Aparentemente la función de los medios de comunicación masivos es la de ‘informar’ al gran público sobre temas variados entre los cuales descuella, con mucho, el hacer político local, nacional y mundial. Eso se dice, y los mismos medios y sus voceros lo defienden a rajatabla. Incluso la gente afecta a seguirlos, a leer periódicos y a escuchar y mirar noticieros dice que lo hace para ‘informarse’.
Sin embargo, basta un mínimo de perspicacia para advertir que no es así. Los medios de comunicación masivos lo que hacen es posicionar en los imaginarios colectivos una serie de conceptos e ideas que le convienen, como decía alguien ‘al dueño de la imprenta’ o a quien mantiene los monopolios informativos. En otras palabras, al sistema establecido o a los poderes fácticos que se ocultan detrás de ellos. Los medios de comunicación masiva no informan. Para nada. Lo que hacen es dirigir la atención de la gente hacia un determinado punto o foco, y borrar todo lo demás.
Y eso es lo que sucede con Venezuela (anteriormente con Cuba). Se centran en las cifras de pobreza, en la emigración hacia prácticamente todo el mundo y en una serie de leyendas negras y lugares comunes que todo el mundo repite sin detenerse dos minutos a pensar. Pero, y es una conducta constante, no analizan, no muestran las relaciones causa-efecto, y jamás de los jamases nos cuentan el verdadero motivo por el cual Venezuela se convirtió en Venezuela.
No dicen, por ejemplo, que el Imperio no perdona. Lo sabemos, claro, porque además es obvio y porque hay cosas que el Imperio hace con toda impudicia. Pero, así como no hay peor ciego que el que no quiere ver, no hay peor ignorante que el que no quiere saber. Al igual que lo hicieron con Cuba en los años siguientes a su Revolución, decidieron estrangular a cualquier país que ose decidir vivir por sus propios medios, a cualquier gobierno que piense en su gente antes que en los privilegios imperiales, y que opte por sus mayorías en un leve detrimento de sus serviles y prepotentes oligarquías.
Brindan mucho espacio a los gazapos de Maduro, por ejemplo, que, al igual que todos los gobernantes del mundo, no tiene por qué ser perfecto y puede equivocarse alguna vez en la vida. O algunas veces. Ese no es el punto. Pero si un día confunde una foto de Morgan Freeman con una de Nelson Mandela (a quien el actor representó en una película), entonces viven para darle piola a eso, olvidando que durante toda la segunda mitad del siglo XX gran parte de la humanidad estuvo convencida de que Bernadette Soubiroux (la niña de la Virgen de Lourdes) tenía la misma cara de Jennifer Jones (la actriz que la representó en la película), y a nadie le importó. No le prestan atención a la heroica lucha del presidente de un país acosado desde dentro y desde fuera por los beneficiarios del establishment y sus esbirros y guardianes. No mencionan jamás que alguien se autonombró presidente sin que medie ninguna elección válida solamente para hostigar y presionar a una desestabilización que le devuelva el mango de la sartén a quienes antes lo tenían.
Y, si nos ponemos a ver, en estos tiempos de pandemia, nadie dice que Venezuela es uno de los países (mejor dicho, que tiene uno de los gobiernos) que mejor ha manejado la pandemia, uno de los que tiene menor número de contagiados en valor absoluto y relativo y que se encuentre entre los tres primeros países en asegurar una vacunación para sus habitantes.
Por otro lado, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego existe el temor de ‘convertirse en Venezuela’. Es el argumento que se esgrime contra todo aspirante medio izquierdista o no-tan-derechista que tenga la desfachatez de querer acceder al gobierno de su correspondiente país. Se lo endilgaron a Biden (¡!), se lo gritan a Fernández en Argentina y no se diga a Aráuz en Ecuador. En las campañas políticas todo el mundo del centro hacia la derecha asusta a los votantes con el ‘cuco’ de ‘ser Venezuela’.
Y sí, es verdad que Venezuela la población no vive su mejor momento. Pero… ¿fue el difunto presidente Chávez o es el actual gobernante Nicolás Maduro totalmente responsable de todos los problemas del país hermano? Olvidamos que, al igual que Cuba, mucho de lo que sufre Venezuela en estos momentos se debe al bloqueo Imperial, así como a la nada patriótica y muy desestabilizadora actitud de sus oligarquías y mal llamadas ‘élites’. Por lo menos en Venezuela no se han visto, como en Guayaquil, las calles sembradas de cadáveres que no se podía sepultar debido al mal manejo de la pandemia en general. Eso por poner solo un ejemplo.
Porque, si nos ponemos a pensar, quienes convirtieron a Venezuela en Venezuela no fueron los que se la jugaron por construir un país digno y más independiente, sino todos aquellos que, con perversidad y saña, decidieron castigar a un pueblo entero por la osadía de pretender vivir su propia vida y no la que el Imperio y sus oligarquías le quisieron imponer, así como la canalla mediática, que cuenta medias verdades y se regodea inventando mentiras completas.