El 2020 fue un año que nos puso frente a la definición de ser solidarios o indiferentes ante a la tragedia del otro, sensibles a la muerte ajena que de pronto se hizo nuestra. El sufrimiento de tantos lo hicimos propio cuando lo individual se volvió colectivo y necesitamos brindar o recibir una palabra de aliento en el confinamiento que nos alejó del mundo.
Este año habremos perdido lo amado, seres cercanos e irremplazables. Tocó a su fin la vida de la compañera, del compañero, del padre, la madre, del hijo y la hija, de los amigos que se fueron para siempre. En el dolor sobrevivimos para sonreír, a través de una pantalla y escuchar un te quiero en la línea telefónica.
Vivamos la otra Navidad, a la que no solo debemos agradecer de regalo la vida, la salud y la certidumbre de una mano solidaria, del beso tantas noches anhelado, del abrazo que nos hizo falta en la distancia. Compartamos el regalo de otro tiempo menos aciago. Que un antídoto existencial nos de la inmunidad contra la ceguera espiritual y el sufrimiento del tantos no nos sea indiferente. Hoy escribo una palabra abierta a quien no lee, a quien no deja de leerme, a quien nunca me leyó. Mi palabra abierta sea una arma para el que en su cotidiana lucha me da razones de escribirle, a quien nadie le escribió.
Hoy no diremos feliz Navidad, no podemos decirlo, porque la seca muerte, la pandemia en la pobreza, la terrible soledad del confinamiento, no permite que esta Navidad sea feliz. Esta Navidad tan desprovista de sentido si no seguimos sintiéndonos niños, siendo padres, hijos, hermanos, compañeros de la compañera, madre, hija o hermana. Acaso sea una gran Navidad, la primera que nos empuja a reinventarnos en lo que somos, lo que siempre fuimos y seremos en este afán de llamarnos humanos. !Una gran Navidad!
CANCIÓN DE NAVIDAD (Silvio Rodriguez)
https://www.youtube.com/watch?v=9-wLFgsu67A