Recientes versiones oficiales de prensa señalan que 86 mil vacunas Pfizer contra el coronavirus llegarán al país entre el 18 y 22 de enero, según dijo el presidente Moreno. La dosis arribarán al centro de carga internacional del Aeropuerto Mariscal Sucre, lugar donde el Ministerio de salud se hará cargo luego del desembarque que tomará tres horas. Según el ministro de Salud, J. C. Zevallos, serán ubicadas en un contenedor para ser transportadas a la bodega de distribución Tabacarcén en el aeropuerto de Quito. Luego de ser desaduanizadas, las vacunas permanecerán almacenadas en 4 contenedores con capacidad de 1.800 kilos cada uno. Se espera que desde febrero la empresa Simed, proveedora de equipos médicos, instale cuartos fríos con capacidad para almacenamiento de dos millones de vacunas. Las primeras dosis serían empleadas en un plan piloto para inocular a personal médico y adultos mayores residentes en albergues de Quito, Guayaquil y Cuenca.
Esta versión oficial es puesta en duda por expertos epidemiólogos que señalan que “el gobierno no está transparentando el plan de organización de vacunas y de vacunación en el país”. Esta alerta de los especialistas cobra sentido por cuanto se conoce que los infectados con las nuevas cepas y variantes del virus “son pacientes con mayor riesgo de terminar en una UCI y su tratamiento es más difícil”, según versiones médicas. Esto genera un potencial riesgo de que los habitantes de nuestro país se conviertan en una población portadora de una mutación constante del coronavirus. Se conoce que en los últimos meses han aparecido tres cepas nuevas de la mutación del virus en Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, y que al menos la versión británica ya se encuentra en nuestro país.
Expertos internacionales advierten sobre la necesidad de mantener el uso de las mascarillas, el distanciamiento personal y el riguroso lavado de manos que seguirán siendo clave por algún tiempo adicional. Cuánto tiempo, dependerá de factores incluyendo que tan buenas sean las vacunas y cuánto dura su protección, preguntas que no serán respondidas cuando llegue la primera vacuna. Para empezar, una vacuna no sería 100 por ciento efectiva, puesto que posiblemente “no será una armadura blindada”.
El gobierno ha anunciado que a partir de fines de marzo comenzará a vacunar a nueve millones de ecuatorianos -60% de la población-, en territorio nacional, mientras que los ecuatorianos que residan en otros países deberán conseguir la vacuna en esos territorios ya que no existe un plan para su vacunación. En consecuencia, los países en el resto del mundo se encuentran en una desenfrenada carrera por inocular urgentemente al total de su población. Las dudas en torno a las vacunas persisten cuando Ecuador vive rebrotes de contagios virales provocados por la indisciplina ciudadana durante las fiestas de diciembre, que no acató las normas de bioseguridad. El gobierno, en evidente falta de liderazgo, no fue capaz de hacer cumplir sus disposiciones para lograr romper la cadena de contagios a nivel familiar y masivo. A eso se suma la temprana suspension de medidas restrictivas por la necesidad de reactivar la economía.
El director del IESS, J. Wated, anunció que la institución tiene aseguradas las dosis de las vacunas para sus afiliados. Mientras que, en tono propagandístico en el canal estatal TC Televisión, el presentador de noticias, Rafael Cuesta, exhortó a los televidentes a ”no ser negativos y ser optimistas” frente a la situación.
Una campaña de vacunación implica un plan logístico y un plan de comunicación que, en el caso de Ecuador, no están debidamente claros. Ante presuntos ineficaces protocolos de manejo de la vacuna en sus etapas de recepción, almacenamiento y aplicación masiva, la comunicación no puede desinformar ni crear falsas expectativas, peor reemplazar a la debida organización que el plan logístico amerita.
¿Podemos ser optimistas?
Quisiéramos serlo y confiar en que las decisiones oficiales adoptadas en torno al plan estatal de vacunación se mantendrán lo más alejadas posible de los intereses y de la manipulación política, puesto que se trata de la salud de los ecuatorianos.
¿Quién nos puede vacunar contra las dudas?