Después de tantos vuelos de diversa altura, con el viento a favor o rompiendo ráfagas de malos tiempos, Roberto Navarrete, pájaro de elevados trinos regresa al nidal, esta vez a cantar en dueto con Natalie Krüger, en Terrazas Sisa el 7 de noviembre a las 19h30 en ciudad Otavalo, nido que lo vio nacer.
Referirme al artista imbabureño en estos términos, decir de este modo su oficio, arte de pájaros, no es una mera metáfora promocional, sino la forma más cierta de aproximarme a su canto de elevada tesitura musical. Roberto emprendió vuelo tempranero para confundirse con ráfagas, a veces turbulentas del canto latinoamericano, otras ocasiones con el sentimental sobrevuelo de una canción de amor. Esa cualidad de pájaro, de elevarse por los aires y moverse en diverso tiempo por borrascas de viento, solo la tienen artistas dotados de alas como Roberto Navarrete, persistente obrero del arte musical.
Libre como pájaro furtivo trovador, Roberto, enseña a ver las luchas del continente latinoamericano desde las alturas de su música, ubicado en un mirador imaginario desde donde se alcanza a divisar un horizonte más promisorio, el revés de este presente absurdo o del pretérito perdido, y multiplicarles el porvenir. De ahí que remontar vuelo, en Roberto, es cosa de vocación profética. Que nadie es profeta en su tierra no es tan verdad en caso de este artista que vuelve a Otavalo para confirmar su poder premonitorio de cantor popular. Ese sueño altivo de volar con los pies sobre la tierra, volar de la mano de sus canciones encumbrado en sentires profundos, evocando otros ventarrones, aludiendo otros pájaros migratorios que una mañana alcanzaron altura en busca de la libertad, es en sí mismo un vuelo.
No supimos que Otavalo era comarca pajarera hasta que le oímos cantar. Y Roberto vuelve a un nido donde nació alado en tierra de pájaros. No en vano, en la estancia de cóndores en Curiloma, Parque Cóndor, a poco vuelo de la ciudad esta ave transandina es considerada símbolo de espiritualidad y poder para muchas culturas ancestrales. Vigía que ha poblado históricamente los territorios de Sudamérica, el cóndor en Ecuador es considerado soberano de los Andes y emblema de la nación. Otavalo, que es cobijo de todos, en idioma pukina aymara, es residencia en la tierra de diferentes pájaros entre 250 especies de picaflores, tangares y saltarines, o tiránidos, raptores y tucanes junto al nocturno tayo.
No invocó en América su nombre en vano, Neruda, en su Arte de pájaros, así fuimos creciendo y también migrando con el vuelo irregular pero armónico de los pájaros hasta aterrizar con su finales celestiales:
Resbala volando el albatros
con sus grandes alas de música
dejando sobre la tormenta
un libro que sigue volando
es el estatuto del viento…
Y no en vano, el cantor entona: Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas…
VIDEOS
https://www.youtube.com/watch?v=IA5CnAzUtq0
https://www.youtube.com/watch?v=AmX_vKXjAus