Como todo lo relacionado con el Covid-19, el tema de las vacunas ha estado rodeado de un halo mediático espectacular, grandes titulares, impactantes noticias, tremendas especulaciones y, por cierto, la puesta en escena de shows que, supuestamente, permiten recuperar puntos en las encuesta de opinión sobre la gestión de los gobiernos.
Ya se vio en Chile con la llegada de las primeras vacunas al país y el caso de Ecuador no tiene porqué ser una excepción. Según críticos de la prensa criolla chilena “la televisión de ese país -encabezada por la señal oficial del gobierno- a través del único canal “público”, abordó la llegada de las vacunas como un tremendo show al estilo de la Teletón o el rescate de los 33 mineros”. Solo que ahora la situación es muy diferente con el Covid atacando en todo el mundo.
La lucha por la compraventa de las vacunas enfrenta a los laboratorios más poderosos de China, Europa y los EE.UU y los gobiernos -incluido el de Ecuador- que se intentan apropiar en gran parte de la producción de las vacunas Pfizer, considerada como la de los “países ricos”. Nadie habla de los costos reales, la prensa no informa sobre la forma de selección, de posibles licitaciones o conseciones para conseguir las vacunas, y la decisión de comprar a un determinado laboratorio parece más una decision política, a favor o en contra de tal o cual país o sistema. La salud de la población y la seguridad del medicamento queda, en la práctica, en segundo plano.
Es obvio que nos interesa conocer, en primer lugar, el estudio que permitió determinar que Pfizer era el laboratorio indicado, luego, cómo se trasladarán con seguridad millones de dosis que requieren conservarse a una temperatura de 70 grados Celcius, o centigrados bajo cero.
En el caso chileno, la prensa montó una ostentosa parafernalia televisada que mostraba el traslado de 10 mil dosis de vacunas desde Belgica a Miami y de esa ciudad balneario en un vuelo de siete horas hasta Santiago. En la capital chilena se trasladó el preciado cargamento por DHL que se encargó de llevar las vacunas en furgones policiales hasta el Estadio Nacional y de allí a las bodegas de los laboratorios privados Perilogistics, en un barrio de Santiago para ser distribuidas al resto del país. Todo quedó registrado por la televisión y las cámaras de los reporteros gráficos.
¿Era necesaria toda esa parafernalia? nos preguntamos. La respuesta hay que buscarla en la operación mediática destinada a mejorar el escualido resultado de las últimas encuestas que tienen a Sebastian Piñera con un 7% de aprobación popular. Nos preguntamos ¿qué va a suceder en Ecuador con un presidente Moreno que tiene 4% de aprobación a su gestión en las encuestas? Lo más probable es que presenciemos un frívolo show mediático encabezado por el canal estatal y sus emisoras adláteres. ¿Será que el montaje propagandístico televisado hará subir el porcentaje de aprobación presidencal? Al menos en Chile no ocurrió así, porque todo indica que hablar todos los días por cadena nacional no le ha servido de mucho al jefe de Estado. Y eso le sucede a todo gobernante que confía en los montajes para mejorar su imagen.
Ante una situación tan angustiante de incremento de contagios de coronavirus en los últimos días es imperiosa la llegada de las vacunas a nuestro país, pero la desconfianza, la poca transparencia y funestas experiencias de corrupción en la adquisición de implementos médicos, pruebas de diagnóstico de covid y otros insumos terapéuticos, no auguran nada bueno y hacen prever un desastre, que esperemos por la salud ciudadana no ocurra con las vacunas. Hay todavía muchas interrogantes sin respuestas y el ministro de Salud no es el mejor interlocutor para responderlas. Es hora de escuchar a los profesionales expertos en epidemiología que trabajan de manera particular y no tendrían interés, al menos, en resguardar la imagen de ningún político porque les preocupa, en primer término la salud de las personas.
Los ecuatorianos tenemos la impresión de que el gobierno cree tenernos vacunados desde hace cuatro años, para resistir los engaños, los malos manejos de la cosa pública, la corrupción en el área de la salud y la desinstitucionalización del país. Se equivoca: la única vacuna que esperamos es contra el coronavirus y su buen manejo masivo. Ya habrá tiempo de conocer los resultados de las vacunaciones, si mejoraron la opinión que tenemos de la gestión de nuestros gobernantes o disminuyeron nuestros riesgos pandémicos. Que, para el efecto, vienen a ser algo parecido.