La literatura cientista social advierte que los procesos que se dan en la vida son siempre histórico naturales, es decir, ocurren en el tiempo y en el espacio en forma gradual, nunca suceden abruptamente. Incluso los procesos revolucionarios se incuban de a poco y por más rupturista que resulten contra las estructuras vigentes, siguen siendo graduales. Los cambios provocados por el impacto económico, social y político debido a la pandemia, parecen marcar un ritmo distinto en cada país, en eso coinciden diversos observadores y analistas.
El mensaje: no es la hora de recapitular, todos sabemos qué año hemos pasado en el 2020. Es preferible avizorar los posibles cambios a partir del 2021.
Uno de los cambios experimentados es que aprendimos a reconocer la incidencia práctica de la ciencia sobre nuestra vida cotidiana: ahora dependemos de una vacuna. Otra situación es que las aplicaciones tecnológicas dieron un salto vertiginoso, en un año realizaron lo que estaba previsto hacerlo en una década.
En el terreno de la economía, las previsiones siguen siendo condicionadas por un moderado optimismo. Una cosa es clara: si se consigue inmunizar a buena parte de la población contra la covid-19 se abren grandes claros tras un año negro. A diferencia de otras crisis económica, la actual responde a un factor exterior provocado por los confinamientos y las medidas de distanciamiento social decretadas para frenar los contagios y no a desequilibrios del sistema financiero, y esta crisis golpeó al corazón mismo de las economías modernas, es decir, al sector servicios, con grandes consecuencias particularmente para el empleo, afirman los analistas.
Según avizora el FMI, se calcula un crecimiento del 5,2% del PIB mundial el próximo año, en contraste con la caída del 4,4% del 2020, sin embargo la falta de crecimiento se mantiene como una tónica para el primer semestre del año entrante. La aplicación masiva de la vacuna podría incidir en un mejoramiento de la demanda de productos y servicios, pero si no se controla la pandemia las economías pueden tardar años en su recuperación. El fantasma del estancamiento no ha desaparecido.
Los cambios en la lógicas económicas son evidentes: existen factores que estimulan la tendencia al protagonismo de los bancos centrales y los gobiernos en la actividad económica. Según esa incidencia, se mantendrán bajas tasas de interés y la compra de activos en el mercado seguirá dinamizada. Los expertos sostienen que las políticas monetarias seguirán expansivas y buscarán la obtención de liquidez y recursos financieros suficientes para satisfacer las necesidades de la actividad productiva y del endeudamiento público para evitar el riesgo de insolvencia. Se observa un aumento del gasto fiscal para frenar los efectos de la crisis, a través de una coordinación con los bancos centrales. Proponer lo contrario resulta ilógico. La deuda pública de los países desarrollados se incrementará en un 20% hasta llegar a representar el 125% del PIB.
Si bien la entrada a la crisis fue generalizada y abrupta, la recuperación no se dará al unísono, será gradual y a distintas velocidades, puesto que no todos los países tienen la misma cantidad de dinero para frenar el impacto económico del virus. Lo más probable es la recuperación de los países desarrollados primero que el resto. La inequidad prevalecerá y el reparto de bienestar será mucho más desigual que antes de la pandemia, auguran analistas.
El crecimiento económico mundial está sujeto a incertezas, ya que las secuelas económicas del virus dependen de factores difíciles de predecir. Todo dependerá de la evolución de la pandemia, la eficacia de las medidas adoptadas para superarla, el grado de perturbaciones en la oferta, comportamiento de los consumidores, mercados financieros y la confianza en los precios de materias primas, esas son las predicciones de los economistas. ¿Cómo será la economía postcovid? El FMI señala que tras el fuerte repunte esperado para el 2021, el crecimiento mundial en los años futuros se desacelerará hasta un ritmo medio del 3.5% por debajo de lo previsto antes del estallido de la pandemia.
Una tendencia es segura. Entramos a una era de protagonismo estatal en la que el Estado mostrará una mayor incidencia en la economía. La etapa neoliberal que empezó hace 40 años con Reagan y Thatcher, ha llegado a su fin. Esta tendencia reforzará a los poderes públicos que tendrán una mayor injerencia en el desempleo, la recuperación económica y la asistencia sanitaria. La nueva economía postvirus cobra forma con los estímulos gubernamentales desde el Estado. La tecnología adopta nuevos roles. El cambio hacia una economía digital es una tendencia en la pandemia y continuará después de superada la crisis sanitaria.
En el aspecto geopolítico el mundo enfrena cambios con una China que sale fortalecida de la crisis pandémica, lo que se traduce en una salida más rápida de la crisis económica. El crecimiento del gigante asiático en este año es del 1.8% y deja atrás la recesión con un 8,2% de crecimiento para el 2021, según el FMI. La economía de China representa el 16% del PIB mundial, según reporta el Banco Mundial. Todo marca la supremacía de Asia, mientras que Europa y los EE.UU siguen estancados en restricciones para frenar la crisis sanitaria.
El mundo se enfrenta a cambios, una veces graduales otras más abruptas, pero mantendrá una sobrevivencia histórica natural.