Mientras Europa se apresta a enfrentar una segunda oleada de la pandemia del Covid, América Latina acusa los devastadores golpes de la primera en su economía. Se trata de una crisis sin precedente en su historia de la que no podrá salir a corto plazo sin apoyo de terceros países. En una agenda para la recuperación del continente latinoamericano esbozada por el banco de desarrollo CAF, la Fundación Iberoamericana y la Fundación Euroamericana, se señala que la crisis afecta a 5 mil millones de personas y buscan situar en el centro de la preocupación a América Latina para que los organismos internacionales reaccionen con más recursos.
Las proyecciones para la economía latinoamericana señalan que se debe esperar hasta el 2023 para recuperar el nivel del PIB que el continente tenía antes de la pandemia. “La letalidad de este virus del Covid surge no solo de la enfermedad que produce, sino también de la manera en que interactúa con las estructuras sociales, económicas y políticas en los países que afecta, y eso lleva a América Latina a un terreno desconocido: nunca antes tuvo tanto sentido aquello de que cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas”, señala un informe.
Con una metáfora inquietante los analistas dicen que en América Latina el zarpazo de la crisis será el mayor del mundo. Y hay razones objetivas para considerarlo de ese modo, cuando por primera vez en la historia de nuestro continente la fuga de capitales, la caída de las exportaciones y el hundimiento del turismo se juntan al mismo tiempo. Los indices de pobreza que en la década pasada habían mejorado sustancialmente en Latinoamérica volverán a caer nuevamente, tanto en sus niveles medios como extremos, en la recesión más severa de la que se tenga memoria. Iniciamos hoy otra década pérdida gracias a un virus que es global, pero que de manera especial ha concentrado en América Latina sus efectos clínica y socialmente letales, porque aunque no conoce clases sociales, los pobres se contagian más.
Una oportunidad
Bien señala el historiador Juan Paz y Miño, al decir que «sin claridad sobre el futuro, en la región todavía está lejos el planteamiento por un cambio permanente del rumbo histórico, que implique al menos la construcción de economías sociales. Es, en esencia, un problema de correlación de fuerzas sociales y políticas, porque la hegemonía de las élites económicas ricas, no ha logrado ser abatida».
Una mirada optimista, sin embargo, permite avizorar en el horizonte una nueva luz continental. Esta es una inmejorable oportunidad de cambio social, de transformación estructural de nuestras formaciones sociales latinoamericanas. La pandemia no agudizó el sistema, lo que hizo fue descubrirlo en su peor momento, en la etapa del capitalismo salvaje, en la última fase de su desarrollo histórico con todas las contradicciones políticas, sociales y económicas más agudas. La pandemia mostró el agotamiento total del sistema vigente. Las crisis siempre son una oportunidad.