En una conocida expresión atribuida a Joseph Goebbels, el ministro para la ilustración pública y propaganda del régimen nazi de Hitler, dijo: “Cuando oigo la palabra cultura, echo mano a mi pistola”. ¿Qué haría proferir semejante amenaza inspirada en el odio y desprecio por la cultura? Seguramente la intuición del peligro que la cultura representa por su poder contestatario.
La cultura, actividad esencial del ser humano, siempre fue considerada un prolegómeno exquisito de los privilegios de una sociedad clasista, convertida en pretexto de exclusión e injusticia. Tuvo que pasar mucho tiempo para que la cultura, por su teoría y práctica, alcanzara el rango de categoría contestataria al poder establecido. No obstante ser génesis y reflejo de la existencia social del ser humano.
Abdón Ubidia nos habla de la coexistencia de una trilogía de cultura culta, popular y de masas en una sociedad de “veladuras dirigidas y misterios elegantes”. Tres manifestaciones o momentos con que la modernidad clasifica -da sentido de clase- a la cultura. La cultura culta, dominante, metropolitana, escriturada, renovadora, urbana, individual, generadora de productos originales y únicos; y por el contrario, la cultura popular resistente, oral, tradicional, rural, anónima, colectiva. Y como un híbrido, el pastiche cultural de la cultura de masas.
Frente a la cultura culta el Estado ecuatoriano tienen una deuda por décadas, en una larga noche de oscurantismo neoliberal. Ese es el fruto de la concepción burguesa de cultura que, para Nestor García Canclini no tienen sentido la división tripartita de la cultura en las culturas híbridas. Muestra de ello, la cultura de masas, obra del siglo XX por el desarrollo de los mass media en una sociedad de deseos insatisfechos, genera que el mercado sea el canto de sirena que obnubila a hombres y mujeres en una cultura masiva hecha de representaciones, sintetizaciones extremas, que ha promovido una cultura abstracta, cultura del olvido, de la pereza mental de las masas, ligera, superficial, como constata con lucidez Ubidia.
Diálogo por la cultura
A ese escenario se enfrenta el movimiento progresista de la cultura, organizado en el colectivo UNES Cultura y Patrimonio. En reunión de trabajo la organización analizó propuestas para un proyecto cultural en el país, con el candidato presidencial Andrés Arauz, en Cuenca. Un proyecto que se propone pagar la deuda cultural del Estado con la sociedad, en particular con gestores culturales surgidos de los sectores populares del Ecuador.
Las demandas y sugerencias hechas por las bases de UNES, se relacionan con dinamizar las condiciones económicas para hacer de la actividad cultural un medio de vida digno, con fomento a la educación a través de incentivos, becas y proyectos educacionales. Políticas públicas que promuevan la descentralización de recursos para entidades culturales en el país, como una necesidad democrática de distribución de la riqueza y fondos económicos que beneficien al mayor número de gestores de la cultura. Artistas, escritores, músicos, gestores, promotores culturales que, en un 70%, no tienen un salario mínimo y solo la mitad de ellos recibe una remuneración mensual. Fomento a las formas artísticas de culturas urbanas, modo de expresión de la juventud, muchas veces surgida en la marginalidad.
El candidato Arauz escuchó las propuestas y ponderó el encuentro que permite conocer “problemas concretos para dar soluciones concretas”. El candidato destacó que existen grandes retos, luego de que en cuatro años del gobierno actual “hemos retrocedido”. Sin embargo, a pesar de estar viviendo una crisis de grandes proporciones, existe un camino sobre la base de juntar voluntades, de “recuperar nuestro país”, según dijo.
En respuesta, Arauz, aludió a su paso durante treinta días como ministro encargado de Cultura en el gobierno de Rafael Correa, tiempo en el cual elaboró el Reglamento de la Ley de Cultura que permite la distribución democrática de recursos, a través de los núcleos de la Casa de la Cultura. Luego de presentar el tema a la Asamblea no se logró la aplicación de la ley, como una muestra de lo que sucede en el país. Arauz señaló que hay que tomar decisiones respecto de la institucionalidad y descentralización de recursos culturales con “un sistema económico más justo” e invertir en educación. El candidato propuso “avanzar en el ámbito cultural, recuperar la institucionalidad del Sistema Nacional de Cultura, revertir la fusión del ICCA con el IFAIC, y respetar la Ley Cultura y su reglamento».
Se comprometió a desarrollar una política de seguridad social para los gestores culturales, bajo tres ejes: “trabajo, futuro y dignidad”. Prometió brindar reconocimiento al trabajo de escritores que no reciben remuneración por su servicio cultural brindado a la sociedad por medio del contenido de sus obras, porque “tiene que haber un reconocimiento al trabajo no remunerado de los gestores culturales”. Ofreció incorporar a la juventud a la cultura “con dignidad e ingresos estables que les permita tener una creación permanente”. Se planteó la recuperación del patrimonio cultural del país, y puso como ejemplo lo que sucede con la chatarrización del ferrocarril ecuatoriano que debe ser preservado como legado cultural.
En su diálogo directo con las bases de los colectivos culturales, Arauz resaltó la importancia de estos encuentros que “inyectan esperanza en el futuro”, según dijo. Y llamó a conformar equipos de trabajo para actuar desde la Presidencia y el Legislativo “en férrea unidad de quienes creemos en el progreso dispuestos a defender la esperanza y el futuro con dignidad”. El joven candidato cerró su intervención con una frase impregnada de verdad: Todo lo propuesto se logra con poder popular.