Tiene un nombre en latín, UNITAS, que significa unidad, aludiendo a las acciones unitarias realizadas por las fuerzas navales estadounidenses y latinoamericanas en aguas territoriales sudamericanas. Las maniobras militares conjuntas UNITAS con fines bélicos tienen origen en la Primera Conferencia Naval sostenida en Panamá en 1959, y se realizan en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR. Originalmente los países participantes fueron Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela y se iniciaron por primera vez en aguas venezolanas el 28 de agosto de 1960. Según documentos militares, UNITAS se realiza con el fin de “entrenar, cooperar y establecer vínculos de confianza entre las armadas de la región”. Anualmente la operación UNITAS varía su sede con ejercicios que se dividen en zonas del Atlántico, Pacífico y Caribe.
El fundamento ideológico original de estas operaciones decía relación con la necesidad de hacer frente a la amenaza que representaba la Unión Soviética en el contexto de la Guerra Fría de años sesenta, y no es coincidencia que se iniciaran el mismo año que triunfó la Revolución Cubana, en 1959. Con el devenir del tiempo, técnicamente, las operaciones navales fueron ampliando su campo de acción hacia diferentes aspectos en la guerra marítima adecuándose a los cambios producidos en los escenarios mundiales.
Existen ocasiones en que la operación UNITAS dejó de ser un simulacro bélico para transformarse en una maniobra militar real. Es de común consenso entre los estudiosos del Golpe de Estado militar en Chile de 1973, que fue un plan casi exclusivamente naval con miembros de la Fuerza Aérea a la que se sumó a última hora Pinochet y el Ejército de Chile. En ese momento los organismos de inteligencia naval de Estados Unidos tenían libre acceso a las dependencias de la Armada y al Ministerio de defensa chileno y el Golpe Naval se hizo bajo la cobertura de la Operación UNITAS. Según testimonios, muchos de los oficiales de la Office of Naval Intelligence que participaron en las etapas previas y en las acciones primeras del golpe estaban embarcados en buques de la Armada de los Estados Unidos navegando en las afueras de Valparaíso. El destructor norteamericano USS Jesse L. Brown (FF-1089) estuvo en aguas del Pacífico frente al puerto chileno sirviendo de nexo directo con el Pentágono. Se trataba de un tipo especial de destructor destinado a la guerra electrónica y la participación estadounidense a gran escala fue ratificada en múltiples testimonios. Comandos clandestinos de las fuerzas especiales del Ejército y de la CIA habrían participado en allanamientos, el asalto a La Moneda y operaciones en Valparaíso y Viña del Mar. También hay testimonios de la presencia de personal estadounidense en interrogatorios a extranjeros en el Estadio Nacional de Santiago.
En el año 1982 tuvo lugar la Guerra de Las Malvinas, un conflicto entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte por la disputa de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, cuyo escenario fue el Atlántico austral. En ese contexto, Argentina apeló al Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca,TIAR, cuya razón de ser, según resolución VIII de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, reunida en la ciudad de México, es la celebración de un “tratado destinado a prevenir y reprimir las amenazas y los actos de agresión contra cualquiera de los países de América”. En nombre de sus pueblos, los Gobiernos representados en dicha conferencia, animados por el deseo de consolidar y fortalecer sus relaciones de amistad y buena vecindad, suscribieron el TIAR, cuyo Articulo 3°, señala: Las Altas Partes Contratantes convienen en que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de dichas Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque. Esto nunca ocurrió durante la Guerra de las Malvinas, Argentina no recibió apoyo de sus aliados sudamericanos ni norteamericanos frente a la amenaza británica.
Después de 16 años, Ecuador vuelve a ser sede de los ejercicios navales de la Operación UNITAS que ahora se realizan en el océano Pacífico. El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, destacó la importancia de estos entrenamientos que buscan “una estrategia conjunta y regional frente a amenazas comunes”. El ministro dijo en la inauguración del ejercicio multinacional UNITAS LXI-Ecuador 2020, que la cooperación internacional es necesaria “a fin de tener mares seguros”. Al hablar sobre la importancia de la geoeconomía de los países, el militar en la reserva destacó encuentros como el de UNITAS para reforzar temas sobre la «seguridad cooperativa», a fin de avanzar en la prevención para neutralizar los eventuales conflictos derivados de amenazas. Entre esas amenazas, enumeró al “narcotráfico, la pesca ilegal, el crimen organizado transnacional, delitos del mar o la piratería, que no son exclusivas de ningún Estado”, anotó. En el ejercicio multinacional UNITAS-LXI Ecuador 2020, participan nueve países de forma virtual y presencial: Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Perú, República Dominicana y Uruguay. De estas naciones, solamente Colombia, Estados Unidos, Perú y Ecuador están presentes con unidades de superficie y aéreas.
Pero hay críticos a este tipo de prácticas militares. Por ejemplo, el excanciller y exembajador de Ecuador en Estados Unidos, Francisco Carrión, refirió: “Estas Maniobras Unitas son una vergüenza para Ecuador, sobretodo en una relación de coyuntura grave no ganamos nada más bien actitud sumisa con Estados Unidos”.
Voces cuestionadoras a las maniobras UNITAS señalan que en el contexto de la grave crisis económica, social y sanitaria que afecta al país, Ecuador debe restringir gastos innecesarios que no contribuyen directamente a salir de la grave coyuntura y que, contrariamente, representan un insensato despilfarro de recursos, más aún, cuando no se sabe con claridad contra quiénes debemos defendernos geopolíticamente en estos tiempos.