que el libro es “el instrumento más asombroso porque es una extensión de la memoria y de la imaginación”. Y así ha hecho de su participación en la lid electoral algo creativo y memorable.
Lo hace convencido de que si no podemos ser una potencia económica, peor militar, lo seamos en el quehacer espiritual de nuestra nación, convirtiéndola en potencia cultural.
No importa cuántos sueños faltan por vivir para hacer realidad la sentencia de Benjamin Carrión.