El subtexto suele ser el contenido de una obra que no se anuncia de manera expresa por los personajes o por el autor, pero está «implícito» o se convierte en algo comprensible para el lector a través del desarrollo de la lectura. Para quien sabe leer entre líneas, el subtexto son los pensamientos y motivaciones de los personajes que sólo se muestran en parte. Son pensamientos no expresados y motivaciones por quien expresa lo que realmente piensa y cree.
El subtexto es un método muy utilizado para insertar sutiles comentarios sociales o políticos dentro de la ficción. Es precisamente lo que recientemente hizo el embajador norteamericano en Quito, Michael Fitzpatrick, y que publica el diario El Universo. En la nota de prensa, el embajador dijo que “toda elección trae sus consecuencias”. Y que la cooperación bilateral entre su gobierno y el próximo gobierno nuestro dependerá “en buena medida de los resultados electorales”. Parece que no dijo nada extraordinario, pero no: dijo lo que le sale, espontáneamente, a quien no está seguro de los resultados electorales en Ecuador.
Fitzpatrick anticipó que la política de apertura de Joe Biden “no va a cambiar”, aunque habrá que esperar los resultados electorales en Ecuador, agregó, dudando de la seguridad de dichos resultados. Y luego expresó con firmeza: “El próximo gobierno puede tomar sus decisiones y si no quiere colaborar con nosotros, es su derecho soberano. Está en manos de los votantes ecuatorianos decidir qué tipo de gobierno quiere. Vamos a ver qué pasa aquí, en Ecuador”.
¿A qué tipo de gobierno se refiere el embajador? Si lo supiera y no dudara, no habría expresado lo que a continuación expresó: “Como decimos, se necesita de una pareja para bailar tango. Si el próximo gobierno decide no bailar con nosotros…, vamos a estar abiertos”.
¿Quién será, según el embajador gringo, el bailarín que decidirá, o no, dar unos pasos de tango con ellos? El subtexto indica que en la mente del embajador seguro no deambulaba el nombre de su candidato preferido. Aquel que por convicción y doctrina es compatible con los intereses gringos. Y, por el contrario, estaría pensando en un bailarín renuente.
Habría que preguntarle a Lasso si ya ha practicado el tango para bailarlo, como dice Piero, “en el sutil estilo de los americanos”. ¿O es que el señor embajador no tiene seguridad y duda del triunfo electoral de su natural candidato?
El subtexto expresado por Fitzpatrick emite señales inequívocas de que en las esferas del poder en los Estados Unidos no hay seguridad del triunfo de la derecha política ecuatoriana y que podría aparecer un bailarín que no baile a su ritmo. En algo tiene certera razón el señor embajador: “Está en manos de los votantes ecuatorianos decidir qué tipo de gobierno quiere” y a qué ritmo bailar en un futuro soberano del país. Pero el Ecuador soberano, y no dependiente, ha mantenido y mantendrá relaciones amistosas y respetuosas con todos los países del mundo, desde luego con los Estados Unidos, tierra de Wakt Whitman, Angela Davis y Matin Luther King.